martes, 28 de septiembre de 2021

viena.1

Volar en pandemia sin respetar la distancia de seguridad aunque todos llevemos mascarilla. ¿Para qué guardar distancia en asientos y colas del aeropuerto? Las incongruencias de los que deciden. Hacinados en el avión surcamos aires y cielos, atravesando Europa, destino Viena. Los mismos gestos, los mismos comportamientos de antes de todo esto, las mismas conversaciones, diálogos de avión, de viaje, constreñidos a dos paredes metálicas. Poco a poco, se apaga el entusiasmo de las primeras frases, la novedad ya pasó, quizás hasta los mismos rezos, iguales turbulencias, cielos más llenos, nubes más blancas, almas que subieron, almas que quieren bajar y aterrizar, al menos la mía. Los jóvenes van a estudiar, los adultos a trabajar, o de vacaciones, viajamos a pesar de todo, con caras tapadas y pasos nerviosos. Dicen que son los Alpes, no los veo, al comandante casi no se le entiende, y nadie le hace ver los problemas técnicos, luego cambia al inglés, más de lo mismo, parece que escucháramos una radio de válvulas, antigua, perdemos señal, que no altura. Deben ser bonitas las montañas a vista de pájaro, reservadas para ellos. ¿Y cuando bajamos? ¿Dejará de dormir el de cascos, mascarilla mal puesta, tatuaje y pantalones rotos? ¿Se acallarán las voces en tierra? Poco importa, seguiremos jugando al juego de la vida.

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