
La fuerza de la pintura de Menchu Gal
reside en los retratos. Primera mujer en obtener el Premio Nacional de Pintura,
año 1959, la pintora, nacida en Irún en el 19, expone en Vitoria en una de esas
sedes que siempre parecen grandes de lo vacías que se encuentran. Y no es por
falta de cuadros o paredes. Es por falta de público, se agradece, pero también
se certifica la poca afición, lo cual no es de aplaudir.
Pinta naturaleza porque dice huir de la gente
y sentirse feliz ahí en el exterior. También pinta interiores y naturalezas
muertas, pero son los retratos los que transmiten la emoción. Es miércoles santo
en Vitoria. La iglesia de San Pedro se eleva hacia el cielo y busca luz a
través de vidrieras. El aspecto externo parece descuidado. Quizás necesita un
pequeño lavado de cara. Se va haciendo mas vieja de lo que es. San Miguel
parece otra cosa. Poca gente conoce que contiene una de las obras maestras del
barroco Gregorio Fernández. Retablo inmenso presidido por San Miguel de lanza
en mano y Purísima Concepción orante y serena. Mayores de pelo cano entonan con
órgano preparando futuras actuaciones. El Gloria resuena ante 16 imágenes y 8
escenas que se elevan sobre tonos dorados. No es Vitoria ciudad de Semana
Santa. Parece ajena. En San Vicente se celebra confesión comunitaria, con
fieles que esperan su turno de pie en cola. Los pasos, modestos, esperan,
pequeños en tamaño y adornos aguardan al Jueves o al Viernes. También oscuros
como el Descendimiento de figuras implorantes. Los bares se van llenando, es su
hora. En Jueves Santo visitamos un museo de Bellas Artes cuyos cuadros se
quitan y se ponen o se cambian de sitio. Salaverría sigue siendo la estrella en
mi opinión. Sala con tres lienzos, de gran realismo. Hacemos una visita guiada del
llamado Palacio de Augustin que alberga la colección. Nos cuentan la
arquitectura e historia, también cotilleos. La guía es voluntariosa pero le
falta transmitir y le sobran nervios. Algunas bailarinas seguirán danzando de
por vida. Cuadro excepcional. Ya por la noche desfilan túnicas blancas y
capuchas azul tenues. Pocos. Soledad en pasos, arrastrados por ruedas. Versos en
euskera, en ausencia de saeta. Hablarán de algo que no entiendo. Sí entiendo a
una niña que pregunta a sus padres en catalán. No responden. ¿Por qué lo
mataron? Me dan ganas de entrar por un momento, ante el silencio paterno. Por bueno,
o por malo. Pero callo, al fin y al cabo todo silencio conduce a búsquedas que
algún día activarán mecanismos en una niña que no recordará esa procesión,
quizás recuerde los cuatro tambores y la poca luz que incitan mas a la tristeza
que la muerte de Cristo. Entre medias de la tarde una mujer muere asesinada por
su pareja. Curiosos y cámaras, fotos. Veo en la tele a la Macarena de Sevilla y
veo a la Roldana, su posible escultora. La mujer siempre estuvo apartada,
incluso para el arte, que también es parte de la vida.
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