viernes, 26 de mayo de 2023

córdoba 2023.1

Córdoba con sus carruajes de caballos, con sus patios ornamentados y la locura de las colas para visitarlos. Es lo que tiene el mes de las flores, que salen y todo el mundo las quiere ver en sus macetas, con sus fuentes, con paredes que nunca fueron más blancas, relucientes al sol que hace daño, al calor de una ciudad que el Guadalquivir no puede refrescar con su escaso y ancho caudal que atraviesa los ojos del puente romano que ven las aguas día y noche.

Comemos bien en las Bodegas Campos y al salir nos topamos con la procesión que lleva a la Virgen de la Cabeza, llena de incienso y emoción; suena la música, el aire y los tambores, y cada poco hay parada para recuperar el resuello y cambiar de costaleros a costaleras, qué bonita palabra dice aquel que dirige el paso y anima a las que lo llevan a hombros. Alguien no permite que se apaguen las velas y pasan los campanilleros.

Luego paramos por el patio de los naranjos donde la gente hace cola para visitar la Mezquita. A la sombra de palmera o naranjo, en el banco sobre el empedrado ellos duermen. Y alguien mayor con guitarra y voz canta, suenan los quejidos en la alameda y tu frialdad.

La chica de nombre Azahara y con paraguas azul nos pasea por la ciudad y nos cuenta cosas, son las cinco de la tarde y no suenan clarines. Descubriremos que Mateo Inurria era escultor, que aquí vivió Juan Valera o que esas callejas se llaman azucaques y también que la reina Isabel promulgó una ley de mujeres holgazanas. Después asistimos al final de la misa en la iglesia del que fue hospital de incurables, hay silencio. A la salida lo blanco de las paredes daña la vista y el Cristo de los faroles no necesita que estos se enciendan. En las plazas y terrazas las personas respiran. No se percibe esa depresión dominical de tarde que languidece, es el momento de refrescarse y de afirmar que mañana Dios dirá. Y cenamos en patio a los que también llega la noche.

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