domingo, 27 de septiembre de 2020

soñar

Que es la vida sino incertidumbre y falta de certezas. Nadie esperaba que llegara otro tiempo de confinamiento, esta vez diferente. Al menos permiten salir y andar. Para no morir de inanición y para olvidarlo todo es bueno soñar, no está prohibido todavía. Es una terapia gratuita, aunque sea irreal. Y como acicate para salirse de esta pesadilla nada mejor que rescatar a los clásicos. Dejarse de tonterías y ver Annie Hall, espléndida, o Las uvas de la ira, donde me encoge el alma la melodía de Red River Valley que acompaña la desgracia y la esperanza, o Esplendor en la hierba, donde todo encaja para firmar una película redonda.

ojos

Veo unos ojos que se abren para ver mejor, para enamorar al que está enfrente, o simplemente para afrontar la vida. Ojos espectadores, testigos, que se despiertan tarde, que no ven a mis manos cortar flores ni trabajar la tierra, que ven como avanzan mis pasos, que me ven envejecer, que cada día me quieren más. También, a veces, me ven encender una lámpara (con luz).

martes, 15 de septiembre de 2020

pared

Quise dibujar una pared de azulejos imposibles, de color rojo con puntos azules. La luz me ayudaba. A medida que descendía la luz, todo se volvía penumbra.

cuaderno

No, no sólo consiste en coger el bolígrafo y abrir el cuaderno. Hay algo más, hay que saber lo que hay que decir. Y te diré que hoy no lloré pero ayer sí. Y descubrí que con la boca cerrada siguen saliendo lágrimas, y hasta con los ojos cerrados.

alegría

Qué decir, río y lloro. Disfruto, pienso, reflexiono. Mi imagen que a veces se refleja en las páginas. Emotivo, sencillo, simple, retazos de vida. Magnífico, bello.

Alegría. Manuel Vilas. 2019

the dull knifes

Historia de varias generaciones de nativos americanos, sioux, desde el siglo XIX hasta nuestros días. Tiempos de libertad, de persecuciones y de confinamientos en reservas, de vida trastocada, de odio y racismo. De lucha por la nación que les conquistó. De alcohol y no esperanza. Libro de minorías, siempre maltratadas, ocultas en la gran mayoría que tapa las vidas diferentes.

The Dull Knifes of Pine Ridge. A Lakota Odyssey. Joe Starita. 1995

empecinado

Sigo con los episodios. Cuadrillas, casi ejércitos, de guerrilleros que acosan a las tropas napoleónicas. Deserciones, traiciones y luchas, y reconquista de pueblos o aldeas. Gabriel en busca de su objetivo.

Juan Martín “El Empecinado”. Benito Pérez Galdós. 1874

abandono

Libro duro, de abandono conyugal, de tristeza y desesperación. Desasosegante. Rayos de luz en algún momento.

The days of abandonment. Elena Ferrante. 2002

praia mira

En la playa de Mira se rompen las normas de lo que conozco por tal. Arenal inmenso, kilométrico, protegido por dunas, claridad, arena, olas, gente diseminada, más banderas rojas. Espacio para perderse sin prisa. Suave brisa, espuma, olas que nos alcanzan, equilibrio en duda, el agua que se retira produce vértigo. Y no veo la costa allende el océano. Nadando no la alcanzaría. Me pregunto cómo sería tomar el barco y sólo ver agua durante días, rumor incansable, el que no se percibe desde un avión cuya sombra esconde el sol para un solitario pez. Por lo demás hay paz, calma, vida contemplativa a orillas de mar o de lago inmenso que se llena de coloridos patines. No calculo las distancias, a ojo de buen cubero no sé cuánto puede medir el lago ni el mar ni el cielo.

martes, 8 de septiembre de 2020

coímbra

También llueve en Coímbra. Andamos bajo la lluvia, bajamos y subimos con cuidado cuestas que parecen querer resbalar. Compramos libros, cruzamos el río dos veces, paseamos el Mondego verde, casi solos. Algún loco más comparte nuestra querencia por sentir la lluvia cerca. Comemos por tercera vez en Sé Velha. Se lo decimos al jefe. Por segunda vez visitamos el museo Machado de Castro. La sección de escultura es fantástica, sobresaliente Joao de Ruao. Visitar museos en tiempos de covid dilata la visita. Conclusión, nos repetimos en nuestras rutinas. Algún tiempo muerto, vemos llover tras los cristales, cielo y tierra casi confundidos, y a seguir. Paseos en ciudad que atrae turistas siempre, jóvenes y mayores. Y por casualidad damos con el jardín Botánico de la Universidad, casi diluvia en el fabuloso bosque de bambús, nunca hemos visto nada igual. Fantástico el sonido, aguantamos, los charcos aumentan. Humedad, vegetación, árboles y agua. Y paso a paso una cuesta más o menos; y todo llega, después de un día de paraguas deja de llover. Hoy no puedo hacerlo, cielo cubierto, ayer busqué una estrella y pedí un deseo.

lunes, 7 de septiembre de 2020

figueira da foz-2

Y sigo, hay playa con nadador salvador que se desvive por alejar a la gente de una orilla que parece el borde de la eternidad. El ruido de las olas (bandera roja) me adormece, yo en su regazo. Se nubla y se despeja, equivocamos el rumbo de las esquivas nubes. De repente gris, de repente azul. De repente calor, luego más brisa. Y nosotros, como los abuelos de antes, vestidos de colores, no de gris, pero sin bañador, como si el entorno nos pareciera extraño, como si estuviéramos de más entre tanto cuerpo joven y bronceado. Pero no, hundimos los pies y seguimos avanzando, buscando el suelo que no se hunda, buscando la ola que nos moja, corriendo como los niños que ven el mar por primera vez, que no saben que es sentir el agua en la piel, buscando la arena que no zarandee nuestras caderas. Ya se sabe, siempre seguir, buscar el faro o el malecón, el más lejano. Porque no hacerlo es dejar de vivir.

figueira da foz-1

Si fuera la última vez que veo el mar me llevaría el recuerdo de disfrutar de la mejor maravilla de la creación. Me dan ganas de llorar al ver esa inmensidad, ruidosa e inestable. En Figueira da Foz desemboca el Mondego y la playa es larga y ancha, con banderas rojas y verdes, con paravientos y gente, sin multitudes, con olor a mar, con noria y pistas de juegos sobre el inmenso arenal. Me quedo con el mar que moja sin avisar, que llega y se va. Sin grandes edificios, sin construcciones que sobresalgan, hay paseos para cansarse y bancos para sentarse, y mirar o sólo dejar vagar la mirada. Brisa, temperatura cercana a un ideal. Se me olvidaba, siempre hay niños que juegan y que sueñan como yo soñé.

ideas

Libro escrito por un compañero de trabajo. Puedes pasar un buen rato viajando a lo largo del mundo en compañía de Enzo. Intriga, aventuras, acción, todo salpicado de apuntes culturales, costumbres y muchas, muchas ideas para reflexionar sobre ellas.

 Ideas have a life of their own. Tony Carrara. 2020

Cádiz

El nacimiento de las Cortes de Cádiz, siguen las aventuras de Araceli por la tierra invadida. La guerra de la Independencia sigue.

 Cádiz. Benito Pérez Galdós. 1874

asomnu

Primero es un pájaro que llega, podríamos estar a las puertas del otoño. Circe, diosa, repara en el ave cuando eleva sus alas, y no, no puede alcanzarla. Volverá, quizás sea Marzo el que abre sus días mientras el aire se puebla de espíritus. Yo, narrador, que asisto a la escena, nada puedo hacer, en nada puedo ayudar, sólo mirar, abajo y arriba, parte de un cosmos infinito. ¿Buscarás a mi padre?, es mi grito, no sé si el pájaro entendió mis palabras.

(Escrito mientras escucho la música de Asomnu).

desaparecer

Comentan en las noticias lo último sobre una desaparecida que ha sido encontrada. Dicen que todos tienen derecho a desaparecer pero que la familia tiene también derecho a conocer el estado del desaparecido. Se puede ser escueto, algo como “estoy bien”, se puede escribir una misiva extensa que no diga nada. Se puede decir todo y de verdad no poder explicar que se esconde dentro de aquel que decidió no volver. Quizás sea el acto supremo de la libertad individual, que se desliga de los lazos naturales, de la sangre, aquellos que parecen inviolables, pero cuya rotura deja llantos de incomprensión que no acaban.

zadorra

Ver a Messi jugar puede ser tan fascinante como leer a Paul Auster. Los problemas de Messi parecen banales. Eso lo pienso mientras sigo andando después de andar. Veo árboles, praderas y casas construidas con el propósito de hacer poco agradable la vida en ellas. Ausencia de luz porque se olvidaron de agrandar las ventanas, ausencia de balcones. Recogidos hacia un interior. Ahora me apetece el aire, el que sopla, el que te despeina si tienes pelo, pisar calles con paso fuerte y hasta rápido. Esto sucede mientras acaba el agosto más raro de mi existencia, que debe de ser lo mismo a vida consciente. Y encuentro fe presidiendo alturas, fuera de los templos. Hay flores y oraciones, algunos se paran delante del santo. Vitoria se extendió y casi alcanzó los pueblos que antes parecían lejanos. Yo en bici por esos lugares hace tantos años, ahora sólo con pasos que van y vienen. Andar para ver el Zadorra dar la vuelta, para no recordar donde trabajaba mi padre. Quizás tiraron la fábrica. Sí, siempre se llamó fábrica, lugar donde se transforman cosas y de materia prima nacen objetos. También lugar donde se fabricaron sueños, que se hicieron reales y luego se desvanecieron, como todo lo que pisa la faz de la tierra.