domingo, 29 de septiembre de 2019

autobiografía


Interesante libro. Historia contada, la de nuestro país, en boca de Franco, y apuntada por el relator. Como siempre, para entender de dónde venimos y el
por qué de muchos lodos.

Autobiografía del general Franco. Manuel Vázquez Montalbán. 1992

sábado, 28 de septiembre de 2019

asquerosos


Precedida por buenas críticas y comentarios empiezo la lectura sin saber dónde me lleva. Incierto el comienzo, falto de algo, es a mitad del libro donde hay un giro radical que engancha y que llevará a un desenlace inesperado. Interesante. Lenguaje de calle y más. Retrato de una sociedad, o de una parte de ella.

Los asquerosos. Santiago Lorenzo. 2018

heidelberg y colonia



Llegó el viernes y vinieron las nubes. Accidentado viaje hacia Heidelberg. Atasco, camión averiado, ratonera. Más atascos…pero llegamos y comemos a la ribera del río. Hay casas al otro lado y puentes que pueden acercar personas. Pacífica la vista; a nuestra trasera la calle peatonal más larga de Alemania. Turistas y tiendas. Tomamos el funicular para subir al castillo. Viaje corto e inclinado. Merece la pena. Edificios que permanecen y otros que guardaron la fachada, con ventanas azules o grises según el día. Convivencia con ruinas. Bonito el lugar, inmejorables las vistas y jardines para solazarse, aunque el aire está más fresco. Un Museo de farmacia y uno de los barriles más grandes del mundo son parte de la visita antes de descender en picado. Nos espera Colonia con su majestuosa catedral que todavía podemos visitar un rato. Pronto empezarán a cerrar, cuando termine la ceremonia que se celebra en una capilla, pero antes hay vidrieras, luz y preciosas obras. Al fondo, a lo lejos, la urna que contiene los supuestos restos de los Reyes Magos. Ya no se puede pasar. A destacar el retablo Clarenaltar (hacia 1350/1360). Más retablos, esculturas y la sensación de querer verla con más calma.
Después tiempo para cenar, pasear al lado del Rhin, volver a fotografiar la catedral, esta vez iluminada, y caminar hacia el hotel. Es hora de regresar.

sábado, 21 de septiembre de 2019

armand


Armand, protagonista, se ve envuelto casi sin querer, en un guión que parece no querer. Libro de frases cortas, de cielos nublados y días grises. De conversaciones que no se tienen.

Armand. Emmanuel Bove. 1927

jesmyn ward


Varios protagonistas, varios relatores, familia diferente, no desestructurada, pero casi. Puntos de vista que difieren, personales, y que te hacen dudar. Vivencias y recuerdos, algunos muy lejanos. Emocionante, duro.

La canción de los vivos y los muertos. Jesmyn Ward. 2017

prestigio


Un viaje en avión para acudir a un congreso literario inaugura un relato que se sumerge en encuentros que la protagonista tiene con diversos personajes. De cada uno de ellos extrae vivencias, charlas no superficiales que también hacen aflorar aspectos de la persona que relata. Curioso, interesante.

Prestigio. Rachel Cusk. 2018

neruda


Busca Neruda el contar “cosas curiosas y aventuras capaces de divertir a mis lectores” y doy fe que lo consigue, conmigo por lo menos. Me gusta leer sus recuerdos de aquí y de allá que convierten el libro en casi un libro de viajes, con anécdotas, reflexiones, etc. Con poesía que embellece la prosa y con frases o sensaciones verdaderamente antológicas. Proyecto inacabado, murió sin terminarlo. Muy recomendable.

Confieso que he vivido. Pablo Neruda. 1974

rothemburg y dinkelsbühl




El miércoles es día soleado otra vez. Adelantamos camiones uno tras otro para acercarnos a Rothemburg. Pueblo o ciudad de cuento, de colores, de postal. Con turistas y comercio. Con fotos y murallas que rodean todo, se puede caminar por ellas a cubierto y casi tocar los tejados. Asiáticos en tropel, parando, arrancando, calles que se van llenando de gente como nosotros, ávidos de sensaciones. La Iglesia de St. Jacob hay que verla. De Tilman Riemenschneider encontramos el altar de la santa sangre (1499-1505), con reliquia de ésta. En madera oscura de gran belleza. No desmerece el retablo central o altar de los doce apóstoles. Se puede rodear también. A su izquierda otro precioso retablo en piedra (siglo XIV). Seguimos recorriendo calles que acaban algunas de ellas en torres que vigilan la muralla. En St. Wolfgang me pregunto los años que tienen los asientos de cuero cuya paja quiere salirse. Hay retablos pequeños, catacumbas, escaleras y un museo de los pastores. También imágenes de la ciudad arrasada por las bombas. Comemos en un jardín que ocupa el espacio de un antiguo claustro y seguimos camino. Eiichi Takeyama expone su obra ante pocos visitantes. Más turistas a medida que avanza el día, más imágenes que se guardan en todo tipo de máquinas.
Nos acercamos a Dinkelsbühl. Menos turistas, más paz. También amurallado. La gente parece dormir. Pueblo no destruido por las bombas, poco a poco nos acercamos al centro, y allí sí encontramos algo de bullicio, poco. Controlado. Colorido en fachadas, flores. La Catedral de San Jorge es enorme en altura, luminosa en su interior, con altares y retablos varios. Recorremos el perímetro para encontrar las esculturas de piedra que representan la oración en el monte de los olivos y la última cena. Sorprendentes. Más pueblo, más rincones, y más crece la sensación de pueblo bonito, ¿de los más?, y de pacífico. Basta alejarse un par de calles para olvidarse del ruido. Por supuesto todas esas calles están limpias, cuidadas, envidia. Hasta las zonas más rurales, hasta los pueblos más recónditos parecen guardar un orden.
Ya de vuelta en Nuremberg cenamos en un restaurante indio, delicioso. Y paseamos la noche con música en las calles, unos que congregan público y otros que son escuchados de pasada; los jóvenes siguen bebiendo y charlando.

viernes, 20 de septiembre de 2019

bamberg y algo más


Es martes de septiembre y el día se presenta soleado y fresco en la mañana.
Bamberg sorprende, por sus calles y casas, de arquitectura diferente y colorida. Hay flores por doquier, todo se cuida. También por su ayuntamiento al borde del río, con puentes de postal. Y por su catedral, con el jinete allá en lo alto, escultura de 1235. Hay tumba de Papa, Clemente II, y bonitos altares. Y un clavo de Cristo en relicario. También la sepultura de Enrique II y Cunigunda, obra de Tilman Riemenschneider (1513). Y admirables otras dos esculturas, también del siglo XIII, la Iglesia y la Sinagoga. Búsquelas, aconsejo para ello comprar por un euro la guía (la entrada es gratuita). Preciosa también la Upper Parish, con su blancura y un bonito altar de piedra colorida tras el principal. Hay casitas de pescadores al lado del río, hoy motivo de fotos. La luz acompaña. Casas que parecen mullidas, también comercio y gente. Comemos al calor de la Maximiliam Platz y vemos un mal trampantojo en St. Martin.
Queda día por delante y nos acercamos a la Basílica de los Santos Intercesores o Auxiliares (Vierzehnheiligen). En una colina, a unos 35 km. de Bamberg, dirigida por los franciscanos. Recargada en su interior con columnas de diversos tonos y muchas esculturas. Diferente. Construida sobre el lugar donde en 1446 un niño se apareció a un pastor. Posteriormente fueron catorce los santos que se aparecieron. Lugar de peregrinación, el fraile habla sobre el lugar y no le entendemos. La barrera del idioma.
Otra colina más, se divisa allá. Esta vez es la Iglesia de Kloster Banz, profusamente decorada, con frescos y altares. San Pedro y San Pablo en el altar, y figuras blancas sobre repisas, suspendidas en lo alto. Relojes en el techo. Gente, prohibido hacer fotos. En edificio anexo, que debió ser monasterio hay hoy un museo de Ciencias Naturales. De vuelta a Nuremberg el GPS no miente. Buscamos puentes, vistas y fotos. Hay sol todavía y las terrazas semi o casi llenas no descansan. Cenamos en italiano, bien, y subimos al castillo. Buena la panorámica. Al lado de la casa del pintor Durero se juntan los jóvenes a hablar y beber. Parece un botellón, controlado. La noche es fantástica, aquí al lado de la tienda de Staedtler. Se buscan latas o botellas con linternas, hablan por teléfono, comen helados. No somos tan distintos.

würzburg-2


Las fotos nunca dan la verdadera dimensión. Pero asustan. En el ayuntamiento de Würzburg hay unas cuantas, así como una maqueta que muestra una ciudad inexistente, destruida. Quedan oquedades y paredes sin ventanas, y sin nada más. Y no se oye nada.
Combinando la responsabilidad del régimen nazi, los crímenes de guerra y el sufrimiento de la población alemana, mujeres, niños y mayores en su mayoría, víctimas de los bombardeos, se muestran esas fotos, restos de proyectiles, textos explicativos y otros objetos. Todo lo que vemos está reconstruido, ahí afuera, todo menos lo que no puede rehacerse. Me pregunto si alguno de los veteranos turistas o habitantes vivió algo de eso.
Ahora los números, el 16 de marzo de 1945, 236 bombarderos aliados aprovecharon la noche para descargar 1000 toneladas de bombas en veinte minutos. Las alarmas sonaron 90 minutos antes. 300.000 de esos artefactos eran incendiarios. Hubo 5000 muertos. Tres semanas más tarde la ciudad fue ocupada por las fuerzas norteamericanas. Lo demás es pesadilla, reconstrucción y difícil convivencia con las tropas de ocupación. Después vivir e intentar perdonar, u olvidar.

sábado, 14 de septiembre de 2019

würzburg





Lunes de septiembre, el primero. Estamos en Würzburg. De camino a Nuremberg. Hay camiones, obras, verdor y buen tiempo. Ya aparcados merece la pena una visita a la catedral de San Kilian. Mucha gente. Reconstruida tras la guerra, con torres estilizadas, está repleta de lápidas funerarias, alguna pintura y un ábside blanco inmaculado lleno de luz. A destacar también su bonito claustro. Algunas obras reseñables son la Piedad, fechada en 1410, y un magnífico conjunto escultórico en piedra que representa la dormición de la Virgen (Marientod-1440). También el blanco domina la iglesia de Neumünster. Más luz por aquí y por allá, no se vaya sin ver el Cristo, llamado Crucifijo doloroso según la traducción que hace el folleto en castellano, de alrededor de 1350. La cruz es un añadido, sería mejor verlo con la blanca pared solo de fondo. Una joya para los amantes del arte. La capilla de María es iglesia, bonita y colorida por fuera, tonos caliza y blancos. Bullicio a su alrededor. Dentro es alta y blanca. Un precioso tríptico de 1514 preside el altar y representa la Anunciación en el centro con el nacimiento y la visita de los reyes a los lados. De los estragos de las bombas hablaré más tarde. Viñas en pendientes imposibles mientras nos acercamos a la fortaleza que domina la ciudad. Antes el puente sobre el río, el público aprovecha el sol en las terrazas. Vino y cerveza. Agradable el paseo en cuesta. Buenas vistas desde lo alto tras gruesos muros de piedras. Espacios para fotos. Imagino asedios a lo que parece inexpugnable. Hoy la vida parece detenida en este lado, museos y castillo cerrados. Hay verde y arboles. Bajamos por otro lado, escaleras, más corto, y nos encontramos con la iglesia de Stift Haug. Imponente el lienzo de Tintoretto que preside el altar. Una crucifixión, me pregunto cómo llegó hasta aquí. Más paredes blancas. Hablemos de música, de lo que se hace con un timbalón, da para Canon o para Despacito, o de la que sale de un violín con manos, es el Adagio. Por lo demás silencio, lo puede haber aquí sentados, mirando al cuadro, sólo hace ruido mi bolígrafo, y poco más. Ella pasando hojas.
La reconstrucción de San Miguel es tremendamente original. Gusto por lo blanco, todas las figuras lo son. Vía crucis precioso, altar, techos, figuras que parecen sacadas de casi un comic. No hay hieratismo, hay vida en apóstoles y santos. Parecen bailar sobre nombres escritos en cirílico y en hebreo.
Es hora de llegar a Nuremberg. De buscar el hotel que se encuentra bien situado. De ver que en la misa hay música, que también hay río, y de admirar la preciosa fachada de San Lorenzo, bañada por el sol. De ver otra oración en el huerto, escenas en piedra, en el exterior de las iglesias, que se repite en muchos lugares. En la plaza principal hay otra iglesia, la de Nuestra Señora, con precioso tríptico. Puentes de pequeño y gran formato. Calles peatonales y sensación de tranquilidad. Cenamos en Enchilada y la noche da para paseo y fotos de reflejos en el agua que forma islas. En la estación de tren no vemos los raíles pero la gente pulula. Una librería abierta en 1841 vende revistas en cantidades inimaginables. Personajes típicos de estos lugares esperan no se sabe qué.

domingo, 8 de septiembre de 2019

a orillas del Rin



Domingo de temperaturas en descenso. Se agradece. En coche hacia el Rin. Ancho el río, largo, navegable y con tráfico de mercancías y recreativo.
En Rüdesheim, bonito pueblo bañado por las aguas del Rhein, tomamos el teleférico para llegar a lo alto de la colina, volando sobre los viñedos. Bonitas vistas durante la ascensión y desde lo alto. Cabinas estrechas que parecen de juguete.
No dejar de ver el espectacular monumento que conmemora la fundación del Imperio Alemán, unificado tras la victoria alemana en la guerra franco prusiana (1871) y la proclamación de Guillermo I como Emperador. La bajada, andando, entre viñedos, preciosa, sirve para comer uva blanca y negra, y para seguir disfrutando del paisaje.
De ahí a Eltville, otro pintoresco pueblo que vive al lado de las aguas. Comemos en terraza que linda con el cauce. Temperatura ideal y buena comida. El Apfelstrudel o tarta de manzana no tiene calificativo. Hay murallas de castillo, jardines cuidados, rosas de colores y paseo por una pequeña calle que reúne música de guitarras y de gaitas. Unos le dan a los clásicos y al porompompero y los otros recuerdan a Escocia. Al final se unen para entonar el Mull of Kyntire. En pocos metros, todas las terrazas y tiendas que pueden caber. Más río, más barcos en los que me gustaría navegar sin rumbo, casas que me gustaría habitar y tranquilidad.
De vuelta a Frankfurt reposo en terraza con cerveza. Y cena de viandas tradicionales regadas con sidra y nisperito. Fin de una etapa, adiós a los que aquí viven.

frankfurt


















Sábado de cielos azules. Bullicio tempranero en Frankfurt. Se come, se bebe y se compran cosas. Mercado de carnes y demás. Puestos con vinos y viandas. Y sol y calor que crece. El centro no es muy extenso. Se recorre bien. Hay zona financiera, skyline, y zona antigua. Edificios reconstruidos tras los bombardeos aliados. La zona alrededor del Romer (ayuntamiento) destila luz y animación en la mañana de fiesta.
Arquitectura peculiar, simetrías de colores, banderas y turistas. Boda civil. Terrazas que parecen no descansar nunca. Espacio para fotos, agradable paseo. El río, atravesado por puentes. Uno de ellos se llena de candados, gestos de amor.
En la Catedral de San Bartolomé hay visitas continuas y un par de grupos escultóricos preciosos. La Crucifixión de Hans Backoffen (1509) con sus siete figuras en piedra y el altar de la dormición de la Virgen con los apóstoles rodeándola (1434).
La uva se llama Riesling y su jugo blanco convertido en vino está delicioso. En la calle quizás sabe mejor, con temperatura ideal, a la sombra, acompañado por ensaladas de patata y pepino o salchichas. La banda pone la música, la calle, llena de locales y terrazas, hierve de gente.
Y por la tarde el sol aturde un poco. Buscamos la sombra, hay mercados de vino con bodegas que ofrecen su producto. Vagones que se quedaron parados a orillas del río. Las vías ya no se usan. Hoy se camina, se anda en bici y se reposa la comida en lenguas extrañas bajo enredaderas que ocultan el sol. Huertos urbanos, espacio en reconversión. Paseamos, cenamos y la vida sigue en la calle, en centros de ocio, alternativos, donde acaba la película, en sala en el jardín, donde los espectadores se mueven y donde empieza un concierto de música atronadora. La vida la determinan los grados Celsius, y más vino por favor.