sábado, 31 de julio de 2021

spandau

Ministro de armamento de Hitler, condenado a 20 años de prisión en Nuremberg. El autor narra en su diario esos veinte años.

¿Quién podría resistir 20 años de prisión sin reconocer las propias culpas?, dice el autor. Si leemos sus palabras parece que lo hizo. Si leemos las reacciones a su publicación se habla de lavado de imagen.

Diario de Spandau. Albert Speer. 1975

viernes, 30 de julio de 2021

digital

Y hoy me entero, leyendo un libro de 1900, que la digital es una planta, que alguien pasea por el campo y ve las campanillas purpúreas de dichas herbáceas. Que lo digital es otra cosa.

online

Ese calor nocturno, y diurno, ante el que poco se puede hacer, aparte de esconderse, un grado más, un grado menos, qué más da. Que pasen los días. Todo esto a la par que los Juegos Olímpicos, con su emoción, su juventud y su ausente público. Con esos deportes que dentro de quince días volveremos a olvidar, con horas que no encajan con nuestra vida, que tenemos que dormir y trabajar después, donde la prensa online nos narra al detalle competiciones en las que cada segundo pasa algo, un gol, una canasta, una serie de piscina, otro combate, varios KOs que también a nosotros nos alcanzan,  derrotados por el exceso de información, de datos. No es nuevo, lo rabiosamente online, sea deporte, sea social, sea político, sea lo que sea, mató la calma, la reflexión, la lectura reposada, el visionado consciente y parte de la paciencia y la cordura. 

domingo, 25 de julio de 2021

exiliados

Libro periodístico, a base de crónicas y entrevistas. Son protagonistas algunos de los más de dos millones de exiliados rusos tras la revolución bolchevique y la guerra civil. También ucranianos y georgianos. Pueblan ciudades europeas y en particular Paris. Allí el autor busca y entrevista a artistas, escritores, políticos, militares, personajes de la realeza, duques y duquesas, y traza su nueva vida en unas pocas líneas, a la par que perfila el destino de los desconocidos que pueblan factorías, que con sus manos construyen coches Citroën, o que trabajan la tierra. Todos esperando el fin de la revolución, todos viendo como el fin no llegaba. Magnífico.

Lo que ha quedado del imperio de los zares. Manuel Chaves Nogales. 1931

viernes, 23 de julio de 2021

ida.9

 Hubo un tiempo en que Burgos se atravesaba, Gobierno militar allá, alrededores del Plantío acá, goles radiofónicos. La ciudad era eso y la Catedral otra cosa, esbelta vista desde lejos, imponente de cerca, excelsa en su interior. Pero la ciudad que me llegaba se remitía a esa calle larga con nombre de destino, calle Vitoria. Con casas como todas, con gentes que iban de un lado para otro hasta que todo desaparecía tras una zona industrial, anárquica como todas. Busco esas calles ahora, también una estación de autobuses redonda que mas parecía un coso que otra cosa, donde a veces, antes de llegar, el paso a nivel nos cerraba el paso. Y el tren pasaba, para llegar o para irse. Y yo esperando que se completara el tiempo de parada, a pie de puerta, fuera huele a estación, dentro a autobús, vámonos que quiero llegar ya.


miércoles, 21 de julio de 2021

líneas

Trazaría líneas infinitas, muchas, algunas pararían aquí y allá, las seguiría como se siguen migas para alcanzar puntos. En esos puntos encontraría a gente conocida, hablaría con ellos, o simplemente los abrazaría si faltan las palabras, si a mi me salen y a ellos no les vienen, si es que llevan tanto tiempo sin hablar, puede que sea normal, puede que no me reconozcan, puede que yo tampoco a ellos. Una de esas líneas me llevaría al Bar Hungaria, Vitoria, allí me encontraría con el tío Antonio, que tanto nos acompañó en la infancia, no sé cuantificarlo, pero si cualificarlo. Pelo escaso y blanco, dibujante, diferente. Allí mi padre pediría por mí, una empanadilla, crujiente, recién hecha, con esas burbujas que formaron colinas, con eso que se queda en los dedos y que las servilletas satinadas no limpian, con eso que se queda en el sabor, hasta en la memoria, atún, tomate y huevo, sublime. Anoche mi mujer las hizo, rozando la excelencia, y yo me paseé en volandas por el interior de ese bar, me subí, me aupó mi padre a la silla metálica alta, y esperé a que viniera el plato, rozando la eternidad.

martes, 20 de julio de 2021

churchill

Cuando Roosevelt le preguntó a Churchill que cómo se podría denominar esa guerra, éste respondió, “la guerra innecesaria”. En explicar todo eso y mucho más se detiene el dirigente inglés en el primer volumen dedicado a la contienda. Crítico con los gobernantes de su país y de Francia, sobre ellos recae la dejadez, la imprevisión y la falta de valentía para haber hecho frente años antes a la amenaza alemana, todo acompañado por la absurda esperanza en que no pasaría nada.

Brillante el volumen, y espeluznante.

La segunda guerra mundial. De guerra a guerra. Sir Winston Churchill. 1948

sábado, 17 de julio de 2021

playa.2

El viento que mueve las hojas de un libro, los móviles no se mueven, y no se dejan guardados, acompañan soledad o no, se ve, se conversa en la distancia, para hacerles ver que se está bien, que la nave va. Siento frío por un instante, y recuerdo que yo siempre enfermaba en la playa, antes, otra forma de sentirme querido, arropado, ¿podrá la mente hacer tanto? La misma que me pregunta si hay gente capaz de extraviarse en la playa, si sale del agua y no encuentra su sitio, sombrilla y toalla, si al sacar la cabeza no ve la orilla, ni casas ni referencias, si no piensa por un momento que quizás sea hora de recomenzar. Y no sé responder. Entorno los ojos, vencidos, la voluntad difusa, y puedo hasta cabecear entre idiomas irreconocibles que hablan con botella o vaso en mano, alcohol y arena. No siento sed, ni casi calor, mi cuerpo va a contracorriente. Brisa inagotable que me llega, oigo música. Dicen que el agua está muy buena, siempre se dijo. No podían faltar palas ni pelotas de chillones colores. No podía faltar un avión, el que veo al abrir los ojos, dejando su estela, gases letales y preciosos vistos desde aquí, pinturas blancas sobre fondo azul.

playa.1

Y os puedo hablar del mar que veo al llegar la luz, es de día, del que se llena de gente, de cuerpos jóvenes y viejos, de esbeltez y de lo contrario, cremas y bronceadores, de telas que se tocan con los dedos, para cubrir o descubrir. De vidas que ya se han dicho todo y que aún así siguen uniendo sus manos, buscándose. Todo entre el rumor, el ruido agradable, amortiguado por las voces humanas, por las nuestras, que viven o que quieren vivir a orillas del mar que vemos lejano, inalcanzable, el que no nos atrevemos a cruzar, tan distante el final, tan incierto el camino. Siguen los gestos, las repeticiones, seguir, caminar apartando la ola o buscándola, que me arrulle, que me acoja.

noche

Hablo del mar que no veo, noche oscura, sólo rumor, del agua y del viento, sólo líneas blancas, que desaparecen y dejan un brillo en la arena, un contorno irregular, que ausente la luna, refleja alguna luz lejana. Lo demás es ausencia de todo.

azar

Comienzo de road movie. Después aparece el azar, imprevisible, el que todo lo puede cambiar. Narración que atrapa, esperando el desenlace.

La música del azar. Paul Auster. 1990

domingo, 11 de julio de 2021

karamazov

Lectura de largo vuelo, páginas y páginas de exuberancia, locura, de personajes exaltados que parecen entrar y salir de escena por esas puertas falsas, teatrales, para declamar su parte, para exprimir su conciencia. Entre los celos, la pasión, la avaricia y el egoísmo aparecen dos personajes que son de otro mundo, alejado del ruido, el ermitaño y su discípulo Aliosha, un Karamazov diferente, sensato en su juventud. Y lo demás es transcurrir, narrar sin que yo intuya hacia dónde vamos, hasta que aparece el hecho que lo cambia todo, el que da pie a una narración judicial extraordinaria. Y acabamos con dolor, con pena, también con alegría. Cabe de todo aquí.

“Vivía, lo veía todo, y no censuraba nada”


Los hermanos Karamazov. Fiodor Dostoyevski. 1880.

viernes, 9 de julio de 2021

ida.8


Lerma tras un par de curvas, antes se atravesaba con paradas en semáforos. Gente y restaurantes. Cuatro torres en punta, palacio. Seguro que ofrecen cordero. Empinada cuesta para llegar a esa plaza llena de coches. Y un bar donde mas de una vez y mas de dos paramos. Coca cola en vaso de cristal largo con hielo y limón. Después un campo de fútbol. Recuerdos de feria agrícola. Queda mucho o poco, según se mire. Luces de frente y en retrovisores. Y caminos entre verdes que nunca correré. No lloraré, hoy es 2017. Curvas que cambian la perspectiva de un pueblo que baña el río. A la salida bares de carretera, e hileras de árboles despoblados. ¿Y si no viera en la oscuridad? A ciegas diría que llegamos a Burgos. Esos molinos están iluminados. Veo las aspas, blancas, dan vueltas. Pero no oigo el zumbido, atronador. Imagino hélices de agua, trasplantadas a tierra. El espectáculo es vibrante. Pareciera que los electrones recorrieran una espina que atraviesa la tierra. El labrador, restaurante, ahí estuvo el Azor. Veo serpientes en forma de coches de luces rojas, algo que seguir. Recibe el Cid. Antes el club las Malvinas y el Alfoz. Sigue Carlos y su guitarra, y la torre de Landa. Se atisba la Catedral. Bruno llega a casa, a su Cartuja. La agenda de notas no tiene luz. Ni el bolígrafo. Hora de parar y pensar.


lunes, 5 de julio de 2021

Vallejo

Me pierdo en uno y en el otro, poemarios, publicados póstumamente en 1939. El primero con la guerra civil como telón de fondo, versos tristes y anhelantes de un futuro que no llegó. El segundo, complejo, difícil. Veo la luz en algunas líneas y vuelvo a las andadas después. Quizás sea necesario insistir, respirar dos veces y volver a empezar.


España, aparta de mí este cáliz.

Poemas humanos. César Vallejo, 1937

sábado, 3 de julio de 2021

gol

Sin ni siquiera desearlo, sin esperarlo, a veces vuelve el niño en forma de inocente ilusión, y todo por un partido de fútbol, o por dos, o por cuatro, y el no va más viene en forma de prórroga y de penaltis, en tarde de calor de verano, juega la selección. Y sé que no es más que un juego, que todo se olvida, que todo pasa, pero la razón nada puede al sentimiento, imparable, imbatible, siempre claudica ante el gol.

ida.7

Pascual y la leche, no veo las vacas, espero que existan. En Tudanca, área de servicio, autobuses parados, bajar las escaleras, comer bocadillos, rápidos, al servicio. Colas y volver a subir. Polígono industrial, hasta con humos que suben por chimeneas, no muy altas. Miro a ambos lados. Veo fotos que no hago. Contrastes que una vez vistos no son los mismos. Y se quiere ir la luz, hora mágica, esa luz. Nubes de evolución que se elevan. Y siempre adelantando o adelantado. Bodegas, viñas, estás como siempre, aquellas de diseño, de ahora. Y Carlos Goñi y su Revolver, las guitarras rasgan. Previsión de nevadas, dice el luminoso. Nunca llegan. ¿Estará actualizado? Huele mal, será el abono que se cuela por los cristales cerrados. En Fontioso está la gasolinera triste, el cartel de Shell se lo llevó el viento, lo repusieron, se lo volverá a llevar alguien, quizás el tiempo. Al otro lado una estación de tren, desierta, con fantasma y caja fuerte impenetrable, parada próxima, Cilleruelo de Abajo, diría alguien, conversación de tren. Cinco grados.

Actualizo, la estación ha desaparecido, ya no hay donde pueda parar el tren invisible, fantasma, silencioso. Ahora la busco, su silueta, no la encuentro y no me gusta.