Último acto de una trilogía. Se supera. El periodista en busca de reportajes,
encontrando respuestas. Encuentros y desencuentros amorosos entrelazados. También
familiares. Releo ciertos párrafos. La
dejo y vuelvo. Ganas de no acabar. No se trata del fondo, porque está todo
contado, quizás. Las historias se pueden ampliar, exagerar, se puede fantasear
sobre ellas. Los hay que escriben cientos de páginas, sobrando muchas. Aquí, en
los suicidas, la historia es simple, se diría que no existe la trama. Poco más
de 100 cuartillas. Pero no hace falta contar algo para decirlo todo. Y ese todo
se envuelve con una forma diferente. Única. Referente de la literatura, dicen a
destiempo. Desconocido casi. Una lástima. Si se trata de sacar partido al
tiempo libre es imprescindible leerla. Tiempo para leer de la misma forma, con
los mismos ojos, lo que di Benedetto escribió a su manera, inclasificable, pero
espectacular. Disfruto, imprescindible.
Los suicidas. Antonio di Benedetto. 1969
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