sábado, 5 de julio de 2025

nunca

Si nunca oyó esos ruidos matinales, inesperados, novedosos, o si nunca oyó a las aves del cielo anunciando un nuevo día es que estaba dormido o muerto para la vida, lo mismo que si nunca vio al río llevar agua, inmisericorde, la que llena el embalse. Igual que si nunca pisó los charcos y los anegados campos, igual que si nunca aplastó las hierbas altas sin saber que habría debajo del siguiente paso.

condición

Ambientada en la primavera de 1927, preludio de la guerra civil china, relata las luchas intestinas entre los partidarios de Chiang Kai-shek y los comunistas, con Shanghái como escenario. He de reconocer que es dura de leer, y farragosa, hay que documentarse un poco antes sobre el entorno. Violencia y reflexiones en un mundo despiadado para el hombre.

La condición humana. André Malraux. 1933

itzea

Nos acercamos a Itzea, casa de los Baroja desde 1912, en Vera de Bidasoa, el río que da nombre al pueblo no está a un paso pero allá mismo hay riachuelo y fuente que no cesa de arrojar agua, quizás el rumor traspasara lo que parecen muros recios. No abierta al público, propiedad ahora de los hijos de Pío Caro Baroja, preguntamos a un vecino el por qué no se puede ver algo, o el por qué no se hace un museo que exponga parte de esa vida de Baroja, y la respuesta va en la línea de la falta de acuerdos, habrá dinero de por medio, seguro, nada que el futuro no pueda aclarar. Desde el siglo XVII en pie tiene cancela de hierro, cerrada, portón de madera de doble hoja, pequeño jardín cuidado en la entrada delantera, con flores, con balcón principal, con dos grandes escudos heráldicos y con ventanas desde donde ver llover o sentir la mucha o la poca vida del camino; ya en la parte de atrás un gran balcón corrido cubre todo el ancho y se asoma a lo que seguro fue huerta, hoy jardín, todo verde, luce el sol y todo brilla más. Otro vecino llega sin cántaros a la fuente pero con regaderas, le preguntamos y sus ojos nos miran blancos, enfermos, dice que recuerda un entierro en el pueblo, un cortejo, no pudo ser el de don Pío, habla de unas velas, pudo ser Julio Caro, la memoria se desangra; del agua que mana dice que sin duda es la mejor que nunca hubo ni habrá.

miércoles, 2 de julio de 2025

retorno

Hay que salir de Angola, con prisa, es 1975, el imperio portugués se desmorona y hay que volver a la metrópoli. Rui es un adolescente, la tranquilidad se ha trocado en drama. Ya en Portugal es difícil esperar, alojados en un hotel con mas retornados la vida se presenta complicada a pesar de los pocos años. Descubrir realidades, vivirlas y esperar un futuro mejor. Me ha encantado la novela.

O retorno. Dulce Maria Cardoso. 2011

jueves, 26 de junio de 2025

tinta

Tengo un bolígrafo que parece no gastarse nunca, la transparencia no deja ver el azul y allá en la punta parece generarse la tinta cada día. Y con él escribo de conversaciones donde escucho la incoherencia involuntaria, no querida, y apunto notas que ella tarareó, también las que llegan de noche en melodías que siempre estuvieron ahí, acompañando mi vida. Y si me acuerdo, imposible no hacerlo, escribiré de un banco en una plaza, de un paraguas que se abre y de los recuerdos que habitan todavía, la lluvia en goterones no es problema. También el azul me dice que hay conversaciones que perdieron sincronía, que no saben lo mismo, igual que yo no sabré donde estoy al despertar sobresaltado para gritar su nombre. Ni siquiera se blanquea el azul al juntar letras que describan los rayos, truenos, aguas en cortinas y granizo que golpea el coche, todo para cegar la tarde y hacer que durante unos segundos todos los ojos sean pocos ante la blanca nada. Sin llegar a la congoja apareció el miedo, luego el cielo. Y si lo miro me veo envuelto en un no sé qué, que camina conmigo y mi tinta azul.

neurona

La señora me pregunta si está bien sentada ahí. Y me habla, y yo le pregunto, y no puedo saber si la respuesta es cierta o producto de las neuronas que se apagaron, entonces, cuando estoy a punto de pedir ayuda, reconoce a su hijo a lo lejos, con un bebé, menos mal saber que no está sola.
Después de unos días la vuelvo a ver, cruzamos la mirada y ella me mira muy fijamente, puede ser una señal de reconocimiento, o puede ser cualquier cosa, hasta curiosidad.

arena

El mundo del toreo retratado en la persona de Juan Gallardo, sevillano. Todo lo que rodea al torero, la miseria primera, el éxito, el miedo, la sangre, la fama, las mujeres, el deslumbramiento recíproco. También aparece la madrugá de Sevilla con todo su despliegue religioso y pagano. Libro que ha sido llevado un par de veces a la pantalla.

Sangre y arena. Vicente Blasco Ibáñez. 1908

viernes, 13 de junio de 2025

estupidez

La estupidez se manifiesta en la reiteración de los aficionados que silban a Cucurella durante dos partidos, cada vez que toca el balón, por una decisión arbitral que él no tomó, principalmente porque no es árbitro.
La estupidez se manifiesta en aquellos que de espaldas al campo, megáfono en mano, arengan a los seguidores, normalmente no llevan camiseta y marcan los gritos, consignas, el paso en la batalla. Hasta deben pensar que su sacrificio merece la pena. 
Por último la estupidez se manifiesta también en la reiterada costumbre de gastar millones en fichajes durante el verano para remediar la mala temporada anterior, dinero que parece sobrar; dice el sentir popular que con buena picha bien se jode.  

monjas

Entrevistas a veinte monjas. Testimonios abrumadores en algunos casos. Se habla de los deseos normales de la gente, los que ellas han alcanzado de otra forma, viviendo en esa plenitud que parece escaparse de las páginas, en el silencio que permite escucharse a sí misma, dedicadas al otro, sin necesitar nada, en algunos casos viviendo en total abandono, en la calle, compartiendo, en otros, dedicadas a acompañar vía la música o la educación, viviendo a fondo hasta el final. Sólo importa la persona que está enfrente. Los hechos hablan. 

Monjas. Laia de Ahumada. 2008

verde

Estamos en Doneztebe/Santesteban, pedaleo después de cuatro años, un reto, no se olvida el gesto, el movimiento o el equilibrio y en dos minutos me siento como antaño, nos enfrentamos a la vía verde del Bidasoa, por donde transitaba el tren txikito, no quedan estaciones o apeaderos, quedan túneles oscuros donde se ve el final antes o después, con sensores poco eficaces que nos obligan a tomar el móvil. Quedan pájaros, aves, animales que no vemos e infinidad de charcos y barro, y por encima de todo queda el agua del Bidasoa o de sus afluentes y las cascadas que alimentan todo. El verdor es inimaginable, los helechos y el musgo forman belenes sin figuras y a veces el río baja un par de metros y el movimiento silencia todo lo demás. El río es frontera natural, aquí hubo guerras, civiles e internacionales, habrá muertos por doquier, huesos enterrados que no vemos, silencios que nunca son tales. En el puente de San Miguel de Bera vemos un ejemplo, una placa recuerda la batalla donde el capitán inglés Daniel Cadoux intentó cortar la huída de las tropas francesas que buscaban su país, el río profundo en ese tiempo impedía vadearlo,  al final la diferencia numérica hizo el resto pereciendo el mando y parte de su tropa. Era el uno de Septiembre de 1813.
El camino sigue y aquel pueblo de colores rojos es Francia, separados por el río, otras fronteras invisibles separan Guipúzcoa de Navarra, se acerca el mar, lo veremos, se abre y se ensancha el horizonte, pueblos que se mezclan, el camino se empieza a resquebrajar, algunas obras, algún corte, preguntar para saber, una de ellas me dice algo, no la entiendo, están alegres y parecen trabajar en el Camino Rojo, uno de esos locales que se iluminan en rojo y donde el cartel dice que atienden 24 horas, son sudamericanas y jóvenes, están al lado de la isla de los faisanes, esa que administran Francia y España a medias. Ya huele a mar y ya es hora de recuperar fuerzas, Hondarribia ofrece excelentes alternativas, en la Hermandad de los pescadores la sopa de pescado puede ser la mejor del mundo y el rape no le va a la zaga. Y sobran las palabras para el taco del bacalao del Itsaspe, difícilmente superable.
¿Qué más?, cuestas, casas con balcones de colores, paseos, encuentros inesperados, iglesias tranquilas, una excursión a Larrún, mole de 900 metros, a un lado Navarra, al otro Francia. Subimos en tren cremallera con muchos jubilados franceses, sin ventanillas, cuestas imposibles, pastos para caballos, ovejas y vacas, el paisaje promete, poco a poco la niebla nos envuelve, se la ve atravesar el vagón, arriba hace frío y lo más parecido a la nada nos envuelve, los cuatro puntos cardinales nos prometían un paisaje que no vemos, todo blanco, color de niebla, impenetrable, tiempo de estar a cubierto, calentarse, tomar algo, volverá la luz en el descenso, el valle nos recibe, y antes de volver un paseo por Ghetary, homónimos del pueblo vasco cercano, en la costa, con ese mar tranquilo que se presenta hoy envuelto en una luz de fantasía.

horda

Un protagonista soñador, con educación que una benefactora pagó, se ve de repente con dinero, un golpe de fortuna que es tan real como efímero; vive en el Madrid que se rodea de la miseria de los que se dedican a vivir de los deshechos de los otros, traperos que acuden en hordas a rebuscar o a vender cuatro verduras tras atravesar el fielato. Aparece el amor para Isidro Maltrana, serán tiempos dichosos con la Feli. Luego todo cambia. Retrato crudo e imponente de aquellos tiempos lejanos, todo un descubrimiento.

La horda. Vicente Blasco Ibáñez. 1905

lunes, 2 de junio de 2025

distancia

Aparco a cubierto, las zonas, verdes o azules, están llenas, es lunes, es Madrid. Dejo libros en una biblioteca popular del Retiro, o construcción de ladrillo de tres baldas donde algunos tratados de pediatría y tomos de antaño no encuentran dueño. Ahí lleva desde la década de los veinte del siglo pasado. Enfrente una señora está sentada con un carro de la compra. Mientras espero a que abra la Feria del libro doy la vuelta al lago, alguien rema, el sol está tapado y se agradece. Muchas señoras mayores y algún señor aislado hacen gimnasia a la sombra del arbolado. Tres monitores dan consignas, hay música. Me sorprende la distancia que guardan entre ellas, cuestión de  pudor o timidez, algunas se alejan más, me cuesta ver a dos personas que guarden solo ese mínimo que denota que van juntas o se conocen del día anterior. Y yo pensando que muchos prejuicios desaparecen con la edad.
Luego veo y compro, a tiro fijo, caseta aquí, caseta allá, y oigo conversaciones, el que dice que la IA le otorgó a su relato o libro una calificación de infinito sobre diez y quiere que alguien humano lo lea, una IA un poco cabrona, o el que sueña con tener una pared llena de libros, yo la tengo y no se lo digo. Escucho a Loquillo, entrevistado por RNE, suena Nino Bravo y Libre, banda sonora de su vida y de muchas vidas. Su tupé no es el de antes, el mío tampoco. Hay niños que atienden a una representación, detrás del biombo el actor se cambia de atuendo, y un Quijote que parece una marioneta gigante espera su turno apoyado en un baúl, no habla. Unos turistas americanos me preguntan, yo respondo, su viaje de siete días les lleva a Madrid, Sevilla y Barcelona, mucho en poco tiempo.  Luego vuelvo a ver los anaqueles y veo que la señora con tirita en la nariz saca libros de su carro de la compra y los coloca, y vuelve a sentarse. Me la imagino disfrutando al ver a los futuros lectores rebuscar entre los ejemplares. Al menos distingo que uno de los míos no desapareció, al menos distingo que aquellos voluminosos tomos volaron, y mirando al carro pienso que no tiene fondo y que es de allí de donde suben los libros y los sueños.

arena

Novela que podría convertirse en una de esas telenovelas de las tardes, llena de amores, odios y personajes que chocan en la familia o fuera de ella. Malvados algunos, bondadosos otros, con múltiples escenarios. Ambientada a finales del XIX y principios del XX en Toledo, Madrid, Valencia y el duranguesado, hay búsquedas y esperas. Entretenida.

Finalista del Planeta 2011.

Tiempo de arena. Inma Chacón. 2011

martes, 27 de mayo de 2025

colores

Ando solo y veo colores, como el morado precioso de esas minúsculas florecillas que crean mantos de formas caprichosas y que en muchos casos eligieron zona de paso, o el amarillo de otras, que a veces abruman a las blancas o se dejan ver aisladas entre las praderas inmaculadas. Algunos rojos sueltos también, al borde de caminos ocres, de distintos tonos, según la tierra haya sido roturada o no, o según las sombras se muevan bajo las copas de los árboles que aspiran a la frondosidad. Todo lo demás es verde y más verde, todo lo que el sol ilumina casi de más en esta tarde de primavera salvaje es verde, el de las infinitas tonalidades, con espigas gigantes y especies desconocidas entre las que me abro un camino que ya se ha cerrado, podrían taparme si allí me quedara cual estatua porque crecerían buscando el cielo que nunca alcanzarán, no saberlo no les impide soñar.

cuentos

Estaban por ahí, aislados, ni recuerdo de donde salieron, los junto, cuentos en pequeño formato, los leo, imagino leerlos en alto para alguien; sencillo el primero, Un país de otro invierno, ganador de un certamen en 2004. Su autor, Manolo Goñi Gamarra, no aparece en Google, nunca se sabe si esto es bueno o malo. La ilustradora, Asun Balzola, sí aparece, falleció joven. Todo es bonito en este cuento que se le podría leer a un niño ya algo crecido. Leo también La mortaja, de Delibes, triste cuento de 1957 con el niño Senderines como protagonista. Y luego paso a Andersen, que cuenta cosas de princesas, emperadores o niñas pobres. Y acabo con el fantasma de Canterville, delicioso cuento de Oscar Wilde, publicado en 1887.