La acusada tuvo ganas de morir. Quizás las tiene ahora también. Su hija
asesinada, ella juzgada. Luces y sombras en una figura de negro. La muerte llegó
también para otra niña, quién no pudo casi ni vivir, sólo luchar, a su lado sus
padres, peleando para que su hija tuviera una muerte digna. Música y
conversaciones en consulta de dentista, y el sol que no se retira a ningún
cuartel de invierno u otoño mientras la luz languidece o palidece y los mismos
asuntos ocupan una vida política intrascendente y monótona donde sobran pasados
y faltan responsabilidades, donde no se conoce al que era amigo, ahora
delincuente. Decía Baltasar Gracián que las etapas de la vida se dividían en
tres, la que había que vivir con los muertos (leer), dejando paso a la que
había que vivir con los vivos, para acabar dedicándose a uno mismo, o etapa de
filosofar. Cada uno sabe dónde está y donde no quiere estar, o al menos debería
saberlo, si no, es que tiene un problema, suyo, particular, propio, al fin y al
cabo, no hay más vida que la de cada uno, las demás se respetan y observan,
para aprender, olvidar, soñar o regocijarse, o para nada. La televisión nos
trae vidas y mentiras, o medias verdades, menos que medias, incompletas,
emociones falsas, delante de cámaras que rara vez filman la verdad, salvo
cuando los caníbales del morbo esperan pateras o camiones repletos de seres humanos
explotados. En las vidas reales suele haber dignidad y portazo a la exposición.
Y el silencio, el gran silencio no llega, salvo en cumbres remotas y nevadas
donde es difícil subir. De los muertos se aprende, de los vivos también, y yo
aprendo, una palabra nueva, propiocepción, o de la percepción de cuerpos
extraños en nuestro organismo, como un implante dental, insensible. Hay otros entes
extraños incrustados en nuestra sociedad, que nos llaman a deshoras y que
generan miles de desempleos. Son máquinas que hacen encuestas o nos preguntan
cosas, engendros sin capacidad de responder a nuestro saludo, que se pierde estúpidamente
al descolgar el teléfono. Me niego a hablar. Tras colgar, el silencio, al menos
mío y libre.
Berenjenas rebozadas
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Asar las berenjenas enteras en el horno. Dejar que se enfríen y quitarles
la piel dejando la parte de arriba como en la foto. Hacerles unos cortes y
estend...
Hace 3 semanas
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