jueves, 18 de diciembre de 2008

balanza

Mi abuelo tenía una balanza que todos los veranos de mi infancia ocupaba algún rato dentro del abanico de juegos. Extraña atracción esa de equilibrar pesos, pesar libros, piedras o cualquier objeto. Uno descubría lo que pasaba cuando el equilibrio se rompía y un conjunto de pesas casi disparaba al contenido del otro platillo. En el tuto ha llegado el momento de la evaluación, de ese balance necesario que inclina la balanza dependiendo del peso que se haya puesto en el platillo que mide el esfuerzo, esa que produce llantos o alegría, que se traduce en vacaciones tranquilas o menos. Los testigos aprueban todo, buena noticia para los tiempos que corren, donde parece que lo anormal es hacerlo. Esfuerzo premiado que se verá recompensado ahora con el descanso, una mayor permisividad horaria y la ausencia de despertadores. El trimestre acaba con algún cambio de tutor, con cansancio y con la sensación de que hay gente que se queda por el camino, niños que no parecen tener vigía, que lían porros en clase o que parecen fumados un buen día en clase de mates, mientras comentan que no saben que les han dado hoy. Es difícil hablarles de esfuerzo a niños que arrastran esto y surgen preguntas sobre donde se originó la ruptura, en qué momento el niño abandonó su parte de responsabilidad y por qué nadie se lo recordó e intentó ayudarle. Tener confianza es esperar que la cosa cambie pero para que esto se produzca, todos los actores, niños, maestros y padres, tienen que trabajar sobre el mismo lado de la balanza.

aniversario

Hoy, hace 29 años, el 18 de diciembre de 1979, en Vitoria, era asesinado por ETA el Sr. Juan Cruz Montoya, conserje del colegio donde yo estudiaba. Según los terroristas, producto de una trágica confusión.
Un par de días más tarde, unos pocos miles de personas, en su gran mayoría alumnos y familiares del centro, nos manifestábamos en contra de este asesinato. No lo habíamos hecho por ninguna de las víctimas anteriores, ni lo volvimos a hacer por ninguna de las posteriores mientras duró nuestra estancia en el colegio.
Las noticias sobre la sangría terrorista eran escuetas en aquella época. La respuesta popular solía ser aún más ridícula.
Gracias al ejemplo de abnegación y valentía de muchas personas, encabezadas por ciertos grupos políticos, eso que se llama pueblo tomó conciencia de que algo grave pasaba. Pasaron los años y pasamos del silencio a los gritos, al “basta ya” y a la gran movilización de Julio del 97 contra el asesinato de Miguel Ángel Blanco.
Siempre me preguntaré por qué ha costado tanto y siempre me responderé que ha sido el miedo. Miedo a hablar, a decir lo que se piensa, miedo a clamar por el respeto a las diferencias.
Cuenta el obispo Pedro Casaldáliga, tras uno de sus primeros oficios de entierro de niños en Brasil, rodeado de todas las injusticias que podamos imaginar, injusticias de verdad, no de esas que sólo pueblan las mentes de los iluminados terroristas, que le dijo a su compañero: “O nos vamos de aquí inmediatamente, o nos suicidamos, o hallamos una solución para todo esto”. Casaldáliga y su compañero se quedaron.
Desde aquí, mil gracias para los que se quedaron en el País Vasco y a lo largo de muchos años han intentado encontrar una solución para la violencia, enarbolando la bandera del respeto a la vida, del respeto a las instituciones elegidas democráticamente y del respeto a la libertad. Ojala que sus esfuerzos se vean recompensados algún día con la recompensa de poder vivir en paz.


http://www.elpais.com/articulo/portada/ALAVA/VITORIA_/MUNICIPIO/conserje/asesinado/Vitoria/elpepipri/19791219elpepipor_1/Tes

http://www.elpais.com/articulo/espana/mil/personas/protestan/asesinato/conserje/Vitoria/elpepiesp/19791221elpepinac_21/Tes

miércoles, 17 de diciembre de 2008

sombras

Dos sombras que se acercan y se alejan, proyectadas sobre una pared de ladrillo; una de ellas parece saltar o bailar al son de la música. Se atisban las no sombras, cuerpos para los que la cabeza no se ve, que van y vienen, una mano que se aleja del cuerpo siguiendo a la voz inaudible, una mochila que se mueve en círculos, las sombras se juntan para el último recuerdo y se separan tras el adiós en esa noche fría, así es el amor.

martes, 16 de diciembre de 2008

se admiten imitaciones

La imitación es un juego de niños, juego en el que interiorizan voces y exteriorizan gestos que les llevan a parecer actores por un día. Cuando uno lleva ya unos cuantos partidos en el cuerpo, descubre un buen día que los parecidos entre jugadores son escasos; quizás la razón sea que olvidamos demasiado pronto lo antiguo y nos quedamos rápidamente con la novedad. En las edades infantiles en las que cualquier niño tiene ídolos y modelos a seguir, para bien o para mal, todos quieren ser como esas estrellas de los estadios, pero a medida que los niños crecen y los sueños se diluyen, sorprende que pocos sean capaces de imitar eso que distingue a algunos futbolistas exclusivos, no precisamente la habilidad innata o la clase, imposible de imitar, sino que en esos casos, la exclusividad proviene de una capacidad de sacrificio y trabajo extraordinaria. Llámele motivación, fuerza de voluntad, espíritu competitivo, llámele como quiera, pero no se ven por los campos de Dios jugadores que quieran ser como Raúl, y eso que ya lleva unos cuantos años dando ejemplo, tiempo ha habido de imitar sus virtudes y paliar sus defectos, si es que los tiene. Será que el trabajo y el sacrificio no están de moda, o será que su extremista mensaje no conmueve corazones, ese que un día lanzó cuando dijo que cada partido lo jugaba como si supiera que iba a ser el último.

la copla quebrada

A medida que la obra avanza, crece la emoción en el patio de butacas; la música como desencadenante de emociones ejerce su influjo y colma de voces y melodías conocidas el escenario; la voz de Miguel de Molina joven no deja lugar a dudas mientras Ojos verdes y La bien pagá atraviesan los corazones de los presentes. El contenido de otra voz desgarrada sirve, cuando para la música, para teñir de drama la emoción. Es Miguel de Molina en la vejez el que se desgañita para que lo dejen en paz, el que no quiere reconocimientos ni entrevistas, porque éstas le hacen volver hacia atrás, donde no quiere bucear para no volver a sufrir lo ya sufrido, donde no quiere hurgar para no oír los gritos de intransigencia, esos de “rojo y maricón”, donde no quiere cavar para encontrar razones que le expliquen por qué aquellos ejercieron tamaña autoridad en su desprecio al diferente, al otro, al que apalearon, al que no dejaron trabajar, al que se vio obligado al exilio, uno más entre toda la riada de personas, anónimas o menos, que vieron truncada su existencia y arrojados al olvido tras la guerra civil.

El montaje teatral de “Miguel de Molina, la copla quebrada”, de Borja Ortiz de Gondra, representó en el auditorio de Alcobendas el sábado 13 de diciembre de 2008.

viernes, 12 de diciembre de 2008

hermanitas sin ruido

Esta semana ha fallecido Jose María Larrauri, el que fuera Obispo de Vitoria. Dice mi madre que Larrauri fue el sacerdote que me bautizó a mí hace ya algunos años, cuando estaba destinado en Albacete, donde pasó 20 años ejerciendo su labor. Larrauri ha fallecido en la residencia que las Hermanitas de los Pobres tienen en la capital alavesa. La antigua residencia de estas Hermanitas se encontraba en la calle donde yo vivía en Vitoria, Portal de Villarreal, así es que acudí muchas veces a ese lugar en mis años pequeños, bien a la misa de Domingo, o a la misa de sábado. Los recuerdos que a uno le quedan de aquello hablan de un patio jardín con bancos donde había ancianos sentados, de monjas de largas túnicas, de belenes navideños, de una tapia que delimitaba su mundo, de ropa para los abuelos y de un olor a comida característico, que luego he revivido en alguna visita a otras instituciones similares. Buceando en la red, uno descubre que esta congregación, que dispone de residencias repartidas por el país, no parece tener una página web propia. Especializadas en el cuidado de los más necesitados en la edad anciana, sus residencias se califican de privadas sin ánimo de lucro. Su fundadora, Juana Jugan, francesa, no sale tampoco mucho en la web. De hecho, no aparece en la wikipedia. La reflexión que a uno se le ocurre es que hay gente, afortunadamente mucha, que no hace ruido, que pasa por la vida sin aspavientos, sin vender su trabajo, sin ponerse medallas, sin homenajes ni bustos ni calles, simplemente viviendo y como en este caso, dedicándose y sirviendo a los demás, sin robar a nadie. Ahora que los catastrofistas hablan de que no nos va a llegar ni para pipas a los pensionistas del futuro, nos queda el consuelo de que puedan quedar Hermanitas dispuestas a acogernos, si es que la indigencia visita nuestra vida.

vale tudo

El vale tudo es una disciplina de combate en el que como su nombre indica, parece ser que vale todo para conseguir el objetivo de derribar al contrario y de ganar el combate.
Hay veces que la política parece convertirse en un cuadrilátero donde las reglas del juego o el fair play quedan olvidadas. En los últimos tiempos se han oído en la arena política expresiones del tipo “tonto de los cojones”, “bellacos”, “muerte al rey” o “hay que colgarlos por algún sitio”. Mal la falta de respeto, pero peor es el empecinamiento en defender el insulto propio y echar en cara el ajeno. Hay veces que a uno le cuesta seguir defendiendo a aquellos que hemos elegido para representarnos y para trabajar al servicio de todos, vocación de servicio que parecen haber olvidado muchos de ellos. Ante las críticas desaforadas unas veces, injustas otras, uno se revuelve e intenta convertirse en abogado defensor de los políticos. Pero claro, hay veces, como en estos últimos días donde uno tira la toalla contra algunos de los elegidos. Eso de predicar con el ejemplo no se estila y las acusaciones mutuas y descalificaciones atentan contra la inteligencia del votante. Esa lección, la del respeto mutuo, la de asumir los errores, la de pedir perdón, la de ser persona, es de primero de primaria. Será que no estaban allí ese día, será que se han olvidado de la lección, será que los colmillos se afilan tras las múltiples batallas; da igual, no hay excusa. No debe valer tudo, ni en este juego ni en ningún otro.

martes, 9 de diciembre de 2008

pasado, presente y futuro

¿De que hablaban los manifestantes del pasado día 7 de diciembre en Durango? 200o personas que protestan por el tren de alta velocidad que llega al País Vasco y que no hacen mención alguna al asesinado Ignacio Uría. La foto muestra a gente callada y gente que habla. ¿Estarían decidiendo y dilucidando los motivos de su negativa ante el progreso? ¿Será el respeto a los bosques, a la ecología, a los animales que pueblan los bosques, a las personas?
¿De que hablan estos días con sus familiares y amigos? ¿De lo duro que es ser un impostor, un hipócrita, una mala persona, un sinvergüenza?
¿De que hablarán ahora que saben que aquellos que ordenaron el homicidio han sido detenidos? ¿De lo duro que es ser cómplice moral de un asesinato mientras se está sentado en el sofá?
Todo lo que habléis no vale para nada, todo es estéril, el amor que supuestamente transmitís a vuestros hijos está impregnado de odio, vuestras risas huelen a venganza. De nada vale aquello que os da la libertad, que es la palabra, mientras que de vuestras bocas no salga la condena firme de ese acto abominable.

lunes, 1 de diciembre de 2008

sí virginia

Corría el año 1897, 20 de septiembre, cuando el periodista Francis Pharcellus Church respondía en una editorial del New York Sun a la carta enviada por una niña de ocho años, llamada Virginia O’Hanlon, donde ésta le decía al periódico que unos amigos suyos le decían que Santa Claus no existía, y que como decía su padre que si ves algo escrito en el Sun, es cierto, acababa con la pregunta final: “Por favor, dígame la verdad, ¿existe Santa Claus?”
La extensa respuesta de Francis no dejaba lugar a dudas:”…. Tus pequeños amigos están equivocados, están afectados por el escepticismo de una era escéptica… Nada existe que escape a sus mentes…Sin él, esta existencia no sería tolerable… Pasarán mil años y Santa Claus seguirá alegrando el corazón de la infancia”

Francis va camino de acertar, han pasado 111 años y Santa Claus sigue iluminando el corazón de los pequeños. También 111 años después, la historia se repite y parecemos estar en una era escéptica, aquella en la que cada uno se sumerge a medida que crece. Creo que Francis tiene razón, ojalá que siga rondando Santa Claus este mundo y añado que ojalá ese espíritu de imposibles que marca la Navidad grabe los corazones de los más pequeños para que se transformen en futuros posibles unos años más tarde, esos posibles reales que con un poquito más de amor, un poquito más de compasión, comprensión y empatía pueden desembocar en la creación de una sociedad más justa, cercana al ideal de esa niña que seguro que pensaba que todos los niños como ella iban a recibir su regalo en esa noche mágica.