sábado, 17 de octubre de 2015

espectador


Espectáculo 27 años después. Mismo pabellón remozado y reconstruido, mismos equipos y mismo resultado. Cuarenta y ocho minutos dan para meter las mismas canastas, unos y otros. De Boston vienen los Celtics para enfrentarse al Real Madrid. Un recinto a rebosar. Idas y venidas en la cancha. De jugadores, de los que lo fueron, de bailarinas y de saltarines de colchoneta. Música y sonidos de zapatillas sobre madera. Y aplausos. La NBA visitó Madrid de nuevo. Que la siguiente espera no sea tan larga. Volvió Amenábar en forma de Regresión al cine. Correcta nada más. Decepcionado quizás. Película de poli que investiga oscuros hechos. Colores grises en cielos plomizos de tierras americanas. Demonios reales o inventados. Es sábado y mucha gente en las salas. También en el Lara que en su sala off muestra Aislados. Obra de dos y para dos actores que no paran de hablar intentando hacer reír al público. Y a fe que lo consiguen. No hay nada más difícil. Aplausos para ellos. Las calles siguen animadas en la madrugada de un domingo que no lo será tal, víspera de festivo. Es la fiesta de la hispanidad, o nacional, no se sabe cómo llamar a las cosas para no herir susceptibilidades y levantar pasiones. Síntoma de nación de naciones o de país que no se pone de acuerdo ni en lo básico. Y el Museo de América, alejado del mundanal ruido, en Ciudad Universitaria, que despierta libre de alumnos, es un buen sitio para pasear, al que ni siquiera la gratuidad de la visita lleva más público. El museo tiene de todo y bien puesto. Ideal para niños o jóvenes o para adultos que quieran aprender. Organizado temáticamente en dos plantas repletas de espacios y vitrinas que descubren historia, sociedad y realidad de aquel continente. Me sorprenden las escenas de mestizajes que se repiten en diversos autores que retratan en lienzos escenas de hombre, mujer y descendientes, y que pretendían mostrar y nombrar las diferentes mezclas raciales que se iban estableciendo. Modelos para estratificar la sociedad y también para reflejar costumbres y usos de la época. También espacio para descubrir que en la expedición de Malaspina, de 1788, viajaba el pintor Juan Ravenet, italiano, encargado de plasmar gráficamente aquello que se fuera viendo. Un par de trabajos aparecen entre las vitrinas. Uno de ellos es el de la Mulata de Manila. Lápiz de otro tiempo sobre papel, dos siglos hace ya de aquello, pero el resultado es espectáculo, también.

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