miércoles, 5 de agosto de 2009

boicot

Cual mosca cojonera, sus elucubraciones nos plantean preguntas, nos hacen reflexionar. Los defensores de las causas perdidas, los internacionalistas, los señores del sindicato LAB, cercano al entorno radical vasco, demandan ahora, en masiva pegada de carteles, el boicot al Baskonia, club de baloncesto, antes TAU, ahora Caja Laboral. Piden que la gente no se abone. ¿El motivo? Haber fichado a un israelí, Eliyahu, fotografiado en la denuncia al lado de soldados israelíes, de visita a las tropas durante la última operación militar contra Gaza.
Incongruentes e incoherentes al máximo, los denunciantes se erigen en tribunal de la santa y única verdad. Quizás debieran de boicotearse a ellos mismos. Quizás debiéramos boicotearnos todos, es decir callarnos, porque a la mayoría nos visita la incoherencia a menudo y a veces se instala en nuestras vidas, es entonces cuando vemos la paja en el ojo ajeno, nos sentimos dueños del mundo y acabamos diciendo lo que no debemos.
Adela Cortina, catedrática de Ética y Filosofía Política, viene a mi rescate:
“Anular esa posibilidad (la libertad de conciencia) es apostar por la Raza, por el Estado o por el Partido, por lo contrario de la sociedad abierta”.
Somos libres para ir al baloncesto o para afiliarnos a un sindicato, somos libres para dormir entre las sábanas, soñando con patrias redentoras y revoluciones sangrientas, con ejercicios de ridícula valentía. Hasta somos libres para no condenar la absurda muerte del prójimo, del asesinado, libertad que otorga el sistema que ellos repudian, el que les gustaría sustituir por su verdad, autoritaria, dictatorial e incongruente, para instaurar sus Razas y sus Estados.

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