domingo, 10 de octubre de 2010

alegría y vida

Los premios Nobel no suelen ir dirigidos a los jóvenes. Se premia toda una vida, una trayectoria vital, y ahora que lo joven y juvenil manda, bueno, ahora y siempre, no está de mas ver a personas de pelo blanco, auténticos abuelos, ser reconocidos por toda una labor, constante, esforzada y no oportunista. Mario Vargas Llosa salía todos los años en las quinielas y nunca ganaba. Lo hizo finalmente, su literatura y su compromiso con la libertad se ven recompensados con portadas y primeros planos. Habrá muchos que se lo merezcan, pero seguro que él es uno de ellos. El de Medicina se lo lleva el precursor de la fecundación in vitro. 85 años le contemplan. Cuatro millones de seres disfrutan de la luz del sol gracias a esa técnica. A alguien no le ha gustado, el Vaticano lo censura. Nunca llueve a gusto de todos, pero para algunos, la lluvia siempre es mal recibida. Los inquisidores de lo ajeno y no de lo propio no reparan en críticas a la ciencia que da y salva vidas. Igual que el gobierno chino, que critica la concesión del nobel de la paz a uno de sus presos. No saben qué es eso de la libertad, todavía. Ya les llegará la alegría, a los ciudadanos, algún día. En fin, a quién le hubiera gustado tener un poco más de vida para llevarse una alegría es a José María Millares, premio nacional de poesía. Se murió hace más de un año y ahora reconocen su carrera. Nunca es tarde, incluso para los premios.

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