viernes, 24 de abril de 2015

una breve historia



Libro apasionante, de divulgación de la pasión de un científico por contar la historia de la humanidad, o por lo menos la de los últimos 13000 años. Y explicar el por qué de las diferencias entre continentes o entre países. Intentando dar respuesta a los diferentes grados de desarrollo social y su ritmo de implantación. ¿Capacidad innata?, no. ¿Determinismo geográfico?, sí. Y  ahí entran en juego el desarrollo de la agricultura, la ganadería, las letras, la invención de las armas o la propagación de enfermedades, y todo mezclado con esas variables llamadas clima, geología o recursos marinos. Todo para dar forma a un mundo que cada vez entendemos menos. Para leer con calma y con espíritu abierto, sin miedo a romper tabúes para al final aceptar que las diferencias que alguien se empeña en marcar no son tales.

Armas, gérmenes y acero. Jared Diamond. 1997

de lágrimas



Es viernes por la mañana, las lágrimas no se ven a simple vista. Demostración de contrastes. Rojo y blanco en calvario. Los blancos de túnicas contra el fondo que asemeja ladrillos, cuadrados, de carmín oscuro. Cristo en el medio. El San Juan, imberbe, no es tan joven como le suelen pintar. Actitud de buscar respuestas.. La Virgen no mira, apenada. Tamaño real, cuadro enorme, tabla que se recompone para ser restaurada. Las lágrimas se aprecian en el rostro del crucificado sólo en las fotos que ilustran catálogos y en el video que envuelve la exposición. Y también el Descendimiento. Prodigio de puesta en escena, de personajes que actúan o miran, o se desmayan o tienden a ello. Tampoco se ven las lágrimas en el rostro de María Salomé. De indescriptible factura. Transparentes como la realidad acuosa. Ambas obras forma parte de la colección que alberga la exposición que el Prado dedica a Roger Van der Weyden, autor flamenco (1399-1464). Habría que seguir pasando la lupa por los detalles para deslumbrarse aún mas. El Prado siempre da para otras cosas, para pasear entre multitudes que acuden también al espacio Goya en Madrid. Escenas costumbristas. Entre ellas aparecen dos dibujos de Tiépolo, de esos que definen la técnica de un artista. Cabeza femenina de frente y Joven fumando. También Picasso aparece. Han traído de Basilea sus obras, y de todas ellas destaca el prodigio de Los dos hermanos. Hermosísimo cuadro de tonos ocres. Frente al mundo con mirada perdida y ausente. También el Arlequín sentado o de cómo retratar a su amigo Jacinto Salvadó. Tiempo para pasear y buscar salas en el a veces laberíntico museo. Y ver de nuevo los fondos negros del Cristo de Velázquez o los rostros poderosos, fijos en el espectador, de la Virgen del Rosario de Murillo. Y tiempo para descubrir algo nuevo, de Daniele Crespi, 1597-1630. La Piedad, mirada al cielo, fondo oscuro, la palidez extrema de Cristo y el ángel que se frota los ojos, todavía incrédulo. Pocos repararán en él.

después



Después del invierno llega la primavera. Ninguna nota al margen. Mi interés se despierta. Buena narración, historias entrecruzadas. La muerte que ronda a la vida. Jóvenes y en construcción. Emocionalmente preparados para vivir en pareja o no, búsqueda constante. Casualidades que acercan personas. Serendipia es otra palabra que la define. Chiripa es mas coloquial. Esa clase de no se sabe qué que hace que se crucen destinos, se oigan cosas mas allá de las paredes y se esté a la espera. Escritora mejicana, joven, con vida para proseguir contando historias.

Después del invierno. Guadalupe Nettel. 2014

sábado, 4 de abril de 2015

diocesano Vitoria



El museo diocesano es otro gran desconocido de Vitoria. Sito en la Catedral Nueva, proyecto comenzado en 1907 pero inacabado de acuerdo a la maqueta inicial. Templo alto y frío. Engaña, parece viejo pero no lo es. Definamos edades. Mas viejos son los fondos del museo. De nuevo nos volvemos paseantes únicos entre pasillos repletos de buenas obras. El Cristo tallado sin cruz de Zurbano es del XIV, desproporcionado y azulado, con ojos cerrados. El conjunto funerario de los Martínez de Salvatierra integra un lienzo, copia del Descendimiento flamenco de Hugo Van der Goes. Un Greco, el San Francisco de rodillas, oscuro y pálido. El calvario de Goiain es diferente, anónimo del XVI, el Cristo es hermoso, pero las tallas adyacentes parecen infantiles, figuras de Belén, de colores vivos, y pequeñas con respecto al crucificado. Las dos obras principales podrían ser la Inmaculada de Alonso Cano, pintados sus ropajes de tonos clásicos y amplios, donde destaca un gesto altivo, casi de perfil, pero sereno. Rodeada de ángeles en forma de cabezas aladas. Contrasta ese gesto con el de la talla de la Inmaculada de Pedro de Mena. Pequeña y delgada, manos juntas, humilde y de mirada abajo. El texto dice que la Catedral se consagró el 24 de septiembre de 1969. Yo estaba ahí, seis años, en las afueras, en la calle que conduce al templo, rodeado de miles de personas. Todos quizás aclamando al caudillo que llegó en coche. Yo vi el coche, quizás negro. Yo recuerdo algo, no recuerdo los gritos. No sé si yo dije algo. Demasiada gente. Quizás en brazos para ver. La Catedral al fondo, inaccesible.

semana santa



La fuerza de la pintura de Menchu Gal reside en los retratos. Primera mujer en obtener el Premio Nacional de Pintura, año 1959, la pintora, nacida en Irún en el 19, expone en Vitoria en una de esas sedes que siempre parecen grandes de lo vacías que se encuentran. Y no es por falta de cuadros o paredes. Es por falta de público, se agradece, pero también se certifica la poca afición, lo cual no es de aplaudir.  Pinta naturaleza porque dice huir de la gente y sentirse feliz ahí en el exterior. También pinta interiores y naturalezas muertas, pero son los retratos los que transmiten la emoción. Es miércoles santo en Vitoria. La iglesia de San Pedro se eleva hacia el cielo y busca luz a través de vidrieras. El aspecto externo parece descuidado. Quizás necesita un pequeño lavado de cara. Se va haciendo mas vieja de lo que es. San Miguel parece otra cosa. Poca gente conoce que contiene una de las obras maestras del barroco Gregorio Fernández. Retablo inmenso presidido por San Miguel de lanza en mano y Purísima Concepción orante y serena. Mayores de pelo cano entonan con órgano preparando futuras actuaciones. El Gloria resuena ante 16 imágenes y 8 escenas que se elevan sobre tonos dorados. No es Vitoria ciudad de Semana Santa. Parece ajena. En San Vicente se celebra confesión comunitaria, con fieles que esperan su turno de pie en cola. Los pasos, modestos, esperan, pequeños en tamaño y adornos aguardan al Jueves o al Viernes. También oscuros como el Descendimiento de figuras implorantes. Los bares se van llenando, es su hora. En Jueves Santo visitamos un museo de Bellas Artes cuyos cuadros se quitan y se ponen o se cambian de sitio. Salaverría sigue siendo la estrella en mi opinión. Sala con tres lienzos, de gran realismo. Hacemos una visita guiada del llamado Palacio de Augustin que alberga la colección. Nos cuentan la arquitectura e historia, también cotilleos. La guía es voluntariosa pero le falta transmitir y le sobran nervios. Algunas bailarinas seguirán danzando de por vida. Cuadro excepcional. Ya por la noche desfilan túnicas blancas y capuchas azul tenues. Pocos. Soledad en pasos, arrastrados por ruedas. Versos en euskera, en ausencia de saeta. Hablarán de algo que no entiendo. Sí entiendo a una niña que pregunta a sus padres en catalán. No responden. ¿Por qué lo mataron? Me dan ganas de entrar por un momento, ante el silencio paterno. Por bueno, o por malo. Pero callo, al fin y al cabo todo silencio conduce a búsquedas que algún día activarán mecanismos en una niña que no recordará esa procesión, quizás recuerde los cuatro tambores y la poca luz que incitan mas a la tristeza que la muerte de Cristo. Entre medias de la tarde una mujer muere asesinada por su pareja. Curiosos y cámaras, fotos. Veo en la tele a la Macarena de Sevilla y veo a la Roldana, su posible escultora. La mujer siempre estuvo apartada, incluso para el arte, que también es parte de la vida.