La luna tiene los suyos, uno cerrado, el otro abierto, o cómo estar en estado de vigilia, esperando el siguiente ruido, presta a erguirse si es necesario, o presta a abandonarse buscando acomodo. Y todo eso con un criterio impredecible, presa de instintos que vienen desde lo más profundo de ese cerebro que no sabe de palabras.
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Hace 1 mes
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