sábado, 23 de febrero de 2013

casa de alba

La nobleza acumula riquezas y la nobleza las enseña. Atesorando arte a lo largo de la historia, el legado de la Casa de Alba, o una parte de él, se hace ahora público, se expone al visitante. El lugar, el antiguo edificio de Correos, en Madrid, planta baja. Gran afluencia de público para ver algunas de estas obras maestras. Algunos de los grandes, como Goya o El Greco están ahí, o La Virgen de la granada, que el niño quiere comer, de Fra Angelico, la cual sorprende por sus vivos colores. Las letras de Colón en cartas autógrafas dan paso a un breve dibujo del relieve de La Española. Años han pasado por esos papeles donde cuesta entender la letra del descubridor. Y aparece Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, con tapiz que parece cuadro en la distancia, y con busto de mármol blanco, esplendido, que marca una tristeza que el autor no quiso evitar.

domingo, 3 de febrero de 2013

antecedentes

Carlos Cano le dedicó un pasodoble. Escritor británico, pasó gran parte de su vida en España y murió aquí. Escrito en el año 1943, este libro define a alguien que conoce bien por dónde pisa. Gerald Brenan. Quizás haya que ver el país desde afuera o desde adentro con ojos objetivos, no contaminados, para diagnosticarlo, y eso es lo que hizo el autor, en este caso analizando la guerra civil que había acabado cuatro años antes. Disecciona la contienda, y emite juicios sobre nuestro mundo. Habla de la apatía comercial e industrial de los castellanos como causa de las ansias separatistas de la periferia, junto con el mal gobierno central. Habla de la incapacidad de entenderse, de una España que es el país de la patria chica, donde el sentir regional o municipal parece prevalecer. Donde la indisciplina parece inherente a la persona. Decía Foscarini, embajador de Venecia en Madrid a finales del siglo XVII que a los españoles les faltaba voluntad para salvar su estado. Ese pueblo paciente y fatalista ante el cacique, que piensa que la política no va con ellos, porque la corrupción parece estar no a flor sino debajo de la piel, enraizada, donde los pobres mantienen la Hacienda, donde el trabajo llegó a considerarse como algo degradante, donde la pereza se extiende. En fin, el análisis de Brenan parece desolador, será que las heridas estaban sangrando todavía, será que había que buscar causas para la locura de matar. Será que los males del XVII son los mismos de entonces, y qué lástima, de ahora, lo decía por aquel lejano siglo Martínez de la Mata, “cada hombre piensa únicamente en su utilidad presente y en modo alguno en la futura”. Y entre todo ello, o de todo ello surgió lo ya conocido, tres años encerrados en el laberinto de la sangre.


El laberinto español. Antecedentes sociales y políticos de la guerra civil. Gerad Brenan. 1943