sábado, 13 de junio de 2015

voces



El caminar en soledad te permite escuchar, cantar o pensar, hablando en la soledad de los pasos, rodeado de ruido de coches, de viento o de voces. Hablando en recinto cerrado, de mente o de cuerpo y escuchando sin querer lo que el otro caminante susurra, habla o grita. Voces que me permito robar.
“Aquí hay mas luz, es mejor que hagas la foto aquí, con la naturaleza”. Consejos de abuelo a nieto, de familia a nieto. Dejad libertad, dejad que haga la instantánea donde quiera. Dejadle ser y hacer. Ahora la voz que contesta parece mayor, en un portero automático. El “¿eres tú?” no suena a sorpresa, es mas bien gozoso. Ella espera. Quizás sea el hijo que viene a buscar a su madre, a sacarla de casa. “Estoy al principio de la calle Velasco”. El coche aparcado, aquí al lado. Los mayores y su recuerdo. “Me gusta la comida de la yaya”, le dice una niña a su padre. Yo le diría que se lo dijera a ella. Se pondrá contenta, orgullosa. El misterio de los sabores, de la infancia, la fuerza de la costumbre. Subo andando desde Atocha, a la izquierda, otra feria del libro, eterna, la de Moyano, un par de puestos abiertos, o tres, en uno de ellos hay clientes arremolinados. Nuevo cargamento recién llegado, el dueño extrae libros de una caja, o varias, como un sobre sorpresa, algunos se quedan en su regazo, otros van a la mesa, a veinte céntimos. Novedades que pasan de mano en mano. En otra mesa, más tranquila, también al mismo precio, cinco por euro. Pareja en el retiro, hispanos, de visita, buscan a uno de los guardias, en el comienzo de la subida al ángel caído. “¿Qué nos recomienda?”. “Todo”. Buena elección, todo merece la pena. A veces se encuentra aquello que se busca donde menos se espera, en el rincón menos esperado, quizás donde hay sombra, o donde no hay nadie, o donde hay rosas, se llama rosaleda, hay pocas, y pocas de color rosa. Fotos y mas fotos. “Ojalá sea siempre así”. Un deseo, se lo pedimos a Alá, al Dios en el que creemos o en el que queremos creer, o aunque no lo hagamos, lo decimos. Que siempre sea así, que nos quedemos como estamos, en este momento, en este instante, o en aquel otro, o en ese otro, en esos de plenitud, de éxtasis, fuera de la rutina, en esos especiales. Sueños y anhelos, que no se cumplen. “Estamos recogiendo firmas”, las que no sabemos muy bien dónde van, a veces nos enseñan unas cajas, quizás alguno de mis ilegibles garabatos esté ahí. “Si es tan importante…”, dicho sin final, se queda abierto. Qué es importante, nadie lo sabe. Se trata de nuestra ponderación, nada mas. Pero nada lo es, sólo si nos paramos lo entendemos. No es necesario sentarse, se puede hacer de pie, se puede uno quedar en medio de una calle, mirar, ante la mirada de los demás, cerrar los ojos y no volar, pero sí respirar, y olvidarse de considerarnos centro de nada, de ningún universo. Y llegar a descubrir que nada es importante. “Ya me cuentas” “Ya te contaré”. Mañana continuará. Seguirán hablando en unas horas o en unas horas, se volverán a ver. Es lo que dicen con las palabras, mantened el contacto, el objetivo. La feria se llena de firmantes. “Si no me firma me va a dar algo”. Parece una adolescente ya algo mayor. Es a lo que ha venido. A por el registro del ídolo, que la mirará, le preguntará su nombre, y ella impaciente en la espera, y casi llorando ahí delante, mientras el bolígrafo escribe algo que ella leerá y volverá a leer y guardará hasta que llegue un día que el libro, en unos años pase a esa cuesta cercana y alguien lo compre por unos céntimos y quiera descubrir quién será, quién fue esa chica de nombre tan bonito, nerviosa esta mañana. Y me voy con la frase mas hermosa, “Qué bonito es el Retiro”, dicho desde el corazón y desde la inocencia. Alguien empuja su silla, alguien que sacrifica su fiesta por estar con ellos, los que no vemos pero siempre nos hacen llorar.

No hay comentarios: