miércoles, 28 de enero de 2015

tiempos



Que los tiempos han cambiado es un hecho. Descubro por la calle a un señor que pone voz a la mañana con su radio de antena. Imagen de otro tiempo. Voces de noticias. Imprecisas. No es hora de carrusel deportivo de domingo por la tarde con parejas de señora/señor paseando mientras se cantan los goles. Cambian los horarios, y hasta el lenguaje de los partidos. Descubro conceptos que antes no existían. Hablan de control orientado, de estirarse según la manta, de desmarques de ruptura,…, algunos comentaristas son insufribles. Me gusta más esa otra frase, “fútbol es fútbol”. Y es que a pesar de todo y de todos sólo hay muchos jugadores corriendo tras un balón que cuando alcanzan su objetivo gritan gol, algo que nadie podrá cambiar por mucho que lo disfrace. 

“Van dos peces jóvenes nadando una mañana y al poco se encuentran a un pez viejo que, al cruzarse con ellos, les saluda y les dice: buenos días chavales, ¿qué?, ¿cómo está hoy el agua? Los dos peces jóvenes siguen nadando y al rato uno para y le pregunta al otro: ¿Qué coño es el agua?  (David Foster Wallace)

tiempo



Joe Rigoli se cansó de seguir. Su frase perdudará, “yo, sigo”. Ley de vida, el intentar no desfallecer. El tema es cómo. Decía Ruskin hace ya muchos años, siglo XIX, lo siguiente: “es esa vida de la costumbre y lo accidental en la que muchos de nosotros pasamos buena parte de nuestro tiempo en el mundo; esa vida en la que hacemos lo que no nos hemos propuesto, y en la que decimos lo que no queremos decir y asentimos a lo que no entendemos; esa vida enterrada bajo el peso de las cosas externas a ella, que, en lugar de asimilarlas, se ve moldeada por ellas,….”
Cuestión de decidir, elegir qué vida se quiere vivir. En mi periodo de convalecencia el tiempo se hace largo. Las horas tienen mas minutos,  para leer, ver o escuchar. Tiempo para elegir entre la basura de gran hermano, VIP o no VIP, de miserias voceadas disfrazadas de experimento sociológico, con entresijos expuestos de relaciones viciadas y teatralizadas que discuten el absurdo. O decidirse por la bonita y agradable Gran Hotel Budapest. Cine visual, simétrico y con sentido del humor. O seguir el patético Master Chef Junior con niños a los que no se deja ser como tales en vez de contener la respiración viendo imágenes inéditas de la segunda guerra mundial sin rostros guapos, con muertos reales, con explosiones sin alardes, rostros que descubren la cámara y miran fijamente, impotencia mientras se alejan. El estado mental es, aparte de algo particular de cada uno, una revista. Nacida con intenciones, “la aspiración de vivir una vida que merezca la pena ser vivida”, “descansar de la máscara”. ¿Cómo? Primer paso, “entender el mundo”. “Ya que no en la superficie, quizá las cosas tengan sentido en lo profundo, puede que haya llegado la hora de sumergirse en las profundidades”. Ayuda para pensar y reflexionar. Ahora sólo queda elegir y discernir, día a día, mientras se tatúa en nuestra mente el mensaje de Rigoli.

lunes, 26 de enero de 2015

spoon river



Dicen que es el libro de poesía mas leido en los Estados Unidos y confiesa su autor, abogado laboralista y escritor, que no sabía muy bien lo que estaba haciendo al escribirlo. Me gusta la declaración de verdad fuera de esas segundas, terceras y cuartas intenciones que la crítica especializada busca descubrir donde a veces sólo existe pasión por llenar espacios en blanco. También me gusta la sinceridad de algunas de las voces que tienen voz en el libro. Voces de muertos que hablan desde la colina donde están enterrados. Los vivos no tienen voz aquí. Poesía mas en fondo que en forma, hay personajes esbozados con historias inacabadas. Son pequeños retazos, en primera persona, donde cada uno a su manera, cuenta sus cuitas, muchas veces sobre lo no dicho o expresado en vida. Se hacen preguntas también, descubren verdades y hablan sobre lo injusto de la muerte, sobre lo pronto que llegó el final, sobre el amor, el desamor o el azar. También añoran y ajustan cuentas, todo marcado por un destino inevitable. Hay escenas escalofriantes como la de Reuben Panter y Emily Sparks. Alumno y maestra. Él le dice a ella, “su amor no fue del todo inútil”. Imprescindible cien años después de haber sido escrito.

Antología de Spoon River. Edgar Lee Masters. 1915

nieve y picatostes



Madrid en Enero y en víspera de anunciada nevada se llena de viandantes con bolsas que van y vienen buscando las segundas y terceras rebajas. El frío no manda. Contra él refugio en bares y cafeterías. Oscurece, de tarde y enfrente del Palacio Real el café de Oriente. Parece antiguo pero no lo es. De finales del siglo pasado es parte del grupo empresarial del sacerdote alavés Lezama que además de invertir en gastronomía lo ha hecho también en educación. Dinero al servicio de la sociedad, generando puestos de trabajos, educando e invirtiendo en los mas desfavorecidos. Algunos deberían aprender. El chocolate con picatostes está bueno pero no llega a la calidad del de Navacerrada. El precio alto y el local abarrotado. Las multitudes siguen, alguno todavía desea feliz año, debería estar prohibido hacerlo pasada una fecha. El teatro Arenal, en la misma calle, ya no existe. Los falsos soportes con forma de mujer esperan su turno. Local en alquiler. Antiguo cartel en taquilla y polvo que se acumula. El mexicano limpiabotas cita el cartel del trabajador. Tarea indigna por lo que tiene de sumisión. Otra cosa sería que el cliente se descalzara y el trabajador limpiara a igual nivel. Cuestión de alturas. No concibo al cliente de tales servicios. Pero somos tantos que hay para todos. Las masas en la calle y la casa del libro no abarrotada pero con buena entrada. Me alegra ver que el libro llama. A mí me llama el comic, una historia de nuestra guerra. Dicen que los nervios de los animales delatan la nevada. Bajan del monte y se comportan de forma diferente. No capto lo mismo en los humanos. Al cabo de unas horas, ya de mañana, el cielo gris y blanco no deja caer mas que algún perdido copo. Será mas tarde, ya de noche de nuevo, cuando el cielo deje ver la nieve. Nevada débil que a mediodía está olvidada en la zona urbana. Predicciones sobre predicciones.  Los animales, allá por los montes, disfrutarán.

sábado, 17 de enero de 2015

de conquistadoras


Decía Bartolomé de las Casas, “creo que de todo lo que podría decir sólo he contado una milésima parte”. Se refiere a su descripción de las maldades cometidas por los conquistadores. Experiencia directa en un libro que se lee como historia plagada de aventuras dignas de película. De esas que pocas veces el cine ha llevado a la pantalla, terreno libre para el futuro. Parecen reticencias a analizar la realidad de antaño. Y es que el cine llega más al mundo que los libros que no se leen o se archivan en baldas. Las mujeres salen del anonimato en este volumen que cuenta el papel de las que llegaron y de las que estaban ya allí. Detallado en viajes y descubrimientos, escaramuzas y batallas, conquistas y reconquistas, se trata de un libro que deja abierta la puerta a nuevas lecturas.

Las mujeres en tiempo de los conquistadores. Catherine Delamarre y Bertrand Sallard. 1992

arte en enero


Es en Cibeles, en el palacio de Correos donde se expone parte de la colección privada de Juan Abelló, empresario. Dinero invertido en arte que ahora, afortunadamente, sale a la luz, aunque no al completo. Quizás el estado debería obligar de alguna forma a los únicos que pueden adquirir arte a exponerlo mas a menudo o hasta de forma indefinida a través de fundaciones o museos abiertos a nosotros, mortales de salario fijo, que mendigamos belleza en salas y pasillos. La colección expuesta bien merece la visita. Habrá colas a la salida cuando el día levanta, no el frío.  En un cuadro de temática desacostumbrada, santa Ana y san Joaquín escoltan a la Virgen niña. Es Zurbarán. Y es La familia de la Virgen. Abundan los dibujos, y entre ellos destacan los atribuidos a Murillo, pequeños y de trazos finos, delicados, preciosos. Mucho bodegón de perdices y viandas y lienzos floridos, que pasamos sin demora. Un  escultor desconocido para mí, granadino, 1642-1724, Jose de Mora. El busto de Mater Dolorosa realza la vitrina que lo acoge. También a lápiz, en formato grande, descubro una bonita obra de Balthus, Michelina dormida. De ahí a las dos joyas de la exposición. Modigliani como autor. Una tras la otra, en vitrina de cristal. La simpleza del Violonchelista y el retrato de Constantin Brancusi. Para mirar y remirar. Trazos fáciles y simples, resultado grandioso. Del lienzo otra vez al dibujo, éste como paso previo a la creación, los hay de Picasso y también de Dalí, como el que muestra a su padre y hermana, de rostros delicadamente detallados y cuerpos que se intuyen. Genialidad. Para finalizar una estafa. Lo que representa Rothko y sus cuadros de colores. Lo veo sin verlo. Se escriben ríos de tinta sobre el sin sentido de algo que también llaman arte. Quizás sea yo. Nunca lo sabré. Paseamos en cuesta arriba, la calle Clavel no ha sido cortada para revisar una maleta olvidada o abandonada. El perro policía revolotea alrededor. Ya en la calle Hortaleza, la entrada de la calle alberga dos locales que merecen una visita. A mano izquierda, entrando de Gran Vía, el primero es la librería de viejo Benito Perez Galdós. Se acumulan los escritos y el librero lleva mitones y abrigo. A escasos metros, el dulce escaparate de la tahona de San Onofre invita a entrar. Dicen los mayores que de niños se quedaban fuera de esos sitios disfrutando sin mas de la vista. El roscón de reyes, fuera ya de fecha, está bueno y quita el mal sabor de los menos elaborados. Cuesta abajo desandamos el camino.

los suicidas


Último acto de una trilogía. Se supera. El periodista en busca de reportajes, encontrando respuestas. Encuentros y desencuentros amorosos entrelazados. También familiares. Releo ciertos párrafos.  La dejo y vuelvo. Ganas de no acabar. No se trata del fondo, porque está todo contado, quizás. Las historias se pueden ampliar, exagerar, se puede fantasear sobre ellas. Los hay que escriben cientos de páginas, sobrando muchas. Aquí, en los suicidas, la historia es simple, se diría que no existe la trama. Poco más de 100 cuartillas. Pero no hace falta contar algo para decirlo todo. Y ese todo se envuelve con una forma diferente. Única. Referente de la literatura, dicen a destiempo. Desconocido casi. Una lástima. Si se trata de sacar partido al tiempo libre es imprescindible leerla. Tiempo para leer de la misma forma, con los mismos ojos, lo que di Benedetto escribió a su manera, inclasificable, pero espectacular. Disfruto, imprescindible.

Los suicidas. Antonio di Benedetto. 1969

silenciero


La búsqueda del silencio. Obsesión y necesidad física. Mentalmente destructivo, el ruido. Los amigos y el amor entre medias. Huyendo de la agresión externa. Lenguaje preciso y precioso. Acotado, frases cortas. Se asoma la sonrisa. La que llega cuando la lectura hace disfrutar. Se paladea.

El silenciero. Antonio di Benedetto. 1964

zama


Dicen que murió sólo, pobre y abandonado. No sé cómo llegué a él. Compré el volumen en la feria del libro, quizás del pasado año, no recuerdo. Y lo empecé a leer antes del fin de año. Para acabarlo en el 2015. Glorioso comienzo. Tres novelas en una. Empiezo por la primera, cronológicamente. Zama. La portada habla de trilogía de la espera. Hay espera y mucha en Zama. Y desesperanza. Soledad de un funcionario real, siglo XVIII, alejado de su familia, esperando un traslado. Para el reencuentro que no llega. Aburrido, ocioso, recordando su amor y buscando el otro. Entre casas y sombras. Parecen fantasmales algunas visiones. Resignado a que su demanda no se atienda se enrola como militar. Quizás para salir de la cruel espera. Diferente.

Zama. Antonio di Benedetto. 1956