No era mi intención el emborronar una imagen pero una vez hecha no me
arrepiento y no la borro y me gusta. Extraña costumbre esa de dotar de estética
a las conservas. Lisboa está llena de ofertas que presentan cajas de vivos
colores con dibujos de mujeres, pescadoras o acarreadoras, o de peces o de
barcos. Estética antes de comer. Y hasta alguna tienda dedicada sólo a eso. Que
el turista aprovecha, para comprar o para observar, o para hacer fotos. El colmo
quizás del que viaja. Acabar inmortalizando a conservas en lata. Me consuela el
que no soy el único, loco, botarate u otro calificativo que almacena
instantáneas de esta guisa.
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