domingo, 28 de mayo de 2023

libros

Con el cielo gris, con algunas gotas, con todo eso y mucho más se celebra una nueva jornada electoral, todos llamados a votar con palabras grandilocuentes, puro marketing, responder a la llamada es otra cosa, unos lo harán más que otros. Nos acercamos al Retiro, Feria del libro. Casetas cerradas, luego abiertas. Autores firmando, jóvenes que hacen cola, colas que acabarán al cierre, esperan para llevarse unas letras en la primera página, algunos mayores también, ya sin inocencia, ya reales. Los libros, algunos, tienen las hojas onduladas, es la humedad, fue el diluvio de ayer. Compro y veo, no sé si alguno de esos libros me proporcionará tan buenos ratos como las conversaciones que sigo ahora, las de Zavalita y Ambrosio, pero me abandonaré a la sorpresa, la que está por llegar, así que disfruto eligiendo y espero hacerlo después, bajo la luz, algo gratificante me espera, estoy seguro, y cuando lo comparo con la venta de ideas de nuestros políticos descubro que no hay color. Será que escapo de la realidad, asumido, siempre que puedo. Cansado ya de escuchar lindezas y torpezas, abogo por una democracia más participativa, no se puede reducir todo a un voto cada cuatro años, a elegir a un señor o señora sin sombrero que pasaba por aquí, ¿y entre medias? Luego paseamos, el canon, los calamares, la torrija, los turistas. Los pudientes comen en buenos sitios, los menos en un banco, algo, un bocadillo, una empanada. Siempre fue así, ahora que se puso de moda hablar del racismo me pregunto yo por el que discrimina a los más pobres. Esto va de falta de respeto o de desprecio o de discriminación. Si no es por color o por procedencia será por género y si no por dineros, tan viejo como el llover. Quien diga que no, que no es para tanto, creo que no se entera, y pasarán más de mil años, muchos más, y quizás yo no lo vea, el fin, el ideal, aunque hay y habrá resquicios de luz. Por un segundo me acuerdo que yo también voté, siempre, y esperé y me arrepentí a veces y me sentí engañado y desilusionado y los elegidos escondiendo la mano y apagando su conciencia. Volvemos a los libros, cada vez más visitantes, más famosos. Y al rato me entero que murió Antonio Gala, yo pensaba que ya no estaba entre nosotros, es lo que tiene retirarse, apagar los focos, dejar ya todo dicho.

viernes, 26 de mayo de 2023

córdoba 2023.2

Y al despertar un clarear que viene fresco, es la calle y hacemos cola para la visita gratuita a la Mezquita o Catedral como quieren llamarle otros. Son las ocho y media cuando abren las puertas, más frío dentro aunque admirar los arcos rojos y blancos eleve la temperatura del cuerpo, más bien del alma; esos arcos, esos restos musulmanes, rodeados de capillas que quieren reflejar quién reconquistó. Por si no bastara la realidad la megafonía nos recuerda que estamos en un templo católico. Nada de eso escucha quien allí yace, en polvo, ceniza y nada, ella. La piedra grabada sigue legible y nadie se acuerda de ella, sin nombre, y todos son fotos y vídeos y grupos con sombrero, que da igual que sea lunes, que todo se llena de avidez. Y nos quedamos sin ver los patios porque auguramos colas, que los tiestos y flores tienen que esperar, que ya las vimos de otras formas.

De ahí a Valdepeñas donde se homenajea a las madres con escultura, donde los niños van de la mano de los niños, y las niñas de las niñas, y una monja mayor entre dos de ellas, y toda la inocencia e ilusión intactas.

ojos

La luna tiene los suyos, uno cerrado, el otro abierto, o cómo estar en estado de vigilia, esperando el siguiente ruido, presta a erguirse si es necesario, o presta a abandonarse buscando acomodo. Y todo eso con un criterio impredecible, presa de instintos que vienen desde lo más profundo de ese cerebro que no sabe de palabras.

córdoba 2023.1

Córdoba con sus carruajes de caballos, con sus patios ornamentados y la locura de las colas para visitarlos. Es lo que tiene el mes de las flores, que salen y todo el mundo las quiere ver en sus macetas, con sus fuentes, con paredes que nunca fueron más blancas, relucientes al sol que hace daño, al calor de una ciudad que el Guadalquivir no puede refrescar con su escaso y ancho caudal que atraviesa los ojos del puente romano que ven las aguas día y noche.

Comemos bien en las Bodegas Campos y al salir nos topamos con la procesión que lleva a la Virgen de la Cabeza, llena de incienso y emoción; suena la música, el aire y los tambores, y cada poco hay parada para recuperar el resuello y cambiar de costaleros a costaleras, qué bonita palabra dice aquel que dirige el paso y anima a las que lo llevan a hombros. Alguien no permite que se apaguen las velas y pasan los campanilleros.

Luego paramos por el patio de los naranjos donde la gente hace cola para visitar la Mezquita. A la sombra de palmera o naranjo, en el banco sobre el empedrado ellos duermen. Y alguien mayor con guitarra y voz canta, suenan los quejidos en la alameda y tu frialdad.

La chica de nombre Azahara y con paraguas azul nos pasea por la ciudad y nos cuenta cosas, son las cinco de la tarde y no suenan clarines. Descubriremos que Mateo Inurria era escultor, que aquí vivió Juan Valera o que esas callejas se llaman azucaques y también que la reina Isabel promulgó una ley de mujeres holgazanas. Después asistimos al final de la misa en la iglesia del que fue hospital de incurables, hay silencio. A la salida lo blanco de las paredes daña la vista y el Cristo de los faroles no necesita que estos se enciendan. En las plazas y terrazas las personas respiran. No se percibe esa depresión dominical de tarde que languidece, es el momento de refrescarse y de afirmar que mañana Dios dirá. Y cenamos en patio a los que también llega la noche.

niños

Niños que no son niños y adultos que perdieron el tren de la vida. Entre medias soldados que se dejan llevar. Sigo enganchado a la forma de narrar de Goytisolo, a su relato descarnado que acontece al final de la guerra civil. Entre las mejores novelas ambientadas en ese periodo que he leído.

Duelo en el paraíso. Juan Goytisolo. 1955

jueves, 11 de mayo de 2023

málaga 2023.2

Despertar con churros y con gente que limpia el boquerón fresco, recién llegada la pesca, todo con buen color, el mercado empieza el día. Afuera lo habitual, lo de siempre, los pájaros, las palmeras, los turistas, dudo que es lo que abunda mas, si oleadas de gente, si de cantos, si de verdor que trepa buscando cielo, todo rodeado del lila de las jacarandas. Un poco más allá, en la taberna de antaño, hay barriles o barricas y parroquianos que bebemos los vinos de la tierra como ese pajarete que destila color y sabor.
Luego comemos en la playa, ahí el mar, luego el balneario donde las olas están tan cerca, tan viniendo, que llegan a mojar, que si, que no, que salpican, que todo es respirar otro aire, que luego un paseo, largo, bajo el sol con casas con vistas, todo para llegar a la noche con cena, con las fiestas de despedida de solteria, con los que piden y los que cantan para vivir, que la vida sigue y parece no acabar.

miedo

Luna tiene miedo y busca cobijo, busca apoyar su lomo en algo, en un respaldo o en mí, son ruidos o cosas grandes que se le tornan gigantes, amenazas indescifrables.

sirenas

Dice el prólogo que esta novela es una de esas de observación de la vida. El marino Andía describe la vida en Nápoles y allí compra los volúmenes con la historia de la vida de Juan Galardi, un vasco decidido y valiente, que vivirá en Marsella e Italia extraordinarios episodios y amores. Como siempre, aparecen múltiples personajes, de tierra y de mar. Leer a Baroja y sus relatos de aventuras en lugares remotos es un volver a ser niño.


El laberinto de las sirenas. Pío Baroja. 1923

cantabas

Cantabas canciones detrás de una puerta, entornada, la que dejaba una rendija por donde se oía tu voz, y por donde a veces pasas tú y a veces paso yo.

málaga 2023.1

Un camino lleno de luz con un sol impropio, con un calor que crece hacia el sur, con carretera donde alguien sin juicio define qué firme está mejor o peor para reducir o aumentar la velocidad. Que lo arreglen parece la solución. Nuestro país se seca y también se señaliza mal, desvíos donde debemos casi jugar a elegir, señales que confunden, para todo un estudio da la que antaño se llamaba nacional IV. Los cauces sin agua, las viñas a lo suyo. Los olivos crecen en cualquier parte, sean colinas o cuestas imposibles, en tierra blanca o menos blanca, deben de nutrirse de un agua antigua y profunda, de esa que se filtró cuando llovía y no había humanos sobre la península. Deben de nutrirse para estar verdes y dar fruto de aceituna. En Jaén no caben más o caben todavía algunos. Allí hay un patio flamenco, antiguo, para comer. En los retratos que llenan las paredes ella parece una artista negra, pero no, era tan morena Fernanda de Utrera que a mí me confunde con su sonrisa amplia y feliz. A paso lento, bajando las cuestas, llegamos al nivel del mar que baña Málaga donde nos encontramos y empieza la fiesta en el muelle, caluroso, con barcos de lujo, con aire de viernes, todo para culminar en el concierto de Sabina, contra todo pronóstico se llama la gira. Y es que sobrevive y vive y canta y se exprime ante el karaoke gigante en el que se transforma el pabellón en algunos momentos. Qué pena que los imbecilidad de algunos de esos que llevan los móviles pegados a la mano quieran grabarlo todo, sobre todo a ellos mismos, quizás para decir algo en las redes que les absorben. Yo, aparte de disfrutar, prefiero escuchar y recordar y esperar, que la noche ya llegó, que todo es sombra alejada de la luz de cuando era más joven.

lunes, 1 de mayo de 2023

en la vida

Libro sorprendente, directo, de historia con giro inesperado, de poca compasión, con algunos personajes que hablan con franqueza frente al silencio y a las convenciones de otros. Fue Premio Planeta. 

En la vida de Ignacio Morel. Ramón J. Sender. 1969

alguien

Alguien hace tiempo, no lo para, pero adelante y atrás van sus pasos para forzar un encuentro, todo se resume en un hola.

Alguien encuentra unos ojos nuevos.

Alguien camina y eleva la vista hacia arriba.

Ese alguien puede ser cualquiera, uno entre miles, o cientos entre millones.

guardia

No sé si luna recuerda, tampoco si va con mayúsculas. No pregunto si habrá imágenes bailando en su cerebro, o si habrá voces almacenadas o palabras cortas, breves, las que escucha con las orejas en guardia envolviendo el sonido que llega de aquí o de allá. A veces es mejor vivir en la incertidumbre.

recuerdo

Acordarse del manto después de tantos años y de algún detalle más, no recordar lo tan próximo, lo de ayer. Ella.

Acordarme de la lluvia tan olvidada, querer mojarme, que resbalen las gotas, y no lograrlo.

Acordarme de aquellos caminos, andarlos de otra manera.