sábado, 27 de junio de 2015

martí


Leo con verdadero entusiasmo la biografía de Martí, el Apostol, el considerado aglutinador de los sueños de independencia de Cuba respecto del imperialismo español. Hijo de valenciano y canaria, su vida transcurre en prisiones y exilio, ya encarcelado a los 17 años es deportado para pasar por Madrid, Zaragoza, Paris, México y Guatemala. Volverá en el 1878 cuando se permite la vuelta de exiliados tras la guerra de los diez años que dejó mas de dos 200.000 muertos. Habrá nueva detención y exilio de nuevo a España desde donde irá a Nueva York y Venezuela. La ciudad norteamericana será su base de operaciones durante años para crear el caldo de inquietud entre tanto deportado que habita allí y en otras islas del caribe. En contacto con los cabecillas de interior de Cuba, héroes de guerras pasadas, encabeza el cartel que desembarca en la isla para ir a morir semanas después en enfrentamiento con los soldados españoles. Es mayo del 95. No llegará a ver el triunfo del 98. Es Martí un coloso de la palabra, orador, articulista infatigable y poeta. Es este un libro ajado, de tapas naranjas descoloridas, de veinte céntimos su precio de ahora, no sale caro el disfrutar, con marca páginas de sello de cinco pesetas juan carlista y con otro que es recorte de publicidad. Es el protagonista amante de las mujeres, enamoradizo, es su vagar por el mundo en busca de patria un camino árido y difícil.

Para acabar, una cita y un fragmento de la poesía dedicada a la niña de Guatemala:

 “determinado a llevar mi vida por donde a mí me parece que va bien, que es por donde se va sólo y duele andar”

 “…dicen que murió de frío, yo sé que murió de amor”

 Martí el apóstol. Jorge Mañach. 1942

viernes, 19 de junio de 2015

pasión



Vivencia y suceso. Dos capítulos. El suceso es breve. La vivencia, primera, es extensa. Sueños vividos o de esos que transcurren no se sabe cómo. Se recorre una vida y se encuentra a los familiares. Es el protagonista, que a cada encuentro se descubre un poco más, a la par que se explica tantas cosas de su familia que entonces no acertaba a encajar. También encuentra a la mujer que le hechizó en su niñez avanzada y a la que ahora busca hasta fundirse con ella. Pesado a veces, siembra pasión, sumisión, con tormenta de placer final. Adjetivos que desorientan. Redescubrimiento, todo está en uno mismo. Esa es la conclusión. El suceso viene para explicar esa vivencia. No acabo de verlo, sí de leerlo.

El amante lesbiano. José Luis Sampedro. 2000

astillero



Nunca había leído nada de Onetti. Esta novela, casi breve, es oscura, sórdida. Llena de farsas y mentiras asumidas, plena de soledades y de vidas malditas. Y de miseria. A veces me cansa. A veces el lenguaje me supera. A veces me engancho, porque espero desenlaces que llegan.  Personajes que viven por no morir y siguen el camino sin saber por qué.

El astillero. Juan Carlos Onetti. 1961

olvido



El libro viene con plástico, de una biblioteca, marcado con pegatina en lomo, con página primera donde se pega una cartulina con fechas de entrega y devolución. La última anotación es de 2009. Creo que lo leyó poca gente. Se lo perdieron. La biblioteca del condado de Lancashire. Suena a medievo y a películas de espadas y guerreros. El libro no va de eso. El protagonista es un ser humano, uno de tantos que pasan y pasarán, un bastardo, para mas señas, o así llaman a quién nace fuera del matrimonio, del sexo entre marido blanco, griego, y nativa, allá por Africa, Mozambique. Él nace colorado, esa mezcla a los que nadie quería. Reconocido pero apartado, nunca querido de verdad, vagabundo por el mundo, suena a canción, pero la vida es mas triste que las canciones, por mucho que estas lo puedan ser. Y así, de camino, de país en país, buscando a los suyos, al padre, a la madrastra y hermanastros, intenta ser aceptado. Pero se convierte en inadaptado y en vetado en un país, Sudáfrica, que vive el apartheid en su máxima expresión. Al final lo consigue, digamos su nombre, Demitrios. Y él intenta trabajar, se acerca a los que cree le ayudarán, error. Y al final asesina al primer ministro del país, Hendrik Verwoed. Uno de los artesanos del apartheid. Nadie le ayudará tampoco entonces. No ven motivaciones políticas. Sólo a un loco, eso le dicen. Preso, luego interno en un hospital psiquiátrico. Pasa sus días. Luego muere, muy mayor. El autor del libro, serio, respetuoso, lo trata con dignidad, le entrevistó, sacó cosas de su mente. Las escribe, ve al ser ahí delante. Olvidado, a su funeral fueron los dedos de una mano. Olvidado, enterrado sin lápida, para que nadie ose acordarse de él.

A mouthful of glass. Henk Van Woerden. 1998

sábado, 13 de junio de 2015

voces



El caminar en soledad te permite escuchar, cantar o pensar, hablando en la soledad de los pasos, rodeado de ruido de coches, de viento o de voces. Hablando en recinto cerrado, de mente o de cuerpo y escuchando sin querer lo que el otro caminante susurra, habla o grita. Voces que me permito robar.
“Aquí hay mas luz, es mejor que hagas la foto aquí, con la naturaleza”. Consejos de abuelo a nieto, de familia a nieto. Dejad libertad, dejad que haga la instantánea donde quiera. Dejadle ser y hacer. Ahora la voz que contesta parece mayor, en un portero automático. El “¿eres tú?” no suena a sorpresa, es mas bien gozoso. Ella espera. Quizás sea el hijo que viene a buscar a su madre, a sacarla de casa. “Estoy al principio de la calle Velasco”. El coche aparcado, aquí al lado. Los mayores y su recuerdo. “Me gusta la comida de la yaya”, le dice una niña a su padre. Yo le diría que se lo dijera a ella. Se pondrá contenta, orgullosa. El misterio de los sabores, de la infancia, la fuerza de la costumbre. Subo andando desde Atocha, a la izquierda, otra feria del libro, eterna, la de Moyano, un par de puestos abiertos, o tres, en uno de ellos hay clientes arremolinados. Nuevo cargamento recién llegado, el dueño extrae libros de una caja, o varias, como un sobre sorpresa, algunos se quedan en su regazo, otros van a la mesa, a veinte céntimos. Novedades que pasan de mano en mano. En otra mesa, más tranquila, también al mismo precio, cinco por euro. Pareja en el retiro, hispanos, de visita, buscan a uno de los guardias, en el comienzo de la subida al ángel caído. “¿Qué nos recomienda?”. “Todo”. Buena elección, todo merece la pena. A veces se encuentra aquello que se busca donde menos se espera, en el rincón menos esperado, quizás donde hay sombra, o donde no hay nadie, o donde hay rosas, se llama rosaleda, hay pocas, y pocas de color rosa. Fotos y mas fotos. “Ojalá sea siempre así”. Un deseo, se lo pedimos a Alá, al Dios en el que creemos o en el que queremos creer, o aunque no lo hagamos, lo decimos. Que siempre sea así, que nos quedemos como estamos, en este momento, en este instante, o en aquel otro, o en ese otro, en esos de plenitud, de éxtasis, fuera de la rutina, en esos especiales. Sueños y anhelos, que no se cumplen. “Estamos recogiendo firmas”, las que no sabemos muy bien dónde van, a veces nos enseñan unas cajas, quizás alguno de mis ilegibles garabatos esté ahí. “Si es tan importante…”, dicho sin final, se queda abierto. Qué es importante, nadie lo sabe. Se trata de nuestra ponderación, nada mas. Pero nada lo es, sólo si nos paramos lo entendemos. No es necesario sentarse, se puede hacer de pie, se puede uno quedar en medio de una calle, mirar, ante la mirada de los demás, cerrar los ojos y no volar, pero sí respirar, y olvidarse de considerarnos centro de nada, de ningún universo. Y llegar a descubrir que nada es importante. “Ya me cuentas” “Ya te contaré”. Mañana continuará. Seguirán hablando en unas horas o en unas horas, se volverán a ver. Es lo que dicen con las palabras, mantened el contacto, el objetivo. La feria se llena de firmantes. “Si no me firma me va a dar algo”. Parece una adolescente ya algo mayor. Es a lo que ha venido. A por el registro del ídolo, que la mirará, le preguntará su nombre, y ella impaciente en la espera, y casi llorando ahí delante, mientras el bolígrafo escribe algo que ella leerá y volverá a leer y guardará hasta que llegue un día que el libro, en unos años pase a esa cuesta cercana y alguien lo compre por unos céntimos y quiera descubrir quién será, quién fue esa chica de nombre tan bonito, nerviosa esta mañana. Y me voy con la frase mas hermosa, “Qué bonito es el Retiro”, dicho desde el corazón y desde la inocencia. Alguien empuja su silla, alguien que sacrifica su fiesta por estar con ellos, los que no vemos pero siempre nos hacen llorar.

domingo, 7 de junio de 2015

tivissa


Tivissa es un pueblo en la provincia de Tarragona, situado entre montañas que hay que atravesar para llegar al mar. El camping es acogedor, con bungalow de madera y buen restaurante. Siempre recordarán las pizzas. Pueblo que se anda con tres pasos, con persianas enrollables en balcones de forja antigua, verdes.
Recuerdos de anochecer con fotos en el pueblo, la silueta recortada, el sol se oculta. Disfrutar al aire libre en lavadero de antaño viendo bichos y oyéndolos. El tiempo no pasa.
Hay otros pueblos como Mora de Ebro con río que refleja el cielo azul y verdes veredas.
Y un acueducto oculto entre la maleza, en Tarragona, en las afueras, majestuoso, poco visitado, que se dobla en fotos sin querer. Visitas a museo arqueológico en la ciudad, historia romana. Calor. También la Catedral. Espléndido el anfiteatro.
Juegos con olas para combatir el sol, sonrisa y satisfacción, espumas de olas enormes para niños todavía, es Miami Playa. Urbanizaciones y un pueblo que casi no existe. No hay alturas de esas enormes. Las playas son tranquilas.
Pueblo sin reconstruir, para que no se olvide el estrago del odio y la violencia. El viejo de Corbera de Ebro. Las huellas de los disparos y bombardeos, la iglesia desvencijada, recorrer los escombros. Impactante. Las lagartijas se esconden. Recorremos el abecedario de la libertad. Letras esculpidas para señalar diversos escenarios en las ruinas. Mas espacios de batallas. Río enorme que cruzaron los soldados en la guerra, la batalla del Ebro. La misma foto en blanco y negro con el ejercito republicano fusil en mano llegando a la orilla. Mosquitos en Miravet, cuesta para llegar al castillo, panorámica del valle y de escenarios imaginados, de miedos y temores. Mas atrás en el tiempo podrían llegarnos ecos de templarios.
Amposta y su puente que atravesamos, el pueblo con poca gente. De ahí se alcanza el delta. Bici alquilada, con viento en contra, para recorrer arrozales y espacios que confunden lo verde y el agua. Mas cómodo el paseo en barco que sigue la corriente del gran río Ebro para llegar a un mar de nombre por todos conocido. Llanuras sembradas donde se puede comer arroz.
Para finalizar, de vuelta, Zaragoza de paso, el Pilar y alrededores. Subir a la torre en ascensor. Las vacaciones tocan a su fin.


 

sábado, 6 de junio de 2015

2004


2004, julio, nueva excursión al país vecino. Vacaciones de verano en coche para cinco con parada en La Almunia de Doña Godina, un pueblo de carretera, escaso y poco transitado a una hora de la tarde todavía calurosa, incluso en plaza cercana. Inspirador el hotel restaurante, se llama El Patio. De habitaciones pequeñas y pasillos oscuros, de recepción de otras épocas. Pipas al borde del camino, el banco da para muchos, todos sentados. De ahí, a mitad de camino, para llegar a la frontera y atravesarla y buscar Argeles Sur Mer, en tiempos inmenso barracón para refugiados de la guerra civil. Al borde del mar. Un camping, con acceso a la playa, bungalow, también piscinas y juegos. Calles paralelas que sirven de veredas para descubrir alojamientos de todo tipo. Calor y no. Al lado Colliure y su mar, y su cielo azul que evoca Matisse. Castillo que pasó todas las manos. Mejillones en restaurantes al aire libre, cercanos al pequeño puerto. Lo mas emocionante, la visita al cementerio. Discutible, dirá alguno. Allá  descansa Antonio Machado, exilio de apenas un mes en Casa Quintana, cerrada. De escalera que se divide para llegar a los pisos altos, dos. De puertas rojas. De ahí a una tumba que alberga restos de republicanismo en bandera, flores mustias y poemas y notas. Repito, emoción. También ventanas de colores. De ahí a Perpignan, de aroma catalán y refugio de exiliados. De historia común y películas censuradas un poco más abajo. Y río encajonado en jardín de cuento. Y más lejos, viajando al centro de Francia, nos topamos con Carcassone, espectacular recinto amurallado, ciudad medieval tras torres y almenas. Visita obligada. Historias de caballeros y damas. Y enfados, siempre alguno. Los niños crecen, a su ritmo. Escudos y banderas. Puertas de madera, fosos secos. Puentes que los atraviesan. Aromas de batallas pasadas. La edad media revive. Mas, fotos sobre arena y fotos de noche. Playas y mar. Parada en la vuelta en Montserrat. Sus espectaculares piedras y colas para ver a la virgen. Recuerdos de todo tipo en tienda de visitantes. Bajar lo subido, desandar lo andado, caminante no hay camino.

latas


No era mi intención el emborronar una imagen pero una vez hecha no me arrepiento y no la borro y me gusta. Extraña costumbre esa de dotar de estética a las conservas. Lisboa está llena de ofertas que presentan cajas de vivos colores con dibujos de mujeres, pescadoras o acarreadoras, o de peces o de barcos. Estética antes de comer. Y hasta alguna tienda dedicada sólo a eso. Que el turista aprovecha, para comprar o para observar, o para hacer fotos. El colmo quizás del que viaja. Acabar inmortalizando a conservas en lata. Me consuela el que no soy el único, loco, botarate u otro calificativo que almacena instantáneas de esta guisa.

dudas


Publica estos días Savater un libro sobre Voltaire. El primer intelectual, le llama. No es nuevo el que ambos se junten. Ya la novela finalista del Planeta del 93 era un imaginario intercambio de cartas entre una señora francesa afincada en España y el filósofo, ya al final de sus días. Las misivas sirven para trazar una deliciosa sucesión de reflexiones sobre la vida; de eso va la filosofía, algo que nos ayude a entender nuestro alrededor y nos haga mas libres. Perseguido y encarcelado por sus ideas es el francés un ejemplo de lucha contra la intolerancia que presenta dilemas morales, que los evalúa y que toma decisiones y que crea y difunde su pensamiento a través de sus obras. De entretenida lectura.
El jardín de las dudas. Fernando Savater. 1993

jueves, 4 de junio de 2015

flm




El Retiro en sombra o en sol se llena de paseantes y visitantes. Es la feria del libro. Nos agolpamos en las casetas y nos llenamos de bolsas. Algunos en cola para que el autor firme. Otros esperan tanto y al sol que se marean. Los célebres firman, los menos firman poco o esperan que llegue el admirador. Fiesta que disfruto, se lee, y que no se deje, muchos jóvenes y niños. Todos los libros del mundo parecen estar allí. Antes, cuando la mañana era mas fresca, nos perdemos por senderos diferentes donde aparecen vestigios de casa de fieras con fosos o pavos reales donde el macho se expone cual modelo abriendo plumas para llamar a la hembra. También con berridos de alto voltaje. También rincones con estatua ecuestre de señorito andaluz y sombrero cortejando a la moza que asoma al balcón. Contraste de negros y blancos en rincón poco transitado. Y nace como homenaje a los Hermanos Álvarez Quintero, autores teatrales. También el rincón de la Casa de Vacas da pie a la asistencia de mayores sobre todo que esperan que se abra la instalación para admirar la obra de la monja pintora Isabel Guerra; fotos impresas de no se qué forma que asemejan rugosidades y cielos diferentes, óleos de inspiración juvenil y dibujos a grafito que dejan entrever la técnica depurada de una persona autodidacta que retrata sobretodo y también firma libro, el de la paz interior, que no se ve en la feria. Libro con fragmentos que adornan la exposición y que incitan a meditar. De la feria nos despide un gentío, un mediodía ya caluroso, vibrante de luz y moteado con el polvo de un Retiro que se me ofrece sediento, no de habitantes, sino de agua, la que este año no asoma, en Mayo de sequía, la que no vino por los días del Labrador y parecen esquivar los libreros. Que siga la lectura.