domingo, 28 de septiembre de 2014

grande covian

Asocio a Grande Covián a programas de divulgación donde se empezaba a hablar de lo que era bueno comer. Ciencia no exacta esa de la nutrición, donde parece que hoy es bueno lo que mañana será malo y al revés. Hombre afable y sonriente, creo que destacaba por su innegable hablar pedagógico. Médico e investigador, discípulo de Negrín, eso le creó problemas para conseguir un pasaporte al término de la guerra civil. El que le permitió ejercer gran parte de su carrera investigadora en Estados Unidos. Las diferencias entre allá y acá eran abismales. Alguna oferta para que vuelva acaba en el cajón. Habla Grande de la mezquindad de algunos dirigentes de la universidad española, donde cuentan otras cosas aparte de los méritos. Eso y la falta de medios, suficiente para que las comparaciones fueran odiosas. Regresa a España después de la dictadura para instalarse en Zaragoza donde continúo su actividad académica y divulgadora. Biografía salpicada de algunos detalles interesantes, sobre todo los relacionados con la parte de la historia, y demasiado específica cuando los detalles de la química nutritiva aparece.
Francisco Grande Covián. Marino Gomez Santos. 1991.

bianciotti

La foto presenta a un autor de aspecto juvenil aunque el libro esté publicado a sus 55 años. Leo el libro sin saber que el escritor murió hace un par de años, dicen que pobre y sólo, y con esa maldita enfermedad que todo lo olvida. Argentino de nacimiento, de familia italiana, naturalizado francés, escribe a partir de un punto en esa lengua. Inquietante la lectura así como la obra de Balthus elegida para la portada. No sé de donde saqué la referencia para interesarme por este libro. Pero no me arrepiento de haberla apuntado a la lista de deseos. Un protagonista solitario, asiduo de un café de Paris. Del que nunca conoceremos más. Espectador que asiste a diferentes actos de lo que parece una tragedia. Relator de vidas en las que parece no poder entrar. Todo fluye sin poder hacer nada para retrasar lo inevitable. Los protagonistas parecen llevar vidas marcadas de inicio, difíciles, con infancias desdichadas. De niñas todavía inocentes y de adultos que se quieren agarrar al último tren. “Casi todo es infierno en la memoria”, dice alguien.
Sin la misericordia de Cristo. Héctor Bianciotti. 1985

nobodaddy

Tres novelas en una, agrupadas en un solo volumen, guerra mundial, posguerra y futuro de ciencia ficción tras la tercera guerra o la desaparición casi total de la especie. Escritos a modo de diario, con entradas cortas la mayoría de las veces, desde Alemania, con críticas al nazismo y a los seguidores furibundos: “no es mi pueblo”. Ironía e humor para paliar lo que cae. Con reflexiones sobre literatura y educación, y sobre vida. Protagonista, "individualista emperdenido", en búsqueda constante, el amor como refugio ante la temporalidad o el desastre. Alejado de los dioses y del fútbol, el protagonista parece saltar entre las tres novelas. “Tal vez el fútbol tenga después de todo un sentido: ¿Cómo animación del paisaje?”. Magníficas algunas reflexiones sobre la incomprensión generacional. Dramática la frustración en la relación padre e hijo de la primera entrega. Y de fondo siempre la luna, omnipresente, parte del paisaje al que se eleva la vista, foco de luz o de misterio, presente u oculta por nubes viajeras. Libro para leer tranquilo, para no desesperar, y degustar poco a poco. 
Los hijos de Nobodaddy. Arno Schmidt. 1951-53

domingo, 21 de septiembre de 2014

alberti



Prosa poética, aderezada de flores, libros escritos desde el exilio. Conocí a Albertí cuando regresó a España en el 77, en esa tele incipiente de color, hombre de pelo cano largo elegido diputado. Uno de los comunistas denostados por muchos. Parte de esa división perdedora de la España que había marcado a los exiliados para siempre. El tiempo me trajo a un poeta apartado y este libro me trae a una persona, humana como la mayoría. Alejado en estos recuerdos de la política, cubre hasta 1931, el poeta reconoce en el 29: “poco sabía yo de política, entregado a mis versos…”. Pintor inicialmente, descubre la pasión en la escritura, después de una infancia en colegio de curas donde hacer rabonas o piras era su escapatoria para buscar el mar y la arena. Hace su primer poema al padre muerto, en 1920. Ya en Madrid sigue pintando pero el gusanillo de las letras le carcome. Los problemas de salud y el reposo necesario le fuerzan a leer y a escribir. Gracias al libro conozco a su amigo y pintor Servando del Pilar y al poeta Salvador Rueda. Las visitas a su hermana a Rute, provincia de Córdoba, dejan episodios memorables como el de la “encerrada”. Siempre con los bolsillos vacíos, así se reconoce. Después encuentra el amor, el que todo lo cambia.
La arboleda perdida. Memorias. Rafael Alberti. 1959

salter



A veces la expectación es máxima. Compré el volúmen en la feria del libro de Madrid 2013. Lo leo este verano, un año después. A veces espero nada más que por prolongar el momento en que llegará el deleite de la lectura. Decepcionado quizás tras acabarlo. Las expectativas sobre James Salter, autor norteamericano de 89 años eran de las que rompen. Aclamado, desconocido hasta hace unos días como quién dice. Me gusta pero sin apasionarme. Sorprendente sobre todos el que da título al libro. Conjunto de relatos que giran sobre uniones, segundas y terceras, sobre amores extraviados, sobre los que no se concretaron, aquellos primeros, sobre escarceos e infidelidades, busqueda contínua para evitar la soledad, para encontrar un sitio. Parece que todos los personajes comparten la frase de uno de ellos: “Uno nunca tiene la compañía humana que desea. Siempre es algún sustituto”.

La última noche. James Salter. 2005

sábado, 20 de septiembre de 2014

apellaniz



En Apellániz, a tres kilómetros de Virgala, en las estribaciones del puerto de Azaceta, camino de Navarra, el tiempo se detiene. Como cualquier pueblo. Vacías las calles, esperando algo. Sólo las bisagras parecen llevar la contraria. Las puertas se remiendan y los cristales todavía reflejan. Asoma la torre, tímidamente, el día azul, campanas listas para tocar a lo que sea. Ese día subimos a San Cristobal, monte redondeado y cercano. El verano del 2005 dio para mucho.

corbera



Verano de 2005. Corbera de Ebro, provincia de Tarragona. El pueblo viejo está intacto o mas bien destrozado tras los bombardeos. Quisieron dejarlo así para testimoniar el horror. Monumento a la paz. La batalla del Ebro, 1938. La iglesia de San Pedro permanece en pie, parece un milagro. Restos de impactos. Sólo desentona el reflector de la ventana. Luz desde dentro para proyectar sombras en la noche. El cielo de aquel día era azul, velado por nubes blancas difuminadas. El silencio, también velado por pajarillos y palomas, los únicos habitantes del presente.

toy story



Zaragoza 2005, algún rincón. Todavía me conmueve alguna escena de Toy Story. Inocencia mía y de los míos. El de la foto parece un muñeco, inmóvil, parece pensar, como escapar, los barrotes nunca desaparecen. La gente que piensa se toca la cabeza. Nunca soñé que escapaba. No se pueden programar los sueños. Al otro lado la ventana cerrada. Viendo la vida pasar, siempre en el mismo punto, orientado hacia algún punto cardinal. Hacia el infinito y más allá.