Yo veo a un señor comer sólo. Yo veo
mascar la soledad. Quizás sea uno de esos clichés que hemos aprendido o que nos
hemos fabricado. Un descorazonador engaño. Ya es navidad y nadie debería estar
sólo. Yo veo las luces, lo dicen las tiendas, las películas de tarde y los
anuncios. Y aunque luzca el sol, y el frío sea tibio y la nieve no exista,
alguien se empeña, empezando por el calendario, en que es, se acerca, vendrá,
llegará ese tiempo del año. Y la música que acompaña a Justino moverse entre
maniquíes también lo anuncia. Yo oigo campanas, ángeles que escuchan. Melodías
que avanzan, frenan, siguen y paran, nada es eterno. Sueños incumplidos. Yo veo
al señor que se levanta, paga y se va. Rutina
para espantar a un fantasma solitario que yo imagino parece perseguirle y
acompañarle sin habla.
domingo, 6 de diciembre de 2015
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