sábado, 12 de diciembre de 2015
segovia
Después de las
revueltas de Navacerrada aparece la Granja y al rato Segovia. Son 84 km los que
separan Alcobendas de ese otro mundo. A orillas del Eresma hace frío y el agua
fluye continuamente. Espacio para pasear o salir corriendo, espectacular el
paraje para el disfrute de los segovianos. La casa de la moneda a un lado y tras
la cuesta, imponente, el Monasterio de El Parral. Los jerónimos dentro. La fachada de acceso a la Iglesia parece
inacabada, con dos escudos enormes. El sol se agradece allá donde llega. Se funda
allá por 1447. Eugenio, el guía nos lo cuenta. Sólo quedan once monjes. Nos cuenta
sus historias y edades. Nos habla de vocaciones y de fe. Todo eso al traspasar
la puerta de madera que da acceso a la nave única de una iglesia alta y
esbelta. Retablo de madera en el centro y alabastro a los lados. El malo de la
serie Isabel, enterrado allí, Juan Pacheco. La Virgen de el Parral es pequeña y
del siglo XI. Mucha historia y muchas historias. Las sargas que recubrían el
retablo en semana santa a los lados. Enormes y grises. Obra de Diego de Urbina.
En el interior del monasterio espectaculares vistas de Alcázar y de la ciudad. Estanque
con percas que recibe agua de acuíferos subterráneos de los que se nutre la
ciudad. En el recuerdo de hace unos minutos, el aspecto del embalse del Pontón
era desolador. El claustro es coqueto, y ya en la despedida hablamos de los
oficios de los monjes, carpinteros, su fuente de ingresos, de los belenes
indultados y más sobre esa fe que mueve a los moradores y que sorprende a
todos. En coche al centro. Decepcionante el Museo Diocesano que se sitúa en el
Palacio Episcopal. Lo mejor es el edificio. Pocas obras y mucho espacio vacío
en unas dependencias que dejaron de ocuparse en 1969. Mas interesante que el
Diocesano es la colección de cerámica y pintura de Daniel Zuloaga. En el amplio
patio del edificio se venden objetos antiguos y el dueño nos invita a visitar
su tienda, almacén. Es hora de comer, en un patio de un antiguo palacio. El lugar
se llama El Hidalgo y se come bien el menú del día. La única pega, pedí pudding
de naranja y canela, y a cambio recibí un flan. Eso dice una señora, a viva
voz, y yo también. La sorpresa del día llega al final. El comentario de una
visitante de El Parral nos lleva al Monasterio de San Antonio el Real. A las
afueras de la ciudad, el cartel de la entrada es de los años 60, cuando se
abrió al turismo el recinto. Construido en terrenos de Enrique IV, donde se
ubicaba su pabellón de caza, cedió el lugar a los franciscanos que poco después
lo pasaron a las monjas clarisas. Mientras esperamos que empiece la visita admiramos
la joya del lugar, un retablo que representa la crucifixión, con 120 figuras de
diferentes tamaños. Anónimo hispano flamenco, realizado hacia 1460. La luz
realza su visión y se perciben mas detalles. De madera de nogal, parece uno de
esos belenes repletos de personajes donde esta vez el objeto de la escena se ha
cambiado. Las monjas rezan, sólo hay ocho. Siguen haciéndolo desde 1468. Y la
guía, con una ilusión que desborda, nos muestra el artesonado que cubre el
altar. Oro de Sudán, de 24 kilates y madera. La iglesia decora sus paredes con
enormes paños rojos. En el interior pasamos al claustro, cerrado y de techos
con artesonado. Único, nos cuenta. Capillitas en los lados, pinturas,…, objetos
de todo tipo. Tres joyas, mas, trípticos flamencos de tierra de pipa. En el
refectorio, taquillas individuales para cada monja y frescos realizados por
ellas, los mas antiguos fechados en 1487. Sorprendente. Mas artesonado en la
sala capitular y mas frescos, estos sin restaurar, en la sacristía. El conjunto
es de obligatoria visita para los interesados. Y la guía se merece mas
visitantes. Nadie habla de esto en la oficina de turismo. Salimos rumbo a casa,
mas revueltas y vueltas en una sierra triste, que espera la nieve.
burgos
Cuatro personas en
un tren turístico. Padres, e hijos, ajenos y separados. Silencio en las
Huelgas, afueras de Burgos, en una entrada con amplio patio, también desde ahí
se accede al convento de las monjas. Hoy la visita es gratis, jueves tarde. No
sé si esa será la razón de que de repente se llene la visita, gentío para seguir a
una guía que nos acompañará durante una hora. Fundado por Alfonso VIII, que
junto con su esposa Leonor de Inglaterra, hermana de Ricardo Corazón de León,
se encuentran enterrados aquí, junto con más miembros de la realeza. Dicen que
todo empezó en el siglo XII, tomando el nombre de “lugar para holgar” o de
lugar donde pastaban animales de huelgo (los que no trabajan). Hoy quedan 30
monjas cistercienses. El rey Alfonso VIII es llamado también el de las Navas,
por ser el ganador de tal batalla. Un enorme cuadro lo atestigua en una de las
naves. La mayoría de las tumbas reales fueron profanadas durante la ocupación
napoleónica y los restos que quedan de los ropajes se exponen en un pequeño
museo. La iglesia es inmensa, con tres naves. En la central, en lo alto, una
enorme escultura representando el descendimiento, desproporcionada, de madera,
tallada en el XIII, y policromada en el XVII. Se visita claustro, otras salas,
y una pequeña capilla donde se encuentra la solitaria figura de Santiago que
con brazo articulado servía para ordenar caballeros, los que pasaban en vela o
en blanco la noche anterior, sin dormir, porque vestían de esa guisa y al lado de una vela.
Velando armas. El museo de telas acoge el pendón de las Navas, arrebatado al ejército
árabe así como la cruz que portaba el rey. Interesante visita, amena y llena de
historia. Ya en Burgos paseamos con escasa luz. La navidad en forma de mercado
en la plaza de la Catedral. Villancicos y algún tiovivo. Nosotros también damos
vueltas, el centro es pequeño y se recorre enseguida. La Catedral a punto de
cerrar al turismo; en las capillas de culto se ve el Cristo de Burgos. Paramos en
San Nicolás de Bari tras largas escaleras. Iglesia eclipsada por la Catedral,
acoge rosario, con letanías uniformes. El retablo enfrente. Se ilumina un poco
antes de comenzar la misa. Quizás diez personas. Asombrados ante un espectáculo
diferente. Encargo de un rico mercader para su enterramiento, lo realizó
Francisco de Colonia, en piedra caliza, a primeros del XVI. Cuento 48 escenas y
126 ángeles en la escena principal, dedicada a la coronación de la Virgen. Algo
diferente e irrepetible. Acaba la misa, breve y se inaugura exposición de
pintura, de la artista Belen de la Parte. Algunas composiciones muy interesantes,
de colores definidos. Pincho de tortilla de premio 2015 y tapas en Maricastaña.
Patatas verdes y curiosos callos de bacalao. Burgos se anima y se pueblan los
bares aún en jueves. En concierto, Monismáticos, dúo burgalés que se atreve a
versionar todo, desde Edith Piaf a Moon river. Lástima de sonido. Ya en la
calle cruzamos el Arlanzón. El PP prepara el inicio de campaña. España en
serio. Parece una broma. El Hotel esplendido. Antiguo convento mercedario, el
claustro es en la noche remanso de suave luz y paz.
martes, 8 de diciembre de 2015
tierras de burgos

domingo, 6 de diciembre de 2015
ya es tiempo
Yo veo a un señor comer sólo. Yo veo
mascar la soledad. Quizás sea uno de esos clichés que hemos aprendido o que nos
hemos fabricado. Un descorazonador engaño. Ya es navidad y nadie debería estar
sólo. Yo veo las luces, lo dicen las tiendas, las películas de tarde y los
anuncios. Y aunque luzca el sol, y el frío sea tibio y la nieve no exista,
alguien se empeña, empezando por el calendario, en que es, se acerca, vendrá,
llegará ese tiempo del año. Y la música que acompaña a Justino moverse entre
maniquíes también lo anuncia. Yo oigo campanas, ángeles que escuchan. Melodías
que avanzan, frenan, siguen y paran, nada es eterno. Sueños incumplidos. Yo veo
al señor que se levanta, paga y se va. Rutina
para espantar a un fantasma solitario que yo imagino parece perseguirle y
acompañarle sin habla.
sábado, 28 de noviembre de 2015
el paular

el divino
Es día de
aniversario, el Prado cumple años y la entrada es gratuita. Son las diez y
veinte minutos de cola son necesarios para acceder a las salas. Mayoría de turistas. Derechos a
la exposición del divino Morales. Inconfundible. Sus vírgenes jóvenes de ojos
entornados mirando a la criatura son reconocibles. Ya los grados de belleza
difieren. No así los niños, desmerecen sobre la creación de la madre. Rostros
serenos o resignados en su mayoría, me sorprende la colección de vírgenes con
sombrero o gitanas, como la de la colección Arango. Y para destacar también,
dos obras del Prado, las tituladas Virgen de la leche y Virgen del huso. Otra exposición,
la de Federico de Madrazo, muestra a un retratista excelso, casi fotográfico. Y
ya en los lugares comunes recorremos las salas conocidas, con los cuadros ya
vistos. El Bosco atrae multitud. El laberinto del Prado deja paso a un sol de
otoño. Sonidos de carrillón en la carrera de San Jerónimo. Fotos con los
leones. Gente y trasiego de jueves laborable. Trenes que silban y miradas
furtivas. Cabalgar vías en caballos de acero, que diría un nativo.
nanaísmo

Se vende arte y más. Sorprende la estética de los bodegones de Rafael Jiménez y su plastilina de infancia trasplantada a la creación. Y el objeto de la visita, Lucie Geffré, deja dos retratos de perfiles definidos y sombras que llenan el espacio restante. Sugerente y atractiva la obra de una autora que reside en ese pueblo de artistas llamado Olmeda de las Fuentes. En el Quinto Vino de la calle Hernani las croquetas están buenas y debe estarlo también el cocido que es el menú del miércoles y al que llaman los comensales para reservar mesa. Todo completo por hoy y para los sucesivos se va llenando. El local es antiguo y profusamente decorado. Sigue el sol, constante. Y paseando, paseando, acabamos en la calle del escritor Perez Galdós. Ya es Chueca. Comida del norte en el Mesón Planeta donde la tele sigue el minuto de la masacre de París. La vida sigue o continúa, dicen algunos. Y no hay otra. Toca cercanías, las estaciones se suceden, Sol, Atocha, mucha gente, algunos policías. En Delicias, en su esquina, una iglesia y un lema, “mis delicias son estar con los hijos de los hombres”, del Libro de los Proverbios. Paseando al Matadero, ya no hay degüello. Hay espacio para actuar, para mostrar, para sentarse o para leer. Naves donde las paredes ya no muestran sangre, sólo ficticia. Espacio para sentarse al sol en una hamaca de madera. La casa del lector acoge una exposición, La oficina de San Jerónimo. Curioso espacio dividido en varias salas. Arte y literatura de la mano. Dicen que tradujo la Biblia del griego y del hebreo al latín. El comisario de la exposición, uno de ellos, Eduardo Arroyo, ha querido eliminar información sobre los artistas que presentan al santo. Nos lo dice el cuidador de la sala. Ha sido deliberado, no entiendo el por qué. “San Jerónimo se nutre del texto que traduce” dice la primera sala, con 17 obras. Una es reconocible, de Ribera, no hay duda y nos lo confirman. El resto quedan indefinidas. Se suceden las salas, con mas pintura o fotografía, sorprende esta colección titulada “estilita” o como nunca los dos pies estuvieron sobre la tierra a la vez. Hay óleos de Carlos García Alix llenos de libros o colores de Rafael Cidoncha o despedidas en una guerra que pinta Alfred Courmes. Diferencias con lo establecido. En la segunda planta de la casa se puede ver otra pequeña exposición dedicada a Giuseppe Tomasi di Lampedusa, escritor italiano, famoso por su obra el Gatopardo. Las vitrinas y expositores giran alrededor de esa obra, llevada al cine por Visconti y donde deslumbra la veinteañera Cardinale. Afuera la vida no para, los niños salen y entran, ya no trabajan el maíz, y mas pronto que tarde se hizo de noche entre túneles y estaciones, y sólo la luz que llega por cable permite atisbar sombras.
guillén
No entiendo a Jorge Guillén, o
quizás sea mejor decir que no conecto. No saco jugo a la lectura de unos versos
que se me escurren. Es una pequeña antología. Sólo Vida urbana me dice algo,
entendible con palabras que crean imágenes, asociación clara y precisa. El resto
fue leer como niños en la escuela, como cuando juntábamos sílabas, y luego
palabras, y luego frases, y luego el sin sentido, y el olvido de lo recién leído.
Desnudo. Jorge Guillén. 1998
sábado, 7 de noviembre de 2015
desengaño
Es en la sala Espositivo, en calle Loreto y Chicote, homenaje a Loreto
Prado y Enrique Chicote, dúo teatral que empezó a trabajar a finales del XIX. Pareja
artística y real aunque nunca llegaran a casarse. A primeros del 36 se dio nombre
a la calle actual. Allí se ha abierto recientemente esta galería, espacio para
nuevos creadores. Es Desi Civera la joven artista que ocupa las paredes con un
título sugerente, Desengaño. Las paredes son blancas, con cal tapando piedras
bastas, algunas maderas. Recinto que se acopla perfectamente a lo expuesto. También
una televisión emite un video. El que tomó la creadora filmando de frente a
vecinos y habitantes de la calle cercana de tal nombre. Ante el video, libertad
para reír o llorar, o simplemente para mirar. Y decir una palabra, lo que les
sugiera desengaño. Esa palabra y un fotograma sirven para identificar a los
retratados. Retratos en óleos sobre tabla, indefinidos, incompletos,
diferentes, pequeños, y alguno grande. De mirada firme o tapada. El retrato
como arte supremo de la pintura. El alma y algo más, aquello que solo ve el
autor. Mi desengaño viene después, a escasos metros una muchedumbre hace cola,
inmensa, para entrar a una de esas cadenas de ropa barata, se llama Primark. Nunca
habrá colas para ver arte a pequeña escala, alejado de los grandes museos, pero
arte mayúsculo en su idea y ejecución. No saben lo que se pierden.
tiempos
Cuenta Vallejo Nájera en sus memorias que uno de sus profesores, el
Padre Medina, les daba tres normas para escribir bien, a saber, leer,
simplificar el estilo e imitar a Azorín. Leo yo ahora a este último, y quedo
prendado a través de sus pequeños ensayos. Sale a la calle y observa, describe,
y reflexiona. Viaja y filosofa. Estudia y crea. Se pregunta y deja abiertas
respuestas, pero augura que algún lejano o cercano día desecharemos la idea de
que somos el centro de la creación. Llegará en un instante de reposo o
silencio, como aquel otro en que desempolvamos libros de la casa vieja, que
ojeamos, “libros que no dicen nada y lo dicen todo, puesto que es nuestro
espíritu, atosigado por la soledad y el silencio, quién habla en ellos…”
Tiempos y cosas. Azorín. 1971
sábado, 31 de octubre de 2015
poesía
No hay referencias en google. El buscador no contiene todo. Nunca lo
tendrá. Ni siquiera se puede saber si todavía habita este mundo. Nació en
Manzanilla, provincia de Huelva, en 1921. Y le gustaba escribir. Y en editorial
desconocida lo hizo y bookcrossing hizo el resto. Su libro de poemas habla de
aquello que habla el ser humano, de amor, vida y muerte. De recuerdos y de
añoranzas también. Y no la hay mayor que la que busca la infancia.
Yo quiero ser niña, por qué habré crecido,
yo quiero ser niña y volver al nido.
Caricias de seda. Francisca Carrasco Fuentes. 2000
juan XXIII
Biografía al uso. Relato cronológico. Echo en falta cosas. Viajero y
diplomático en su labor de nuncio. Negociador, paciente. Echo en falta la
mirada al interior. Quizás sea de difícil de plasmar. Dicen que era buena
persona. De él dijo el político francés Robert Schuman que “es el único hombre
en todo París junto al cual se tiene la sensación física de la paz”. Quizás en
esa frase se resuma todo. Y lo demás sobre.
Vida de Juan XXIII. Gino Lubich.1965
asunto de familia
La familia como objeto de estudio. Los personajes se presentan y se
dibujan antes de la fiesta. Luego llegan al lugar donde celebran el cumpleaños
de quien parece ya estar fuera del mundo. El padre invalido, ausente en
espíritu. Quizás oiga las maledicencias y demás. Llegan más invitados. Escenas de
reencuentros no azarosos. Interesados. Ser alguien, consecuencia de pertenecer
a una familia. Lo dice una niña, inocente y ajena al drama. Conversación con su
primo, que asiente sin más, ya no es inocente. No quiere despertarla de su
sueño. Conciso y preciso ejercicio de análisis de eso llamado familia.
A family matter. Will Eisner. 1998
domingo, 25 de octubre de 2015
platón
En este mundo donde todo se aplaude, estupidez incluida, con programas
de tv donde se aplaude más que se habla, donde el aplauso es estridente,
desaforado, de idiota feliz, me fascina Emilio Lledó y su sencillo
análisis de la realidad. Dice que Platón se planteaba si el político podía ser
feliz y lo hacía porque no está claro que el que se ofrece a los demás pueda
permitirse el lujo de la felicidad.
No se entiende a Platón. No se lee a Platón, los políticos cierran legislatura y se hacen fotos y selfies delante de los leones. A algunos no se les conoce palabra ni voz, y parecen orgullosos después de que las cosas sigan más o menos igual, después de hacer poco o nada. Todo teatro. Puro teatro, silbidos y aplausos de pantomima, me quedo y me estimula más el otro mundo, que no se retransmite, que camina entre sombras, que navega calles pobladas y desiertas, que se esconde en bares, que incluso juega a expresarse, que aprovecha un espacio, un momento, un minuto, incluso en el baño, con rotulador en puerta, para gritar en silencio, “Yo ya no lo tomó cada ocho horas”. Mi aplauso para él o ella.
No se entiende a Platón. No se lee a Platón, los políticos cierran legislatura y se hacen fotos y selfies delante de los leones. A algunos no se les conoce palabra ni voz, y parecen orgullosos después de que las cosas sigan más o menos igual, después de hacer poco o nada. Todo teatro. Puro teatro, silbidos y aplausos de pantomima, me quedo y me estimula más el otro mundo, que no se retransmite, que camina entre sombras, que navega calles pobladas y desiertas, que se esconde en bares, que incluso juega a expresarse, que aprovecha un espacio, un momento, un minuto, incluso en el baño, con rotulador en puerta, para gritar en silencio, “Yo ya no lo tomó cada ocho horas”. Mi aplauso para él o ella.
sábado, 17 de octubre de 2015
espectador
Espectáculo 27 años después. Mismo pabellón remozado y reconstruido,
mismos equipos y mismo resultado. Cuarenta y ocho minutos dan para meter las
mismas canastas, unos y otros. De Boston vienen los Celtics para enfrentarse al
Real Madrid. Un recinto a rebosar. Idas y venidas en la cancha. De jugadores,
de los que lo fueron, de bailarinas y de saltarines de colchoneta. Música y
sonidos de zapatillas sobre madera. Y aplausos. La NBA visitó Madrid de nuevo. Que
la siguiente espera no sea tan larga. Volvió Amenábar en forma de Regresión al
cine. Correcta nada más. Decepcionado quizás. Película de poli que investiga
oscuros hechos. Colores grises en cielos plomizos de tierras americanas. Demonios
reales o inventados. Es sábado y mucha gente en las salas. También en el Lara
que en su sala off muestra Aislados. Obra de dos y para dos actores que no
paran de hablar intentando hacer reír al público. Y a fe que lo consiguen. No hay
nada más difícil. Aplausos para ellos. Las calles siguen animadas en la
madrugada de un domingo que no lo será tal, víspera de festivo. Es la fiesta de
la hispanidad, o nacional, no se sabe cómo llamar a las cosas para no herir
susceptibilidades y levantar pasiones. Síntoma de nación de naciones o de país que
no se pone de acuerdo ni en lo básico. Y el Museo de América, alejado del
mundanal ruido, en Ciudad Universitaria, que despierta libre de alumnos, es un
buen sitio para pasear, al que ni siquiera la gratuidad de la visita lleva más
público. El museo tiene de todo y bien puesto. Ideal para niños o jóvenes o
para adultos que quieran aprender. Organizado temáticamente en dos plantas
repletas de espacios y vitrinas que descubren historia, sociedad y realidad de
aquel continente. Me sorprenden las escenas de mestizajes que se repiten en
diversos autores que retratan en lienzos escenas de hombre, mujer y descendientes,
y que pretendían mostrar y nombrar las diferentes mezclas raciales que se iban
estableciendo. Modelos para estratificar la sociedad y también para reflejar
costumbres y usos de la época. También espacio para descubrir que en la
expedición de Malaspina, de 1788, viajaba el pintor Juan Ravenet, italiano,
encargado de plasmar gráficamente aquello que se fuera viendo. Un par de
trabajos aparecen entre las vitrinas. Uno de ellos es el de la Mulata de
Manila. Lápiz de otro tiempo sobre papel, dos siglos hace ya de aquello, pero el
resultado es espectáculo, también.
sábado, 10 de octubre de 2015
sida
Fue noticia y ya no lo es. La enfermedad es noticia hasta que los
medios deciden que así sea. No sólo eso, los medios controlan la deriva que
toman nuestras mentes. Nos generan preocupaciones que luego se diluyen. Y detrás
de los medios hay personas, interesadas, siempre, en alienar, más o menos, en
asustar, más que menos. En desinformar, muchas veces. Leo un libro sobre el
sida. Sale a la luz la enfermedad en junio de 1981. Los primeros casos. Se suceden.
Miedo, investigación, competencia entre doctores y laboratorios, siempre el
yoísmo. 78 millones de casos, más de 39 millones de muertos. Sigue la lucha,
ahora hay terapias que retrasan el desarrollo de la enfermedad, que reducen la
carga viral. Terapias que no alcanzan a todos los países. La prevención como
arma ideal. Vacunas en el horizonte. Todo ello fuera de los medios. El libro
habla de luchadores, de médicos y enfermos. De cuidadores y hermanas de la
caridad, “más grandes que el amor”, que dejan en ridículo la definición teórica
de una palabra que solo conoce de hechos.
Más grandes que el amor. Dominique Lapierre. 1990.
vidas
La acusada tuvo ganas de morir. Quizás las tiene ahora también. Su hija
asesinada, ella juzgada. Luces y sombras en una figura de negro. La muerte llegó
también para otra niña, quién no pudo casi ni vivir, sólo luchar, a su lado sus
padres, peleando para que su hija tuviera una muerte digna. Música y
conversaciones en consulta de dentista, y el sol que no se retira a ningún
cuartel de invierno u otoño mientras la luz languidece o palidece y los mismos
asuntos ocupan una vida política intrascendente y monótona donde sobran pasados
y faltan responsabilidades, donde no se conoce al que era amigo, ahora
delincuente. Decía Baltasar Gracián que las etapas de la vida se dividían en
tres, la que había que vivir con los muertos (leer), dejando paso a la que
había que vivir con los vivos, para acabar dedicándose a uno mismo, o etapa de
filosofar. Cada uno sabe dónde está y donde no quiere estar, o al menos debería
saberlo, si no, es que tiene un problema, suyo, particular, propio, al fin y al
cabo, no hay más vida que la de cada uno, las demás se respetan y observan,
para aprender, olvidar, soñar o regocijarse, o para nada. La televisión nos
trae vidas y mentiras, o medias verdades, menos que medias, incompletas,
emociones falsas, delante de cámaras que rara vez filman la verdad, salvo
cuando los caníbales del morbo esperan pateras o camiones repletos de seres humanos
explotados. En las vidas reales suele haber dignidad y portazo a la exposición.
Y el silencio, el gran silencio no llega, salvo en cumbres remotas y nevadas
donde es difícil subir. De los muertos se aprende, de los vivos también, y yo
aprendo, una palabra nueva, propiocepción, o de la percepción de cuerpos
extraños en nuestro organismo, como un implante dental, insensible. Hay otros entes
extraños incrustados en nuestra sociedad, que nos llaman a deshoras y que
generan miles de desempleos. Son máquinas que hacen encuestas o nos preguntan
cosas, engendros sin capacidad de responder a nuestro saludo, que se pierde estúpidamente
al descolgar el teléfono. Me niego a hablar. Tras colgar, el silencio, al menos
mío y libre.
sábado, 3 de octubre de 2015
historia
Ya lo decía Blanco White en los albores del siglo XIX, “los españoles
deben comprenderse y convivir, si no quieren destruirse por principios y
pasiones”. Acertó. Hay historia y mucha en este libro, obra que bucea en los
olvidados, en los que no hicieron historia de estudiar, pero sí la suya. En los
que no forman parte de textos pero vivieron su tiempo de gloria efímera o no, o
simplemente miseria. Personajes olvidados, ya lo dice Juan Eduardo Zúñiga, “pasarán
los años y lo olvidaremos todo, y lo que hemos vivido nos parecerá un sueño, y
será un tiempo del que no convendrá acordarse”. Personajes que no salen tampoco
en conversaciones o tertulias. El olvido los alcanzo antes de tiempo. Desentrañar
brumas de la historia, eso hace el historiador, con papel y arrestos para
bucear en papeles y legajos, y luego plasmar, pero no con estilo de academia en
este caso, sino con prosa que vibra y se recrea, tanto que a veces asusta. Y para
finalizar, una oda al puente, o al diálogo, o a la palabra como sustituto de la
barbarie que tiñe la historia.
¡Si consiguiéramos hacer un puente! Pero a veces uno pregunta, si las orillas quieren y no prefieren el abismo que las separa. (Salvador Madariaga)
Los perdedores de la historia de España. Fernando García de Cortázar.
2006
una puerta
Desgranar en dos meses una vida parece complicado y mas cuando el que
narra está enfermo de muerte, sabedor de un desenlace próximo. Y entereza
respira la conversación que bucea en la vida y obra del doctor. Se exploran
todas sus facetas, la profesional, la de escritor y la de pintor. Y sobre todo
la de ser humano, volcado en su familia. Hombre de profunda convicción
religiosa, quizás la fe le sostiene en esas últimas semanas de vida. Queda sobre
todo el reflejo de un hombre de bien capaz de hacer eso que él titula como proyección sentimental, o capacidad de contagiar sentimientos al
interlocutor. Simpatía, dicen de él, algo gratuito.
La puerta de la esperanza. Juan Antonio Vallejo-Nágera-Jose Luis
Olaizola
domingo, 27 de septiembre de 2015
la gran belleza
El arte según Pessoa. Ir al final. El
arte según Sorrentino. Vea "La gran belleza". Película italiana de 2013. Diferente.
Novelista de una sola novela como protagonista. Fiestas con vistas al Coliseo
en una Roma nocturna. Bailes que no van a ninguna parte. Vacuidad y mezquindad
en personajes. Al borde de la desesperación algunos. La esconden en la noche. Vivir
para seguir viviendo. Diálogos incisivos. Y mucha música y mucho baile. E imágenes
que alternan simetrías y belleza. La diferencia de que te guste “el olor de las
casas de los viejos”. El mar por techo imaginario con sonido de olas y
gaviotas. Y la nostalgia que asoma al final de la vida. A cámara lenta a veces,
se filma como recurso para alargar el tiempo y creer que todo dura para
siempre. En busca de la gran belleza, un hombre solitario, inalcanzable. Imprescindible.
El arte es un excusarse de actuar o de vivir (Pessoa)
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