lunes, 26 de enero de 2015

nieve y picatostes



Madrid en Enero y en víspera de anunciada nevada se llena de viandantes con bolsas que van y vienen buscando las segundas y terceras rebajas. El frío no manda. Contra él refugio en bares y cafeterías. Oscurece, de tarde y enfrente del Palacio Real el café de Oriente. Parece antiguo pero no lo es. De finales del siglo pasado es parte del grupo empresarial del sacerdote alavés Lezama que además de invertir en gastronomía lo ha hecho también en educación. Dinero al servicio de la sociedad, generando puestos de trabajos, educando e invirtiendo en los mas desfavorecidos. Algunos deberían aprender. El chocolate con picatostes está bueno pero no llega a la calidad del de Navacerrada. El precio alto y el local abarrotado. Las multitudes siguen, alguno todavía desea feliz año, debería estar prohibido hacerlo pasada una fecha. El teatro Arenal, en la misma calle, ya no existe. Los falsos soportes con forma de mujer esperan su turno. Local en alquiler. Antiguo cartel en taquilla y polvo que se acumula. El mexicano limpiabotas cita el cartel del trabajador. Tarea indigna por lo que tiene de sumisión. Otra cosa sería que el cliente se descalzara y el trabajador limpiara a igual nivel. Cuestión de alturas. No concibo al cliente de tales servicios. Pero somos tantos que hay para todos. Las masas en la calle y la casa del libro no abarrotada pero con buena entrada. Me alegra ver que el libro llama. A mí me llama el comic, una historia de nuestra guerra. Dicen que los nervios de los animales delatan la nevada. Bajan del monte y se comportan de forma diferente. No capto lo mismo en los humanos. Al cabo de unas horas, ya de mañana, el cielo gris y blanco no deja caer mas que algún perdido copo. Será mas tarde, ya de noche de nuevo, cuando el cielo deje ver la nieve. Nevada débil que a mediodía está olvidada en la zona urbana. Predicciones sobre predicciones.  Los animales, allá por los montes, disfrutarán.

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