domingo, 23 de agosto de 2009

tiempo de silencio

Retrato de un tiempo de posguerra en nuestro país, las vidas entremezcladas de los diversos personajes ofrecen una novela atractiva, difícil a veces, memorable en algunos pasajes, con un estilo incisivo, crítico de la realidad social. Autor desconocido para el gran público, fallecido a temprana edad dos años después de la publicación de esta obra, primera razón para el olvido, olvidado también desde la oficialidad del régimen, por su denuncia y por su adscripción política, rescatado poco a poco para deleite de los lectores, no se arrepentirá de su lectura.

Tiempo de silencio. Luis Martín-Santos. 1962

el miedo

Libro “concebido contra la guerra”, reflexivo, alejado de patrioterismos, producto del sufrimiento padecido en propias carnes por el autor, combatiente francés en la primera guerra mundial, crítico con la especie humana, “imbéciles e ignorantes”, crítico con el soldado, “víctimas de su estúpida docilidad”. Intenta sustraerse al sentimiento del deber, dice que va a la guerra por curiosidad, el deber le pasa de largo, pero acaba sumergido como todos, con mayor o menor fortuna, herido, curado y reintegrado al frente, sumido casi permanentemente en el miedo, el que titula la obra y que impregna todos los rincones, del que nadie suele hablar y que todos sienten como propio y perciben en el compañero. El miedo, descrito de forma desgarradora, no sé si se puede retratar mejor. Con suerte, vivió para contarlo y seguir escribiendo, y para permitir a los lectores reflexionar sobre “la inmensidad del mal”.

El miedo. Gabriel Chevalier. 1930

realidad y Dios

Uno de los objetivos que consigue el libro de Vicente Ferrer es convencerte de que la teoría de la acción es válida, no sólo válida, sino la única, el camino obligado para acabar con la miseria y el hambre. “Acción para remediar el sufrimiento”, dice. Acción para dejar de teorizar en cumbres mundiales y en discursos rimbombantes. Acción descontrolada, dirán unos, gota en el desierto, dirán otros, pero suma y sigue, diremos los demás. Suma para paliar y remediar, porque el hambre no espera. Vicente Ferrer habla de Dios, y mucho, en su libro, ser infinito en el que creía, por oposición a una nada que se le presenta como carente de sentido, nada en la que los desencantados no creemos, pero en la que sí navegamos o nadamos, buscando maderos a los que aferrarnos, tablas que den sentido, luz o felicidad, aunque sea por un instante. También él tiene la respuesta para los no creyentes, la acción, la misma que nos puede seguir llevando hacia el utópico objetivo de humanidad perfecta, común humanidad donde el amor a uno mismo y el amor al prójimo se equilibren en la balanza.
El encuentro con la realidad. Vicente Ferrer. 2003

mal de escuela

De lectura obligada para todo aquel a quién le importa la educación, para profesores, para padres, para público en general, quizás para algunos alumnos de cierta edad; tanto para tan poco, tanto para acabar en una palabra, tanto para volver al origen de todo, al motor del mundo, todo se resume en la magia de cuatro letras. Hasta llegar ahí, camino necesario, exploración de todos los actores implicados, definición del problema, planteamiento de soluciones, método, y el toque impagable. Desde el tonto de capirote, así llamado el alumno que interioriza su supuesta anormalidad, al padre o madre desesperados, que imploran soluciones; el maestro en medio, de toda clase y condición, buenos y malos, exitosos o no; ¿Qué ayuda ál éxito? La transmisión de tu entusiasmo, producto vocacional, la pasión comunicativa, y para terminar, la pizca de amor, cuatro caracteres para terminar de aliñar una lectura imprescindible.
Mal de escuela. Daniel Pennac. 2007

docilidad

Los ciudadanos nos hemos vuelto dóciles, despotricamos de palabra, que no de obra. Palabras tertulianas, imitadores de los especialistas de todo tipo, nos quedamos en eso, en charlatanes, nos falta dar el paso siguiente, acción, denuncia, reclamación, voto,… Un ejemplo, Vitoria, capital de Euskadi, donde la diferencia se palpa, la que cada uno quiera buscar, la real y la ficticia, la inventada y la que se plasma en servicios públicos de primer nivel. La excepción confirma la regla, estación de autobuses, muchos años desde la desaparición de la vieja, más de diez, se apeló a una temporalidad que se ha vuelto casi definitiva, excepto en las voces de los sucesivos consistorios, de todo signo político, es decir, que prometen lo que saben que no van a cumplir, que pasan sin más sobre ese asunto. El caos, el desastre, riesgo real, de ser atropellado, golpeado, pruébelo. El tercermundismo en Euskadi, capital Vitoria, donde los políticos se ríen mutuamente sus vergüenzas, con aire de satisfacción, con aire de obviar lo obvio, lo que muchos ven y ellos no, bastión de incongruencia en tierra vasca.

la cañada

El paradigma del mundo moderno, la constatación de la normalidad, la vida misma, ostentación y miseria, lujo y caos, vergüenza al lado de casa, vergüenza que salpica, a quién tiene la mente abierta para ser salpicada. La cañada real de Madrid, cuarenta mil personas, algo sin importancia, marginadas, algunas por deseo propio, la mayoría por definición. Ahora, de repente, surgen voces, oficiales, asentamiento ilegal, desalojo, fuera, como si fuera fácil, como en la tele, dignas de magia de Copperfield, el que hace desaparecer realidades. Para reír o para llorar, depende del día o del ánimo. ¿Tendrá algo que ver con Madrid 2016? ¿Limpiar por decoro, por exhibición? Responda a la pregunta: y usted como madrileño, o mejor como persona, ¿de qué se sentiría más orgulloso?, ¿de organizar olimpiadas o de integrar en nuestra sociedad a esas cuarenta mil almas?

obtusismo

Una tarde de Agosto en la radio, el especismo clama para que todo animal dotado de sistema nervioso central tenga una muerte digna y sin sufrimiento, lo que nos lleva directamente a abolir el consumo de carne, es decir el sacrificio de vacas, cerdos, corderos, etc. No sé si se puede vivir sin proteína animal toda una vida, lo que es seguro es que unos años sí, sino que se lo pregunten a los que viven en tantos países sin animal ni nada que se le parezca que echarse a la boca. Los indios de la India dejan campar a las vacas, no se las comen, animal sagrado, la religión, divino problema, creando hambrientos allí donde la miseria alcanza cotas televisadas, que nos atragantan nuestros almuerzos y meriendas. El especismo, como movimiento en contra de los toros, la llamada fiesta nacional; mucho se puede hablar sobre esta fiesta, a favor y en contra, tanto como para preguntarle al pueblo, pero con la abstención política que nos caracteriza, no creo que llenáramos las urnas. Pero bueno, ojala desemboque ahí algún día el movimiento. Y que el pueblo juzgue, los argumentos de verdad y los de mentira, aquellos que en boca de adultos me hacen pensar en el obtusismo, o una forma especial de obcecarse en lo accesorio, estando el mundo como está, lleno de problemas de verdad, sólo que son humanos, y estos problemas asustan.

miércoles, 5 de agosto de 2009

boicot

Cual mosca cojonera, sus elucubraciones nos plantean preguntas, nos hacen reflexionar. Los defensores de las causas perdidas, los internacionalistas, los señores del sindicato LAB, cercano al entorno radical vasco, demandan ahora, en masiva pegada de carteles, el boicot al Baskonia, club de baloncesto, antes TAU, ahora Caja Laboral. Piden que la gente no se abone. ¿El motivo? Haber fichado a un israelí, Eliyahu, fotografiado en la denuncia al lado de soldados israelíes, de visita a las tropas durante la última operación militar contra Gaza.
Incongruentes e incoherentes al máximo, los denunciantes se erigen en tribunal de la santa y única verdad. Quizás debieran de boicotearse a ellos mismos. Quizás debiéramos boicotearnos todos, es decir callarnos, porque a la mayoría nos visita la incoherencia a menudo y a veces se instala en nuestras vidas, es entonces cuando vemos la paja en el ojo ajeno, nos sentimos dueños del mundo y acabamos diciendo lo que no debemos.
Adela Cortina, catedrática de Ética y Filosofía Política, viene a mi rescate:
“Anular esa posibilidad (la libertad de conciencia) es apostar por la Raza, por el Estado o por el Partido, por lo contrario de la sociedad abierta”.
Somos libres para ir al baloncesto o para afiliarnos a un sindicato, somos libres para dormir entre las sábanas, soñando con patrias redentoras y revoluciones sangrientas, con ejercicios de ridícula valentía. Hasta somos libres para no condenar la absurda muerte del prójimo, del asesinado, libertad que otorga el sistema que ellos repudian, el que les gustaría sustituir por su verdad, autoritaria, dictatorial e incongruente, para instaurar sus Razas y sus Estados.

martes, 4 de agosto de 2009

bodas de oro

Patxi Zabaleta, dirigente de Aralar, critica el 20 de julio la cruzada del gobierno vasco contra las fotos de presos. Dice, “el camino de la paz es el respeto recíproco de todos los supervivientes, la capacidad de reconocer a todas las victimas, sea cual sea su ideología y las causas por las que son víctimas”. Palabras que parecen sacadas de un archivo posterior a una gran guerra, llena de víctimas inocentes por ambos lados. Craso error el que encierran estas palabras. Aquí no hay guerra, aquí no hay conflicto, aquí hay buenos y malos, policías y cacos, policías y ladrones, o policías y asesinos, sólo que esto no es un juego, esto es real, de cada día. Palabras que suenan a iglesia, bonitas, reconciliadoras, pero fuera de contexto, palabras que suenan a análisis de conciencia, pero fuera de contexto. Aquí no va a haber justicia divina, hay cuerpos asesinados que claman a la justicia terrenal, que buscan la minúscula recompensa de ver al estado de derecho aplicando la ley, nada más, Celebran los cincuenta años de existencia matando, bodas de oro y sangre, demasiados años riéndose de los muertos y de los que los velan.

una ciudad

Cosmopolita, bulliciosa, veraniega, callejera, mejor que Madrid, dicen algunos, los que comparan, grande, turística, playera, moderna y antigua, con solera, arquitectura de vanguardia, movimiento, compras, novedades, fútbol, la pasión, el recuerdo del triplete, calor y calurosa, manos tendidas que piden, vidas callejeras, que se agotan actuando para nadie, que no para nada, la vida en dos o en tres o en cuarenta palabras, la vida según Barcelona.