domingo, 31 de octubre de 2010

la guerra

Los crímenes de la guerra de Irak o los abusos o los efectos colaterales de esa guerra son noticia por las filtraciones que salen a la luz, directamente obtenidas del Pentágono. Parece que a muchos les extraña, y no sólo eso, les asombra y les indigna, que todo eso que se cuenta pase en las guerras. Mi capacidad de asombro ante el que se asombra no tiene límites. Dicen que la convención de Ginebra prohíbe ese tipo de prácticas. Lo que debería prohibir son las guerras. La guerra es un abuso en sí mismo. Centenares de víctimas irakíes de esos abusos irán a los tribunales en Londres. Ojala consigan algo. Los muertos por accidente o por inocencia no irán. Los derechos humanos se atacan todos los días de la semana, y todos los días del año, por muchos países, a los que otros países venden armamento constantemente, entre otros el nuestro. Sí, somos exportadores de armas, aunque oficialmente no somos guerreros. Quizás lo que le pasa a la persona que se sorprende es que no ha vivido la guerra, sólo la conocemos por televisión, y es imposible ponerse en la piel del que está en primera línea y no tiene ojos para mirar a todos lados, y dispara al bulto, sin saber si mata inocentes o niños que juegan, porque él en sí mismo es un niño con fusil, pendiente de perder en una milésima de segundo toda esperanza, ilusión o sueño. No tenemos ni idea de lo que debe de ser eso. Así que mejor no dar lecciones de falsa moral o no sorprenderse de que en las guerras pase de todo y se cometan barbaridades sin pararse a preguntar dónde está Ginebra.

marcelino

“Si uno se cae, se levanta inmediatamente y sigue adelante”, fue una de las últimas frases de Marcelino Camacho. Su mujer lo afirma, orgullosa de toda una vida dedicada al servicio de los demás. Vida austera, fuera de círculos de poder que enseguida cambian actitudes y maneras de vivir. “Servir, no medrar”, así definió Clara Campoamor su compromiso con la sociedad, así se puede definir igualmente el de Marcelino. Descanse en paz.

domingo, 24 de octubre de 2010

micros

Seguimos con las palabras, aquellas que algunos micrófonos amplifican para que los sonidos lleguen más lejos. Hay adjetivos, como el de absoluto, que hay que emplear adecuadamente. Merkel, la canciller alemana, dijo esta semana que “los esfuerzos por construir una sociedad multicultural en Alemania han fracasado absolutamente”. No sé a qué vienen esas palabras, no sé cuál es el objetivo, pero los amplificadores han hecho que las palabras vuelen y la gente piense. Debería haber matizado Merkel cuál era el objetivo inicial de la multiculturalidad. La sociedad perfecta no existe, lo sabemos, pero el esfuerzo nunca debe considerarse como algo vano. Habría que preguntarle a las miles de parejas nacidas de esa multiculturalidad, mestizaje o como se le quiera llamar, qué opinan del absolutismo de las palabras. Los micrófonos no están al alcance de los mortales, sigamos con los presidentes, en este caso, el de Ecuador, Correa, los ha utilizado para lanzar un mensaje de esos que pasan desapercibidos entre las páginas de internacional de los periódicos. Textualmente: “En Europa hay unas hipotecas bien peculiares, que atentan contra los derechos humanos”. Se refiere a los problemas que están teniendo muchos de sus compatriotas para seguir pagando cuotas en plena crisis laboral. Suena duro mezclar derechos humanos y banqueros, pero Correa lanza la botella para que alguien la recoja. Imposible lo de luchar contra los bancos, intocables, sagrados y algo más, y volviendo al adjetivo inicial, si alguien se acerca hoy en día a los monarcas absolutistas de antaño, son ellos, los que mandan a base de prestar el dinero a gobernantes y ciudadanos.

sábado, 23 de octubre de 2010

cuadro

Pintaste unos ojos sobre la tabla, negros y hermosos, vacíos de cara, pero llenos. Luego, los colgaste sobre la pared, fondo azul, los ojos resaltaban, quisieran hablar, no podrían. Luego, te fuiste, me llamaste, te llevaste tus ojos de verdad, te llevaste tu vida y parte de la mía. Devolví la llamada, sin éxito, te busqué, sin encontrarte, me perdí por los caminos y regresé. Ahí seguían, alegres, como tú, tristes, a veces, reflejo mío. Un día lo descolgué, evitando recuerdos, eso me dijo el médico. Qué sabrá él. Nadie sabe nada de mí, sólo tú y tu mirada perdida.

viernes, 22 de octubre de 2010

de memoria

El narrador de Anna Karenina lo dice: “Y lo que vio entonces no volvió a verlo nunca más”. En un párrafo antológico Tolstói describe el amor y en una frase concentra ese sentimiento y la vida, con el tiempo que nos atrapa a cada momento, en instantáneas que desaparecen y que pasan al baúl de la memoria. Y yo me pregunto si los recuerdos, que me asaltan estos días o todos los días, se olvidan, esos que me ponen una cortina delante de mi alma y por unos instantes ciegan todo lo demás, y yo me pregunto si algún día dejaré de recordar, y me pregunto si esa enfermedad que mata la memoria hará que la mente no pueda llorar al recordar. Porque el llanto no está de moda pero hay veces que es inevitable. Y yo me pregunto si merece la pena escapar de la memoria, y me respondo que no, porque gracias a la memoria nos construimos a cada momento, y gracias a que podemos seguir enviando algo al baúl, seguimos vivos.

domingo, 17 de octubre de 2010

sentimientos

Hay palabras que salen inocentes de la boca, como en un programa de adiestramiento de perros, donde una dueña de un can dice: “yo me creía que los perros tenían sentimientos, pero si tú dices que no….”. Sí, sorprende descubrir que hay gente que piensa que los animales superan a los humanos. Hay veces que las palabras inocentes parecen no tener en cuenta los efectos colaterales. Una señora que vive en un pueblo donde unos moteros llegan los fines de semana después de jugarse la vida y poner en peligro a los demás con sus conducciones agresivas, imitando a los de moto GP, dice cabalmente: “le dan vida al pueblo, vienen, almuerzan, están un ratito y luego se van”. Como la vida misma, un ratito por aquí y luego a la nada, bajo o frente a lápidas irrompibles. En una de ellas descansa Juan Negrín López, el último jefe de gobierno de la Segunda República. Su lápida se reduce a unas letras, J.N.L. No quería nada más, ni siquiera flores. Su nieta no le hace caso y las deposita de vez en cuando. Los muertos no protestan. Sin palabras, así se van la mayoría. Negrín lo tuvo complicado, tomó el cargo ya al final de la guerra, tenía las de perder y perdió hasta en la historia. No sé si se sentía patriota pero sí sé que quiso hacer algo por alguien. La patria celebró el pasado martes una nueva fiesta. Un nuevo desfile en Madrid y una persona del público declara que hay que ser patriotas. Lo de ser patriota es como amar, envidiar, odiar o compadecer, es un sentimiento que no se puede imponer. De nuevo abucheos a Zapatero, elegido por el pueblo. Falta de respeto a las ideas y a la palabra, y a los millones de votantes que le otorgaron su confianza. Palabras que se estrellan contra la coraza de unos políticos que lo llevan en el sueldo, eso dicen. Palabras no inocentes que hacen daño a los oídos. Respeto por encima de patrias, planteo yo. Decía Forrest Gump: “Yo no sé nada de casi nada”. Yo tampoco.

sábado, 16 de octubre de 2010

mas o menos

No sé qué hacemos viendo en la tele esos programas que nos presentan las casas de los ricos. Lujos inalcanzables que quizás nos despierten la envidia, la admiración o no sé qué. Y me pregunto qué hay que hacer para llegar a eso, y se me ocurre que trabajar más, aunque sea falso, pero eso es lo que dice el presidente de la CEOE, que trabajemos mas, pero ganando menos. No entiendo que todavía tenga la caradura de hablar alguien que ha llevado a la quiebra a viajes Marsans. Pues ganando menos difícilmente llegaremos a salir de pisos normales sin piscina privada ni espacios infinitos para el descanso, fuera del alcance de los molestos vecinos. Quizás haya que protestar más. En Francia, estos días, las protestas se acumulan; no se limitan a un día de huelga, como nosotros, día que pasa de puntillas, casi a hurtadillas, casi día festivo. No, allí las huelgas tienen un componente de rebelión, el motivo es manifestar su descontento contra la elevación de la edad de jubilación. Y se ven cosas que no se ven aquí, no sólo la duración y continuidad de la protesta sino la involucración de colectivos que aquí pasan desapercibidos, y me refiero a los estudiantes, que no sólo cierran institutos sino que toman las calles. ¡Que se muevan los jóvenes!, grita alguien. Así es y será siempre. Los asilos no guardan fuerzas. O nuestra sociedad es demasiado mayor o nuestros jóvenes tienen la senectud avanzada. Y hasta los sábados hay protestas. Aquí el sábado es sagrado, día de centro comercial o de nada, pero sagrado. Nadie hará nada por nosotros. Son sólo diferencias, pero diferencias que marcan el futuro, reflexione usted.

domingo, 10 de octubre de 2010

bodas de sangre

Estrenada en Madrid en 1933, la obra teatral de Lorca describe la tragedia del amor, la pasión llevada al extremo en un entorno duro y cerrado donde los personajes parecen vivir para morir pegados a la tierra, sin vía de escape, marcados por la tragedia pasada y por la que deviene cuando el corazón late más fuerte que la cordura.
Bodas de sangre. Federico García Lorca. 1931

alegría y vida

Los premios Nobel no suelen ir dirigidos a los jóvenes. Se premia toda una vida, una trayectoria vital, y ahora que lo joven y juvenil manda, bueno, ahora y siempre, no está de mas ver a personas de pelo blanco, auténticos abuelos, ser reconocidos por toda una labor, constante, esforzada y no oportunista. Mario Vargas Llosa salía todos los años en las quinielas y nunca ganaba. Lo hizo finalmente, su literatura y su compromiso con la libertad se ven recompensados con portadas y primeros planos. Habrá muchos que se lo merezcan, pero seguro que él es uno de ellos. El de Medicina se lo lleva el precursor de la fecundación in vitro. 85 años le contemplan. Cuatro millones de seres disfrutan de la luz del sol gracias a esa técnica. A alguien no le ha gustado, el Vaticano lo censura. Nunca llueve a gusto de todos, pero para algunos, la lluvia siempre es mal recibida. Los inquisidores de lo ajeno y no de lo propio no reparan en críticas a la ciencia que da y salva vidas. Igual que el gobierno chino, que critica la concesión del nobel de la paz a uno de sus presos. No saben qué es eso de la libertad, todavía. Ya les llegará la alegría, a los ciudadanos, algún día. En fin, a quién le hubiera gustado tener un poco más de vida para llevarse una alegría es a José María Millares, premio nacional de poesía. Se murió hace más de un año y ahora reconocen su carrera. Nunca es tarde, incluso para los premios.

viernes, 8 de octubre de 2010

hacia el futuro

La campaña de respeto y apoyo al profesorado que presenta la Comunidad de Madrid nunca debiera de haber existido. Algo hemos hecho mal, todos, para llegar hasta aquí. Los mismos que patrocinan la campaña no se gastan los cuartos en suplir las bajas de los profesores en la última quincena de Septiembre. Así, dos de mis testigos en el tuto no tienen clase en una asignatura concreta hasta el 1 de Octubre. La realidad siempre supera a la ficción y en este caso a la propia realidad. Ver para creer, dijo alguien. Yo no lo veo, pero creo a quien me lo cuenta y lo cuento. Cada uno se gasta el dinero en lo que quiere, sobre todo Gallardón, con la majestuosa inauguración de la calle Serrano o con la enésima fiesta-concierto en la Gran Vía. Luego falta el dinero para lo más importante. Tenemos más AVE’s que nadie pero en ellos viajan y viajarán hacia el futuro los alumnos que sufren uno de los peores sistemas educativos de la Europa occidental. Insisto, no sólo en eso de perder el respeto a los profesores hemos hecho algo mal.

domingo, 3 de octubre de 2010

creer

Me voy a inventar las palabras y construiré un diccionario mío, particular, de caracteres unidos que salen sin querer o queriendo, un ejemplo, mundoescéptico. Hay un vocablo similar muy utilizado últimamente, euroescéptico, yo añadiría planetaescéptico. Escéptico, que duda o no cree en ciertas cosas. Esperar, confiar, creer, le podemos dar la vuelta, confiar, creer, esperar. Confiar es más que esperar, y espero porque creo. ¿Podemos creer en nuestros políticos? Tras la semana de la huelga, sólo queda esperar que pase el tiempo y se demuestre con datos si la reforma laboral sirvió para algo. ¿Podemos creer en los sindicatos?, atados al poder, sumisos hasta que su propia definición e historia no les dejó otra salida que la huelga. El clenbuterol no es una palabra inventada y esta semana sale a la luz, de moda otra vez. Ya hace tiempo que dejé de creer en el ciclismo, sería mejor correr un tupido velo sobre el ciclismo profesional, y echar el cierre patronal, porque confiar en la serpiente multicolor se ha vuelto cosa de niños, los que mantienen su diccionario impoluto, todavía inocentes. Entonces, dado que esperar empieza a ser difícil, si no imposible, me pregunto si me queda algo en lo que creer, y sólo encuentro una cosa, y es el amor.

Mercé

Hay gente que llega tarde a los espectáculos, maldita manía. Hay gente que intenta sacar videos con sus móviles durante las actuaciones, maldita manía, al igual que los que hacen fotos, iluminando el patio de butacas, o atienden a los mensajes de sus móviles mientras el resto de los asistentes intenta concentrarse en el silencio de su mente para escuchar al artista. Lamento, quejido y entrega, tres palabras para definir a José Mercé, que presenta estos días su nuevo trabajo, titulado Ruido. Tres palmeros con sus voces, caja de ritmos y tres guitarras acompañan a un trabajador del escenario que se retuerce en la silla, y que al final se acompaña del baile para vaciar su alma. Mercé disfruta en cada canción y su semblante lo delata. Suenan las nanas de la cebolla, de Miguel Hernández, con la música de Serrat y no se puede pedir más. Fuera, en la Gran Vía, hace calor y los escaparates muestran la ropa de otoño/invierno. Suena el adagio de Albinoni en versión de músicos callejeros, y ni siquiera eso puede calmar la soledad del mendicante. Mientras, las nanas siguen llegando a mi boca.
“No sepas lo que pasa ni lo que ocurre” (Miguel Hernández)
José Mercé actuó en Madrid, Teatro Compac, el 1 de Octubre de 2010.