sábado, 23 de octubre de 2010

cuadro

Pintaste unos ojos sobre la tabla, negros y hermosos, vacíos de cara, pero llenos. Luego, los colgaste sobre la pared, fondo azul, los ojos resaltaban, quisieran hablar, no podrían. Luego, te fuiste, me llamaste, te llevaste tus ojos de verdad, te llevaste tu vida y parte de la mía. Devolví la llamada, sin éxito, te busqué, sin encontrarte, me perdí por los caminos y regresé. Ahí seguían, alegres, como tú, tristes, a veces, reflejo mío. Un día lo descolgué, evitando recuerdos, eso me dijo el médico. Qué sabrá él. Nadie sabe nada de mí, sólo tú y tu mirada perdida.

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