domingo, 23 de agosto de 2009

docilidad

Los ciudadanos nos hemos vuelto dóciles, despotricamos de palabra, que no de obra. Palabras tertulianas, imitadores de los especialistas de todo tipo, nos quedamos en eso, en charlatanes, nos falta dar el paso siguiente, acción, denuncia, reclamación, voto,… Un ejemplo, Vitoria, capital de Euskadi, donde la diferencia se palpa, la que cada uno quiera buscar, la real y la ficticia, la inventada y la que se plasma en servicios públicos de primer nivel. La excepción confirma la regla, estación de autobuses, muchos años desde la desaparición de la vieja, más de diez, se apeló a una temporalidad que se ha vuelto casi definitiva, excepto en las voces de los sucesivos consistorios, de todo signo político, es decir, que prometen lo que saben que no van a cumplir, que pasan sin más sobre ese asunto. El caos, el desastre, riesgo real, de ser atropellado, golpeado, pruébelo. El tercermundismo en Euskadi, capital Vitoria, donde los políticos se ríen mutuamente sus vergüenzas, con aire de satisfacción, con aire de obviar lo obvio, lo que muchos ven y ellos no, bastión de incongruencia en tierra vasca.

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