jueves, 30 de septiembre de 2021

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Mercadillo de ciudad, repleto de lugareños y turistas. Se vende hasta lo inservible. También hay comida, especias de bazar oriental, olores desconocidos, comestibles nunca vistos, alimentos ajenos que van conquistando nuestro paladar. Se pasea bajo el calor, se reponen fuerzas. Buscamos después la paz de un cementerio que ya no recibe más cuerpos. Es bosque casi salvaje con caminos que muestran lápidas, o ángeles llorosos, letras y años de otro siglo. Allí un monumento a Mozart, nadie sabe si están sus restos ahí. Y luego otro, más actual, parece una pequeña ciudad, de calles organizadas y limpias, con jardines y grandes panteones y monumentos funerarios. Allí está Beethoven, Schubert y los Strauss, entre otros muchos, su legado sigue sonando. Ya de vuelta vemos carreras, de niños y no tan niños, helicópteros que vigilan y gente y más gente. Luego el glamour de la ópera, en la entrada, trajes largos, en las escaleras, en los intermedios en lujosos salones dedicados a cafetería. Fotos repetidas, inmortalizar momentos. Pero cuando se apaga la luz y se levanta el telón llega la magia. Desde el palco vemos y oímos algo que atrapa. Es Tosca de Puccini. Es la historia, la música y el canto, es un espectáculo, creo que adictivo. Y luego a soñar.

miércoles, 29 de septiembre de 2021

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Hay historias que se pierden o difuminan, o se confunden. Dicen que uno de los varios santos llamados Vitalis fue el segundo obispo de Salzburgo, allá por el siglo VIII. Hay textos que refieren que una reliquia de dicho santo se venera en la iglesia de San Ruperto, la más antigua de Viena. Lo que nos cuenta el señor que cuida el pequeño recinto es que el esqueleto vestido en estilo barroco que vemos tras los cristales de una urna corresponde a un soldado romano que se negó a seguir matando cristianos y que recibió el mismo castigo, convirtiéndose en mártir. Añade que vaya usted a saber la realidad. 

Lo que si es real es el contraste con otras iglesias, como la de San Pedro, ampulosa en su interior. También es real la Viena que vemos ahora de otra forma, en un extenso free tour que nos lleva por calles y plazas, desgranando historias y datos de forma amena. Las paradas se suceden y las explicaciones aumentan mientras se nos habla de los emperadores y de sus familias, de Hitler hablando desde ese balcón tras la anexión de Austria, o de los palacios y de las tradiciones. Nos deja deberes la guía en forma de nuevas visitas o de puntos culinarios. No todo se puede hacer. Hay más paseos, suelas gastadas, piernas cansadas, más calles y parques. 

Y fuera del circuito turístico hay vistas desde un piso 35, de 360 grados, aquí las aguas, allá los coches, los aviones, muchas luces, es de noche, y mira, más lejos, esa noria que da vueltas.

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Viendo la vida pasar en jardines perdidos o enfrente de un palacio, el Belvedere, que resplandece al sol que sigue triunfando dejando los cielos limpios. También sigue el viento que dicen que vuelve loco a las personas. A mí me hipnotiza el suelo donde las sombras de las hojas no paran de moverse, impacientes, os diré que parece una película de cine mudo donde el sonido que viene, que sopla, perdió la sincronía con las imágenes. A la par hay chavales con música y niños en parque infantil. Y las palomas de todas las ciudades, parterres con hojas, y todo moviéndose. Y ahora, en forma de grupo, comemos bajo toldos y buscamos el Danubio, que es azul y luego verde, y es doble con isla en medio, con playa pequeña y hamacas, con puente flotante que nos divierte y con algún aislado valiente que nada las aguas que se mueven. De vuelta al centro sigue el bullicio en terrazas, hay cenas y paraguas colgados del techo que ya no dan sombra.

martes, 28 de septiembre de 2021

estaciones

Una hoja caída y cálida en sus colores da la bienvenida al otoño. Hojas que pudieron soltarse del árbol o de esas estructuras enredadas que quieren colonizar ventanas, que se alejaron unos metros del sol y del cielo, sin gritar en su descenso, hojas que se posaron sin hacer ruido.

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Las primeras impresiones de una Viena veraniega, monumental en su centro, con vida normal al alejarse, con gente que va y viene, terrazas que aprovechan la buena temperatura, se reúnen, comen y beben. Nos encontramos con él como por azar, comemos al viento y hablamos y andamos. Comercio local, trajes y vestidos para la ópera. Catedral imponente al sol, interior deslumbrante. Se anuncian conciertos, algún canal con poca agua, ¿dónde está el Danubio?, ¿son los hermanos pobres de Alemania? Historia en sus calles, placas de judíos que fueron llevados a los campos de exterminio, estatuas de monarcas, palacios de emperatriz, Sissi, vidas de cuento o no tanto. Los parques y jardines aprovechados por la gente, las casas de patio interior y de escaleras desgastadas, de antiguos WC comunes, de puertas de madera; caballos bien cuidados, en establos céntricos, viven a cuerpo de rey. Viena parece acotada esta tarde, pero será infinita, y la luz bonita de la hora mágica que pasa, desaparece, se va. 

migas

También he andado solo por Lisboa, sin mano que agarrar, sin nadie a mi lado, extraño me siento, incómodo, busco una tapia, no para saltarla sino para rodearla, busco jardines y encuentro penumbra, humedad, cañas, aguas, pequeño salto, hojas, rayos que se filtran, bancos desocupados, esculturas casi invisibles, busco asiento y los encuentro, pero no me decido, dudo, almas solitarias mirando algo, la entrada al museo se me resiste, al fin, no entro, ya lo vi, salgo del laberinto, de ahí a un centro comercial impersonal, vacío de clientes, es pronto. Mi sentido de la orientación en alerta, primitivo, ya no se dejan migas o piedras para volver, miedo a perderme y tener que gritar. De ahí a otras calles, a espacios abiertos con edificios grandes, avenidas, México, Roma, con tallas estilizadas, con iglesia que parece enorme, con vida de ciudad, con librería que visito, y donde conseguimos entendernos a pesar de todo, porque no hay nada como querer hacerlo. Desandar los pasos, con dos libros bajo el brazo, no llevo saco, el sol que subió, yo que bajo, ella que duerme, yo que la despierto.

viena.1

Volar en pandemia sin respetar la distancia de seguridad aunque todos llevemos mascarilla. ¿Para qué guardar distancia en asientos y colas del aeropuerto? Las incongruencias de los que deciden. Hacinados en el avión surcamos aires y cielos, atravesando Europa, destino Viena. Los mismos gestos, los mismos comportamientos de antes de todo esto, las mismas conversaciones, diálogos de avión, de viaje, constreñidos a dos paredes metálicas. Poco a poco, se apaga el entusiasmo de las primeras frases, la novedad ya pasó, quizás hasta los mismos rezos, iguales turbulencias, cielos más llenos, nubes más blancas, almas que subieron, almas que quieren bajar y aterrizar, al menos la mía. Los jóvenes van a estudiar, los adultos a trabajar, o de vacaciones, viajamos a pesar de todo, con caras tapadas y pasos nerviosos. Dicen que son los Alpes, no los veo, al comandante casi no se le entiende, y nadie le hace ver los problemas técnicos, luego cambia al inglés, más de lo mismo, parece que escucháramos una radio de válvulas, antigua, perdemos señal, que no altura. Deben ser bonitas las montañas a vista de pájaro, reservadas para ellos. ¿Y cuando bajamos? ¿Dejará de dormir el de cascos, mascarilla mal puesta, tatuaje y pantalones rotos? ¿Se acallarán las voces en tierra? Poco importa, seguiremos jugando al juego de la vida.

viernes, 17 de septiembre de 2021

vuelta.1

Es de día, una hora más. O todas, la luz inundándolo todo. Horario de verano sin ser verano. Florida la Florida, juego de palabras. No es cierto. Llegará el verde, mas tarde. El kiosko se rodea de reyes en su entorno, silencioso y vacío. Nubes que viajan a la nada. Armentia con o sin San Prudencio. Coches a la derecha. Se venden. Padel y radares que antes no existían. Hay ojos que mirar, hay  ojos que sueñan. Pared pintada, no la borren. Una autoestopista, despistada, en el siglo XXI, a pie de salida, en rotonda de Ibaia. El Gorbea, nevado, harinado más bien. Polígono industrial que siempre parece desierto, Santa Engracia, una cocacola para mí, luego club, luego maderas. Ahora leña y una ikurriña ondeando, descolorida. Se acaban los Llanos, industriales. Nunca se llamaron así. Riberas de río. No se ve el agua. Torre de vigía y túnel que salva obstáculos. ¿Dónde está el Ebro? Se atisba a la salida. Allá por la Puebla. Hemos llegado a Treviño. Burgos, Castilla y León. Enclave aislado, rodeado. No se expande ni se comprime. Acceso a la autopista para esquivar Miranda. Por debajo del quitamiedos se ve el río inerte. Crecen las hierbas, comestibles. 

Quizás esas montañas me llamaron. Entre ellas la brecha de Pancorbo. Pájaros que buscan desechos o carroña, canteras, arena por toneladas, adelantar para parar metros mas adelante. Qué absurdo. El desfiladero desde lo alto parece pequeño, abordable, humano. La vía desierta, luego el puente, luego oscuridad, el túnel de Hontoria. Luego el de Barrio, pasamos lo peor. Estamos a la altura de las águilas. En San Nicolás recorremos 155 metros. Luz amplia después y bajamos rodeados de verdes y ocres. Dicen que pueden cruzar animales. ¿Dónde estáis? En los coches. Un proyecto de polígono inacabado, con farolas huérfanas. Recuerde, 120. Se olvidan, nada destacable después. Silencio, el paisaje cambia. A mí me fue cambiando la vida.


lunes, 6 de septiembre de 2021

minutos

En veinte minutos pasan muchas cosas, dentro de una narración que avanza y se detiene, que a veces se centra aunque permanezca siempre abierta, llena de cosas, ocurrente, juvenil, adulta. Y se mezclan respeto con humor, amor con emoción. El primer episodio se llevaba 44 de esos minutos que pasan volando, por lo tanto debería caber algo más del doble de todo eso, pero no, ahí el abanico se agiganta para contar casi un resumen de vida, sencillamente antológico, es lo que me viene a la cabeza con un resto de humedad en mis ojos, serán los lagrimales, que se hacen mayores.

Todo va a ir bien, así es como se llama la serie.

luz

Aprietas la mano de ella, no te vayas. También la miras, deseando ver su rostro de frente, después de verlo de perfil. Sueñas con algo más, sueñas juegos. Y será que ella se soltó, la veo caminar, sin manos enlazadas. Y te veo rumiando reproches, corriendo,  bocanadas de aire, sin saber dónde ir, dónde buscar. Allá arriba rayos, y cercanos los truenos, y gotas que se evaporan antes de alcanzarte, sediento que estás. Todo es pararte y hallar el silencio, sólo tu corazón late, ordenado, el suelo cambió de color, las banderas quieren volar, tú queriendo. Y ella llega a su portal para encender la luz, esa luz que se apagará cuando los segundos se agoten. No la de su alcoba, que le grita y le clama, a la vez que ella se hunde, intrusa al principio, dueña después, en su sueño, ella que cierra su mano, es sólo la imaginación.

camino

Novela de viajes, y también de viaje interior. Escapando de la ciudad de Madrid va el protagonista, recorre sierra, pueblos y otras ciudades, como Segovia y Toledo, buscando sin encontrar. Hay campos amarillos, posadas  y mesones, personajes que se aparecen, hay diálogos y soledad acompañada en carros y vagones de tercera. Hay rebelión contra lo establecido, contra la religión al uso. Todo para al final encontrar un asidero, otro hito en el camino, todo para seguir el viaje, que el recorrido nunca se acaba.

Camino de perfección (pasión mística). Pío Baroja. 1902

jueves, 2 de septiembre de 2021

juegos

Novela larga, de lenguaje buscado, llena de sueños y soñadores. Hay realidad, triste, y sólo la ensoñación pone descaro y, acompañándose de la mentira, crea un mundo diferente, pero que no vale para cambiar el día a día, vida paralela, soñada, que despierta para seguir habitando aquí y ahora, es sólo decorado, humo y fachada; por lo tanto no hay otro posible final, el descarrilamiento y la huida. Notable ejercicio de imaginación.

Juegos de la edad tardía. Luis Landero. 1989