Leo con verdadero entusiasmo la biografía de Martí, el Apostol, el
considerado aglutinador de los sueños de independencia de Cuba respecto del imperialismo
español. Hijo de valenciano y canaria, su vida transcurre en prisiones y
exilio, ya encarcelado a los 17 años es deportado para pasar por Madrid,
Zaragoza, Paris, México y Guatemala. Volverá en el 1878 cuando se permite la
vuelta de exiliados tras la guerra de los diez años que dejó mas de dos 200.000
muertos. Habrá nueva detención y exilio de nuevo a España desde donde irá a
Nueva York y Venezuela. La ciudad norteamericana será su base de operaciones durante
años para crear el caldo de inquietud entre tanto deportado que habita allí y
en otras islas del caribe. En contacto con los cabecillas de interior de Cuba,
héroes de guerras pasadas, encabeza el cartel que desembarca en la isla para ir
a morir semanas después en enfrentamiento con los soldados españoles. Es mayo
del 95. No llegará a ver el triunfo del 98. Es Martí un coloso de la palabra,
orador, articulista infatigable y poeta. Es este un libro ajado, de tapas
naranjas descoloridas, de veinte céntimos su precio de ahora, no sale caro el
disfrutar, con marca páginas de sello de cinco pesetas juan carlista y con otro
que es recorte de publicidad. Es el protagonista amante de las mujeres,
enamoradizo, es su vagar por el mundo en busca de patria un camino árido y difícil.
Para acabar, una cita y un fragmento de la poesía dedicada a la niña
de Guatemala:
“determinado a llevar mi vida por donde a mí me parece que va bien,
que es por donde se va sólo y duele andar”
“…dicen que murió de frío, yo sé que murió de amor”
Martí el apóstol. Jorge Mañach. 1942
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