domingo, 7 de junio de 2015

tivissa


Tivissa es un pueblo en la provincia de Tarragona, situado entre montañas que hay que atravesar para llegar al mar. El camping es acogedor, con bungalow de madera y buen restaurante. Siempre recordarán las pizzas. Pueblo que se anda con tres pasos, con persianas enrollables en balcones de forja antigua, verdes.
Recuerdos de anochecer con fotos en el pueblo, la silueta recortada, el sol se oculta. Disfrutar al aire libre en lavadero de antaño viendo bichos y oyéndolos. El tiempo no pasa.
Hay otros pueblos como Mora de Ebro con río que refleja el cielo azul y verdes veredas.
Y un acueducto oculto entre la maleza, en Tarragona, en las afueras, majestuoso, poco visitado, que se dobla en fotos sin querer. Visitas a museo arqueológico en la ciudad, historia romana. Calor. También la Catedral. Espléndido el anfiteatro.
Juegos con olas para combatir el sol, sonrisa y satisfacción, espumas de olas enormes para niños todavía, es Miami Playa. Urbanizaciones y un pueblo que casi no existe. No hay alturas de esas enormes. Las playas son tranquilas.
Pueblo sin reconstruir, para que no se olvide el estrago del odio y la violencia. El viejo de Corbera de Ebro. Las huellas de los disparos y bombardeos, la iglesia desvencijada, recorrer los escombros. Impactante. Las lagartijas se esconden. Recorremos el abecedario de la libertad. Letras esculpidas para señalar diversos escenarios en las ruinas. Mas espacios de batallas. Río enorme que cruzaron los soldados en la guerra, la batalla del Ebro. La misma foto en blanco y negro con el ejercito republicano fusil en mano llegando a la orilla. Mosquitos en Miravet, cuesta para llegar al castillo, panorámica del valle y de escenarios imaginados, de miedos y temores. Mas atrás en el tiempo podrían llegarnos ecos de templarios.
Amposta y su puente que atravesamos, el pueblo con poca gente. De ahí se alcanza el delta. Bici alquilada, con viento en contra, para recorrer arrozales y espacios que confunden lo verde y el agua. Mas cómodo el paseo en barco que sigue la corriente del gran río Ebro para llegar a un mar de nombre por todos conocido. Llanuras sembradas donde se puede comer arroz.
Para finalizar, de vuelta, Zaragoza de paso, el Pilar y alrededores. Subir a la torre en ascensor. Las vacaciones tocan a su fin.


 

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