sábado, 9 de marzo de 2024

cuentos

Libro para leer poco a poco, construido con otras palabras y con una forma diferente de juntarlas, hay riqueza y variedad, a veces el diccionario ayuda, otras me dejo llevar por la musicalidad intuyendo significados. Los comienzos de algunos cuentos tienen descripciones que se antojan rebuscadas, grandilocuentes, son esos cielos o esos aires o esas torres de iglesia a las que uno se acostumbra, todo antes de pasar al nudo, todo antes de llegar al desenlace, si es que lo hay, porque no está de más dejar inacabado lo que pudiera seguir. 
Los cuentos de Aldecoa reflejan la España de posguerra, en unos la Castilla de pueblos pobres, en otros el norte rural o marinero, el mundo de lo artistas de la farándula o de los feriantes, la churrería de madrugada que se llena de personajes, y por más escenarios los bares, tabernas y cafés de limpiabotas e infinidad de gentes que se encuentran al abrigo de un café y una copa. Hay ciudades pequeñas, aburridas, y el Madrid que crece descontrolado. Están los caminos que salen o llegan a los pueblos y el mar infinito, cada uno con su horizonte allá lejos. Hay pequeños, ya desheredados, hay gitanos y los de la calle. Y mucha resignación, oscuridad y tristeza, también humor, también lo cotidiano, hasta lo anónimo y lo anodino y lo normal.
Y ahora diré que hay cuentos leves como Dos corazones y una sombra, que dejan un pozo de tristeza y un escalofrío, o un cuento de boxeadores, Young Sanchez, donde aparece la Venencia, o el oscuro y real Para los restos, o el desolador Muy de mañana, u otros relatos que se quedan en esta lista por algo, como Un artista llamado Faisán, o la Crónica de los novios del ferial, o La fantasma de Treviño. Y para finalizar, y antes de llevar el tomo a la estantería recordaré, y algún día volveré para leerlo de nuevo, el triste, redondo y antológico cuento titulado Aunque no haya visto el sol.
Cuentos completos. 1949-69. Ignacio Aldecoa.

gasolinera

Qué vacía está la gasolinera abandonada llena de huecos sin llenar y con paredes pintadas y sin luz. Los colores vivos se opacan al llegar la noche y los chalecos que eran amarillos unos minutos antes al sol se vuelven oscuros, los guardias civiles están simplemente, sin intervenir, no se sabe si hay orden público esta tarde, nadie lo sabe, los conductores parados o buscando alternativas, los chalecos se aplauden entre ellos y ondean sus banderas españolas, los tractores son enormes. Qué oscuro se hizo el día, qué rápido pasan los kilómetros. Ya no veo gasolineras abandonadas.

reencuentro

Novela corta que plasma la amistad, también corta, entre dos muchachos alemanes de 16 años. Corre el año 1932 y en pocos meses todo va a cambiar, llega el odio y el desprecio. A veces lo bueno si breve dos veces bueno.

Reencuentro. Fred Uhlman.1971

asoma

Asoma un pie por la puerta, llega antes que yo, será que estoy cansado y necesito apoyarme en algo, por eso repito días que englobo en redondeles, que no círculos. Y luego sopla el viento que todo lo agita y que pasa la hoja y alguien aparece detrás, ya lleva ahí ya un tiempo, lo pinté en el pasado año, se quedó azul a la espera. También leo a Jovellanos que sorprende diciendo que amaneció Gertrudis con histérico y eso les impidió emprender el viaje como esperaban, Gertrudis sin silencios imagino, ella gritando o suspirando sin saber el por qué. Y siendo parte del día de hoy, sigo quitando lastre para llegar a esa desnudez ligera de equipaje que se avecina, desnudez que ya siente el pie que se adelanta.

jueves, 7 de marzo de 2024

intermedios

Un poco de todo, como en botica, todo empieza con un relato de una Nochebuena de antes por las calles de Madrid, triste, se llama Allegro final. Sigue con una bonita novela film, titulada El poeta y la princesa. Y ya vienen los ensayos. Siluetas de bohemios, o semblanzas y retratos breves de amigos y conocidos, llenos de hechos y de humor. Por cierto precioso el de Don Salvador. Hay Historias de anarquistas, Manías de los bibliófilos, y una galería inacabable de personajes en El placer de ser mago, Siluetas de intrigantes, de místicos, y de impostores. Hay un corto ensayo sobre la canción plebeya y anónima en La canción callejera. Le siguen Los profesores españoles, Recuerdos de un médico de pueblo, Chiflados de aldea, Olentzero, La política deshumanizada, en el que se ataca el histrionismo y la teatralidad de los parlamentarios, El comunismo a la moda, El sentimiento monárquico de España, y para terminar Alrededor de la literatura y de la vida, que incluye la lista de libros que habría que leer. 

Intermedios. Pío Baroja. 1931

domingo, 3 de marzo de 2024

sueño

No quiero leer sobre lo que puede que sueñe, quiero imaginarlo, tan sólo eso, quiero pensar que si no es por el cielo lo es por la tierra, por el azul o por el ocre, será una búsqueda terrenal o no, sentirá el aire o algo que se queda entre los dedos, la nada o todo. 

viernes, 1 de marzo de 2024

guerra

Todo comienza con las Crónicas de la Guerra Civil, 1936-39, publicadas en medios franceses, ingleses e hispanoamericanos. El ocho de agosto del 36 escribe un pronóstico que no se cumplió. Hay un deseo que no se realizará, el de un país liberal republicano, democrático y parlamentario sostenido por una fuerza proletaria. Crítico con el levantamiento, les trata de asesinos y estúpidos, de traidores, criminales y malas bestias; poco a poco sus crónicas se alejan de los deseos y pronósticos y van plasmando la realidad, crítico también con la intervención extranjera y preocupado por el futuro.
Le siguen las Crónicas de la posguerra civil, 1939. Tristes, ahonda en la explotación del vencido por parte del vencedor.

Desde Paris y ya exiliado escribe las Crónicas del la dróle de guerre (1939-40). De cómo Francia se moviliza y se prepara, de cómo se vive en la calle y se alteran las costumbres.

Todo cambia en la Agonía de Francia, 1941, que escribe desde su nuevo exilio de Londres. Terrible análisis de la caída de Francia con la indiferencia inhumana de las masas ante los hechos y ante la rendición. Traza un país descompuesto y derrotista con un ejercito ineficaz, habla de la mentira del heroísmo universal, del egoísmo de los ciudadanos, “pacifistas hasta el absurdo”, de la anglofobia como denominador común de dos sectores (comunistas y nacionalistas) que no creen en el capitalismo ni en la democracia respectivamente y que no quieren hacer la guerra, antes la esclavitud que la guerra.
Termina el volumen con las Crónicas del tiempo de la segunda guerra mundial, 1939-44. En contraposición a la tragedia del pueblo francés loa y alaba el espíritu de sacrificio y de lucha del pueblo inglés, siendo testigo a pie de calle y de fábrica. Allí se acabará todo sin ver siquiera el desembarco de Normandía, muere en Mayo de 1944.
Así termina la obra del hombre que andaba y contaba lo que veía.
Quinto volumen de la obra completa de Manuel Chaves Nogales. 1936-1944

domingo, 18 de febrero de 2024

cebolla

Capas de cebolla, que no lloro aunque estén cerca de mi boli que las pinta, caras que no conozco, antaño, me dan miedo, ¿lloré?, que no vengas, para qué, y ella que no me ve, ni a la lágrima furtiva. Ocurre en el día seis al que le sigue el siete en el que no descanso, tampoco he creado el mundo. Ahora que ella me ve, recién peinada, ya no hay congoja, ni mía ni suya, luego lo de siempre, nada nuevo bajo el sol, la cama atada al somier, disgusto, uno más, el tiempo nada cura, el tiempo quita tiempo, heridas sin restañar, sangran, lástima que las palabras no curen.

sábado, 17 de febrero de 2024

acomodador

Quizás llevara 25 años en la estantería, esperando. Sorprendente el primer relato, El acomodador, y así sigue el volumen, deparando alegrías aquí y allá. Apacienta mis ovejas es otro relato que impacta por su crudeza. No hay corrección, es realidad en estado puro.
Leo una entrevista a este periodista que escribe diariamente en el periódico balear Última Hora, que ha escrito obras tan cortas como la que tengo entre manos y ninguna novela y pienso que es una lástima que no haya seguido más por esta línea de crear ficción.

Con esta recopilación obtuvo el segundo premio en el certamen de 1997.


Noche de relatos. Premios NH. Enrique Lázaro. El acomodador. 1998

sábado, 10 de febrero de 2024

carnaval

Y yo que hasta ayer nunca me disfracé, hoy tampoco, vivo el carnaval con la indiferencia que da llevar un paquete de pavo en el bolsillo, el que va a sustituir al caducado que perdura en la nevera, sin abrir, a saber cuando llegó. Veo los preparativos, las carrozas, los niños y niñas con sus padres, unos ilusionados, otros menos. Entro a un bazar chino, él bebe algo de una taza enorme con tapa, el idioma es ininteligible, su castellano a veces también. Me gustaría ver la película Chinas, habla de trastiendas y de adopciones, nunca está de mal conocer como viven los semejantes aunque sea a través de una ficción que iguala realidades tantas veces. Todo para entenderlos. Más ficción es este disfraz, o aquel, o aquellos, o los de más allá, también parece ficción que un público jalee y aplauda a una narcolancha que embiste a la guardia civil, allá donde tanto gustan de chirigotas, asesinando a dos de ellos. No es una película ni una serie. Gastar neuronas en entender la barbarie, no, soy mayor ya y tengo que cenar un sándwich, o dos.

jueves, 8 de febrero de 2024

IA

Un domingo, un sol, la IA que escribe, de momento mal, la IA que sabría describir otro sol naciente, no el mío, el nuevo Dios que no todo podrá (añadir mayúscula no amplía su poder). Miro y duermo, actos repetitivos, con manta que puede ser verde y con cuadros. Luego despierto, todo nubes, seguirá el día y al acabarlo aunque no haya visto el sol sabré que estaba ahí. Mañana las andadas volverán, es difícil que no lo hagan, y yo empezaré a utilizar ordinales y cardenales según me plazca. Veré a una persona que busca algo sin saber qué en el contenedor de papel, lleva puestos unos ojos azules y un habla que se interrumpe. Si ayer hubo un beso nadie sabe lo que habrá hoy, todavía no escucho susurros y lamentos, no acecha la locura. No le pregunten a la IA por el futuro, no lo sabe, en eso se parece a nuestra humilde inteligencia.

coloniales

Ella, una niña nacida en Mozambique, ella, parte del sistema colonial, ella que recuerda y escribe por y para su padre, el otro gran protagonista de esta historia de colonialismo, de racismo y de explotación. Allí pasó los doces primeros años de su vida para retornar a la metrópoli, los padres se quedaron. Lenguaje duro, directo, que habla de todo lo que les rodeaba, sin filtros, testimonio que lucha con las contradicciones, que lucha contra su padre, sin entender todavía como encajan las piezas; aprende a leer, un asidero. Le dicen que cuente todo a su llegada a Portugal, lo que pasó tras la independencia, el miedo y el terror, la pérdida, ella no contará nada, lo contará después escribiendo, y además hablará de cómo fue vivir con su abuela, cómo fue conocer a otros familiares o soportar las burlas y el desprecio de sus nuevos compatriotas, todo esto y mucho más en un libro que interroga a las conciencias de algunos que pensaban que su colonialismo no podía ser tan malo como el de los demás.


Cuaderno de memorias coloniales. Isabela Figueiredo. 2009

campo

Con agua o sin agua, con o sin velas, con palabras o sin ellas, algunas valen poco (los dueños de ellas las cambian movidos por sus intereses, lo que da risa o da pena), con todo la vida sigue corriendo, hasta se cambia de mes. Todo eso pasa de día o cuando dormimos, tantas cosas pasan entonces, también cuando sale el sol y se inicia y aparece en tonos rojos, o cuando veo ese pequeño banco de niebla, ahí en una esquina del campo que cortó la carretera, querría pararme e ir a ver cómo desaparecen mis pies y no ver lo que hay debajo de esa nube, una vida seguro que diminuta, todo pasa en cualquier momento, como cuando despierto y no sé dónde dormí.

mundo

De momento nada, luego tampoco, me refiero al principio, todo cambia cuando llega Rosa Montero y su Noche de Reyes o cuando aparece Luis Landero y sus deliciosos Viajes al pasado.


Este mundo, diez relatos y un poema. 1995

domingo, 28 de enero de 2024

cardinal

La luna a la izquierda, en el este, salió una vez se ocultó el sol por el oeste. Yo bajando desde el norte en dirección sur, a veces sureste, a veces suroeste, los caprichos de la carretera que gira hacia allá o hacia acá,  el sol que cegaba, yo que pienso que soy zurdo en lo más profundo porque me siento más cómodo adelantando camiones en curvas hacia la izquierda, yo que dudo en las otras, los conductores que paran en gasolineras que parecen centros comerciales y que no paran en las solitarias de mortecina luz, que de tan poca casi dan miedo, que uno ha visto ya tantas películas que imagina escenas antes y después de visitar el baño y lavarse las manos por última vez, que un buenas noches debe de ser reconfortante a esas alturas del día, que las cuestas las sube bien el coche, las del camino conocido, tan conocido que me asusto cuando miro a la luna que deja un claro en la noche que se perdió en los puntos cardinales.