martes, 28 de septiembre de 2021

migas

También he andado solo por Lisboa, sin mano que agarrar, sin nadie a mi lado, extraño me siento, incómodo, busco una tapia, no para saltarla sino para rodearla, busco jardines y encuentro penumbra, humedad, cañas, aguas, pequeño salto, hojas, rayos que se filtran, bancos desocupados, esculturas casi invisibles, busco asiento y los encuentro, pero no me decido, dudo, almas solitarias mirando algo, la entrada al museo se me resiste, al fin, no entro, ya lo vi, salgo del laberinto, de ahí a un centro comercial impersonal, vacío de clientes, es pronto. Mi sentido de la orientación en alerta, primitivo, ya no se dejan migas o piedras para volver, miedo a perderme y tener que gritar. De ahí a otras calles, a espacios abiertos con edificios grandes, avenidas, México, Roma, con tallas estilizadas, con iglesia que parece enorme, con vida de ciudad, con librería que visito, y donde conseguimos entendernos a pesar de todo, porque no hay nada como querer hacerlo. Desandar los pasos, con dos libros bajo el brazo, no llevo saco, el sol que subió, yo que bajo, ella que duerme, yo que la despierto.

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