Es martes de septiembre y el día se
presenta soleado y fresco en la mañana.
Bamberg sorprende, por sus calles y
casas, de arquitectura diferente y colorida. Hay flores por doquier, todo se
cuida. También por su ayuntamiento al borde del río, con puentes de postal. Y por
su catedral, con el jinete allá en lo alto, escultura de 1235. Hay tumba de
Papa, Clemente II, y bonitos altares. Y un clavo de Cristo en relicario. También
la sepultura de Enrique II y Cunigunda, obra de Tilman Riemenschneider (1513). Y
admirables otras dos esculturas, también del siglo XIII, la Iglesia y la
Sinagoga. Búsquelas, aconsejo para ello comprar por un euro la guía (la entrada
es gratuita). Preciosa también la Upper Parish, con su blancura y un bonito
altar de piedra colorida tras el principal. Hay casitas de pescadores al lado
del río, hoy motivo de fotos. La luz acompaña. Casas que parecen mullidas,
también comercio y gente. Comemos al calor de la Maximiliam Platz y vemos un
mal trampantojo en St. Martin.
Queda día por delante y nos acercamos a
la Basílica de los Santos Intercesores o Auxiliares (Vierzehnheiligen). En una
colina, a unos 35 km. de Bamberg, dirigida por los franciscanos. Recargada en
su interior con columnas de diversos tonos y muchas esculturas. Diferente. Construida
sobre el lugar donde en 1446 un niño se apareció a un pastor. Posteriormente fueron
catorce los santos que se aparecieron. Lugar de peregrinación, el fraile habla
sobre el lugar y no le entendemos. La barrera del idioma.
Otra colina más, se divisa allá. Esta vez
es la Iglesia de Kloster Banz, profusamente decorada, con frescos y altares. San
Pedro y San Pablo en el altar, y figuras blancas sobre repisas, suspendidas en
lo alto. Relojes en el techo. Gente, prohibido hacer fotos. En edificio anexo,
que debió ser monasterio hay hoy un museo de Ciencias Naturales. De vuelta a
Nuremberg el GPS no miente. Buscamos puentes, vistas y fotos. Hay sol todavía y
las terrazas semi o casi llenas no descansan. Cenamos en italiano, bien, y
subimos al castillo. Buena la panorámica. Al lado de la casa del pintor Durero
se juntan los jóvenes a hablar y beber. Parece un botellón, controlado. La noche
es fantástica, aquí al lado de la tienda de Staedtler. Se buscan latas o
botellas con linternas, hablan por teléfono, comen helados. No somos tan
distintos.
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