miércoles, 27 de junio de 2012

sobre canalizaciones


Me alegro de la victoria,  pero quizás alguno esté de acuerdo conmigo en lo extraño de esta efusión de optimismo y felicidad que desborda esta noche de Miércoles. Mañana no nos invitará el gobierno a comer, los problemas seguirán, pero muchos serán un poco más felices al despertar. Y yo me pregunto cómo canalizar este absurdo. Como ser mejores compañeros, padres, trabajadores, seres responsables,…, mas autocríticos, en definitiva más libres. Sabiendo que los milagros se quedan para las películas sería una pena desperdiciar lo inflamado del espíritu. Y aunque el origen sea el que es, bolita que entra o no, física y azar, hagamos lo posible por dotar de sentido a la felicidad, por encauzarla hacia lo provechoso.

martes, 26 de junio de 2012

sin título


Es cuestión de gustos, lo dice el coleccionista, mi pelea con el arte contemporáneo viene de lejos, y digo arte para referirme a pintura o escultura. No sé si existe la literatura contemporánea como tal excentricidad. Si sé que existe la música así llamada, difícilmente aguantable .Y lo contemporáneo no sé si es bueno o malo, sólo diferente, producto de la imaginación o de la locura, pero lo siento, he paseado exposiciones, museos y galerías, he viajado y he visto y nunca salí convencido, más bien lo contrario. Muchos titulan “sin título” y aciertan, porque es difícil titular la nada o el poco. Estoy dando pistas. No hablaré de engaño, hablaré de que no llego, de que mi cabeza no da más de sí, de que mi lóbulo frontal o aquel donde se guarden las conexiones sinópticas que se apropian de lo extraño está atrofiado, no hipertrofiado, fuera de forma, y veo cuadros casi negros o rayas que van o vienen y el lóbulo sigue ahí, indiferente. Asisto a una exposición en Alcobendas donde el coleccionista de arte Manolo Escobar, sí, el cantante, expone una parte de su colección. Un audiovisual nos lo presenta hablando de ella, y dice que todo es según el gusto, y yo le doy la razón, sólo que no avalo el suyo, o por lo menos parte de él, mezclas diversas en una exposición heterogénea, con gustos tan diversos que parecen abarcar todo. Me quedo más bien frío ahora que afuera el calor mata. Pero esa frialdad no combate el calor, es de espíritu, quizás me esté perdiendo algo, seguro, pero no lo llego a alcanzar.

domingo, 24 de junio de 2012

el apartamento

Dicen las calificaciones de Filmaffinity que El apartamento se merece un 8 con 5. Notable con tendencia a sobresaliente. Es el año 1960. Billy Wilder rodaba y yo no había nacido. El cine sembraba el futuro y se inventaba sin exteriores. De estudio, actores dándolo todo, sin efectos especiales, con sonrisas y llantos, con drama y toque de comedia. Es el maestro y todos beben de él, y el que no lo reconozca miente. Igual que se bebe de las fuentes y no de la lluvia que cae del cielo. Y la fuente es Wilder. Jack Lemmon y Shirley McLaine, esplendor en la oficina y en escasos metros cuadrados, en espacio de ascensor. Quizás viera esta película hace muchos años. Lo ignoro, o más bien no lo recuerdo, que lástima. Espero que esta vez el recuerdo se haga no perecedero. Y si no fuera así volveré a las fuentes de cómo convertir la escala de grises en obra de arte, sin memoria.

sábado, 23 de junio de 2012

pan

El pan de hoy sabe a infancia, no sé si es la harina, lo desconozco, es el conjunto lo importante, el todo es lo que hace que llegue el sabor, parece mentira, tanto tiempo; a veces los hornos o tahonas sacan olores, no sabores, y son aquellos, iguales o similares, guardados y asociados a mediodías de verano donde se buscan viandas y se llevan arroces a horno de pan, donde el fuego quema y el calor abunda, y ahí afuera, el sol está alto y la paellera se traslada en mano, son cuatro pasos, a casa baja y primer piso, y el olor de la casa también es inconfundible, olvidado, más bien escondido, esperando su oportunidad de resurgir, de resarcirse, de salir de su habitáculo, y la tarde traía tormenta, agua embravecida y luego la calma, y nada más, y nada menos, y entre medias, todos, mayores y pequeños, inocentes los últimos, felices los primeros, todos alrededor de unas mesas, viviendo sin saber, sin pensar, sólo el momento.

marchitable


Pasan los años y algo hace inmarcesible esta historia, lo dice el prologuista.  No marchitable. Afortunadamente la realidad se marchita, y cambia. En tus tiempos como hoy, decía un profesor mío, sí pero no, todo cambia, suele ser a mejor, aunque no del todo, lo marginal siempre existe, lo desheredado abunda, aunque no esté aquí cerca. Madrid se despierta hoy y los sin techo desperezan su día al tímido calor de la mañana. Algunos miran la vida, como todos los días, otros lavan su cuerpo en fuentes públicas de calles señoriales, señores también, manteniendo la dignidad. Y esto viene a cuenta de la novela de Pío Baroja, La lucha por la vida, que habla de sueños, y ese concepto también es no marchitable. Y la novela se divide en tres partes, La busca, Mala hierba y Aurora roja. Y corre el principio del siglo XX cuando Madrid está lleno de desheredados, huérfanos, traficantes de sueños, miseria y desigualdad. Cuando La busca empieza, se define el tiempo, como “el cañamazo donde bordamos las tonterías de nuestra vida”, y ese comienzo deja paso a un realismo seco y cortante, no comentado, se habla del “comunismo del hambre” y de un salvajismo que no es dulce sino desgarrador. Y Manuel, el protagonista, niño crecido a la fuerza, desea salir de ese mundo de oscuridad y mal, aburrido de esa vida, y poco a poco, ¡adelante, siempre!, progresa, se aparta de la mala compañía, y aunque las piedras se interponen por doquier, se esquivan los golpes. Inimaginable es para mí la vida que retrata Baroja. Lo más parecido nos queda lejos, aunque sólo la ventanilla de un coche se interponga entre nosotros y el que pide o el que no pide; alguno quizás sueña con salir o quizás haya ya claudicado,  pero nos quedan en las antípodas. Novela por entregas en su época, me imagino a los coetáneos esperando la siguiente entrega, rodeados de eso mismo que se cuenta. Pasado un siglo Madrid resplandece al sol, y ya no habita la miseria, al menos a simple y dormida vista de conductor.
La lucha por la vida. Pío Baroja. 1904.

sábado, 16 de junio de 2012

mañana de Julio


Respirar junto a ti fue lo más bonito que viví ayer. Fue de mañana, soleada allá donde los rayos llegaban, pero fresca. Me encontré junto a ti en esa calle, donde resbalamos juntos, donde sentí tu respiración, donde sentí todo tu ser a mi lado. Y de repente desapareciste, te fuiste de mi lado, y me vi al otro lado de la valla, impulsado por la marea, y te perdí.  Y hoy desperté para ver que seguías a mi lado, porque nos volvimos a encontrar, ya sin carreras, horas más tarde, ya sin el toro que respiraba para vivir, y eras tú, y ahora tu respiración se había hecho más suave,  ya no jadeabas, ya solo eras tú, a la que yo miraba ensimismado, y afuera sonaba un cohete, 24 horas después, y yo enredaba un anillo de tu pelo y lo apartaba y lo volvía a poner y dejaba caer mi mano sobre tu espalda, deseando casi que abrieras un ojo y despertaras en penumbra y me quisieras, y me dijeras que cerrara la puerta del balcón para protegerte del alba.