El libro viene con plástico, de una
biblioteca, marcado con pegatina en lomo, con página primera donde se pega una
cartulina con fechas de entrega y devolución. La última anotación es de 2009. Creo
que lo leyó poca gente. Se lo perdieron. La biblioteca del condado de
Lancashire. Suena a medievo y a películas de espadas y guerreros. El libro no
va de eso. El protagonista es un ser humano, uno de tantos que pasan y pasarán,
un bastardo, para mas señas, o así llaman a quién nace fuera del matrimonio,
del sexo entre marido blanco, griego, y nativa, allá por Africa, Mozambique. Él
nace colorado, esa mezcla a los que nadie quería. Reconocido pero apartado,
nunca querido de verdad, vagabundo por el mundo, suena a canción, pero la vida
es mas triste que las canciones, por mucho que estas lo puedan ser. Y así, de
camino, de país en país, buscando a los suyos, al padre, a la madrastra y
hermanastros, intenta ser aceptado. Pero se convierte en inadaptado y en vetado
en un país, Sudáfrica, que vive el apartheid en su máxima expresión. Al final
lo consigue, digamos su nombre, Demitrios. Y él intenta trabajar, se acerca a
los que cree le ayudarán, error. Y al final asesina al primer ministro del país,
Hendrik Verwoed. Uno de los artesanos del apartheid. Nadie le ayudará tampoco
entonces. No ven motivaciones políticas. Sólo a un loco, eso le dicen. Preso,
luego interno en un hospital psiquiátrico. Pasa sus días. Luego muere, muy
mayor. El autor del libro, serio, respetuoso, lo trata con dignidad, le
entrevistó, sacó cosas de su mente. Las escribe, ve al ser ahí delante. Olvidado,
a su funeral fueron los dedos de una mano. Olvidado, enterrado sin lápida, para
que nadie ose acordarse de él.
A mouthful of glass. Henk Van Woerden.
1998
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