sábado, 28 de noviembre de 2015

el paular

54 de 56 obras. Se perdieron dos entre los siglos. La desamortización de Mendizábal en 1835 se los llevó de su emplazamiento original. Y ahora volvieron, al monasterio de El Paular, a su claustro. La serie se realizó entre 1626 y 1632, por encargo, y el autor fue Vicente Carducho (1576-1638). La visita lleva tiempo, mas de hora y media, con audioguía, y es sorprendente, el entorno y el arte. La vida de San Bruno de Colonia (1035-1101), el fundador de la orden de los cartujos llevada a la pintura. San Bruno y los seis, se podría titular, sus seis acompañantes. Una vez muere el fundador la serie sigue con la historia de la orden para acabar en cuadros que representan el martirio de algunos miembros durante la reforma. Hugonotes, protestantes que persiguen cartujos. La palidez de San Bruno siempre presente. El lienzo de su muerte alcanza el punto de perfección en luces tenues y sombras. Hace frío y lo seguirá haciendo en la otra parte de la visita, que dirige el Padre Miguel, Benedictino. Ellos ocupan el Monasterio tras la guerra civil. Se visita la Iglesia, con sillería para padres y hermanos labrada en madera. Espectacular el retablo, la joya del centro. Alabastro policromado, atribuido a artistas del taller de Juan Guás, arquitecto de los Reyes Católicos, realizado en la última década del siglo XV. La vista sigue por la capilla, la antigua sala capitular, el refectorio y el transparente o sala excelsa con templo para custodia de mármoles rosados con antesala que alberga entre otras las esculturas de Pedro Duque y Cornejo (1677-1757) que representan a las cuatro mártires. Una hora de pasos callados, siete monjes quedan. Su trabajo es hospedar al que quiere vivir en paz unos días y compartir con ellos sus comidas y oraciones. De El Paular a Rascafría, a la Fanega de Roque, horno de asar de dos plantas, con decoración de aperos. Buena comida casera. De vuelta a la capital parada en Mavi, hotel de La Cabrera, recuerdos. Las letras de algún letrero se cayeron. Las del ticket de caja parecen querer llegar también al suelo.

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