domingo, 20 de octubre de 2024

mes

Me embarqué en un mes que trajo muchas cosas, hasta una obsesión que a veces quema, y sin barco tomé la bicicleta, envié algunas postales cambiando palabras y pidiendo que acabaran en una pared, enviaba sonrisas, muñecos, más bien caras, de esas, amarillas. Por las noches me acostaba, me levantaba por las mañanas, intuía que el mes iba a aportar eso y más. Pedaleaba sin mirar atrás mirando rostros aquí y allá, contra el viento o a favor, con nervios visibles e invisibles, cerraba los ojos, los abría y seguía estando encima de la bicicleta. Reventó la rueda, la arreglé, empezó a diluviar, me fijaba en las gotas y en las burbujas, luego todo era agua, riada, busqué refugio y esperé hasta que todo pasó, ya no crecían las nubes. A veces me olvidaba del paso de los días y tenia que preguntar si era lunes o jueves, y hasta el número del día. Y fueran treinta o uno más los días de aquel mes llegó un momento en que los alcancé. Sin celebración busqué la noche, dormí y desperté en el siguiente mes.

domingo, 13 de octubre de 2024

max

Desconozco de donde salieron estos pequeños libros que presentan los ganadores de los premios Max Aub, en versión internacional y comarcal. Todo organizado por la fundación de dicho nombre que se encuentra en Segorbe. Encuentro ediciones del 87, del 90 al 93, del 98 , 99 y 2002. Aparece como ganador un joven de 21 años, Juan Manuel de Prada. Y leo un corto y angustioso relato del peruano José de Piérola.

tubo

Paseo por el tubo siguiendo un camino. Una vez parado, dentro, escucho música en mis cascos y encuentro formas, la de la izquierda podría ser una persona un tanto echada hacia atrás en su espalda, sin pared en la que apoyar su cansancio, presunción mía, me recuerda a una escultura olvidada en una calle de una ciudad, alguien la puso en una altura a la que no llegan normalmente los ojos de los paseantes salvo que quieran mirar al cielo, y poca gente lo hace ya. Así que olvidada sigue, yo sé dónde está. En el tubo, en el centro, hay otra figura que quiero que sea la vela de un barco, pero no hay barco debajo, ni mar, me frustra y le buscaré otro sentido. Lo digo porque volveré al tubo. A la derecha hay otro señor, tan pequeño, que puede ser raya o mancha, atributos que yo no quiero que me hagan olvidar lo que yo quiero ver, a un ser diminuto que camina como yo y se hace pequeño al alejarse. Y quizás mañana entre sin cascos para oír si el tubo tiene su propia música o si el aire sopla al entrar y suspira al salir.

destronado

Un día en la vida de Quico, un niño de tres años que ha perdido su condición de último hijo en una familia numerosa; desde la mañana hasta la noche de un tres de diciembre de 1963 por donde desfilan los miembros de la familia, el servicio, el doctor y un desencanto y un cansancio entre los padres.

El príncipe destronado. Miguel Delibes. 1973

miércoles, 9 de octubre de 2024

lisboa.sept24.5

Volvemos de nuevo donde el Tajo se abandona para siempre, ya no es río. El lugar es simplemente mágico. Cova de Vapor es el paradigma de un silencio inestable sólo roto por el océano. De una tranquilidad pasmosa que quizás asuste cuando los cielos descarguen, la arena amenace con invadir el hogar o las aguas lleguen a casa. Aquí han dejado instantáneas de la historia del pueblo por sus paredes, homenaje y reconocimiento a los antiguos moradores, o para aquellos visitantes que se conocieron aquí, se enamoraron y vivieron años juntos antes de que sus cenizas se disolvieran en las aguas, marinas o fluviales, aguas indivisibles para almas gemelas.
Hoy se quieren proteger las dunas, carteles de madera en vivos colores alertan de lo que ya todos sabemos, pensar en algo más que en el ser humano parece más necesario que nunca. Sin saber si volveré a este destartalado y confuso pueblo que despide al Tajo, me gustaría que quien venga encuentre la misma naturaleza invasora que hoy admiro yo, y así para siempre. Comemos en Trafaria, nos separa del río un trozo de arena negra donde las gaviotas hacen tiempo y una señora recoge algún tipo de molusco del agua. El presidio abandonado está cerrado, un contrasentido. No el fuerte al que se accede por camino de tierra y que está lleno de grafittis y color. Los cañones apuntan a ningún sitio y me imagino los gritos de una película de terror que se rodara aquí; las vistas del río, del mar y de Lisboa, desde una altura considerable, casi producen vértigo. Nos acercamos después a Puerto Brandao que se mantiene en pie de milagro. Una cuesta larga lleva al agua, el ferry espera, aquí cenamos en una noche cerrada hace algún tiempo. Y en el presente se cerrará la noche de hoy, andaremos las calles nuevamente para llegar a Campo Grande, regresaremos para comer un cachorrinho y descansaremos antes de volver.

a veces

Ambientada en Biarritz, allí se ha instalado Carmen Godoy huyendo de la guerra. Viuda y con una hija trabaja cosiendo de sol a sol; su padre la quiere relacionar con un millonario americano pero entonces aparece su antiguo novio de Madrid, Paco. 

Obra sencilla y agradable de leer.

Todo sale bien…a veces. Pío Baroja. 1937

protección

La voz escrita y lejana, el papel rayado, no te tuerzas, el bolígrafo negro, una mañana separada por horas y miles de kilómetros, todo guardado a oscuras, la tinta no se perdió.


Protección, se trata sólo de eso, me lo pregunto, ¿era eso lo que tanto buscaba?, ni siquiera el aire que me rodea oye lo que no digo, desconozco cuál es la respuesta, es mirar por la ventana y saber que todo pasa.

lisboa.sept24.4

En Carcavelos se vende comida y ropa en el mercadillo de los jueves. Imagino los contenedores que vienen de China llenos de cajas de cartón que cada día se vacían sobre las mesas en montones que la gente baraja, mueve y vuelve a mover mientras los comerciantes gritan para que se les oiga. Es bueno en un idioma ajeno no confundir los números y no pensar que el precio es aún más bajo. El aire suena y hasta dentro de la Iglesia se oye mientras el altar de Nuestra Señora de los Remedios luce lleno de azulejos. La playa es pequeña, recogida y agradable, de punta a punta recorrida hasta las rocas horadadas por el agua. Luego en coche hacia Cascais pasando antes por Estoril, lujo en casas, también en la marina, repleta de tiendas, barcos y restaurantes de postín. La comida india está rica y después visitamos la ciudadela, bonito espacio con galerías de arte y una encantadora librería solidaria. El litoral a la salida de Cascais presenta un océano verde y plateado, el viento arrecia y hay alguna playa inaccesible. Un helicóptero suspendido presagia algo malo, quién lo sabe, y un velero parece tan frágil que asusta. No conducir me produce sueño, el cansancio es infinito, despierto y veo una playa, vuelvo a despertar y veo otra. Del sopor me saca la torre de Belém y una música militar y un pastel de esos que llevan vendiendo aquí desde 1837, la espera en la sempiterna cola es escasa. 

miércoles, 2 de octubre de 2024

emigrante

Lorenzo y su ya esposa Anita emigran, después de las despedidas y preparativos toman el barco hasta Buenos Aires y de ahí el tren a Santiago de Chile. Aventuras en el mar, todo nuevo. Las entradas en el diario son a veces escuetas, otras se expanden. El nuevo mundo trae conflictos, esperanzas, un hijo, trabajo, negocios, celos, poca caza, otra palabras, otros aires, temblores de tierra, vida que no acaba de asentarse, será la nostalgia, tan infinita, la que gane la batalla. El abanico de posibilidades crece, el entorno se ha abierto definitivamente, el escenario es cambiante a diferencia del diario de un cazador, pero lo entrañable que del primero es difícilmente superable.

Diario de un emigrante. Miguel Delibes. 1958 

lisboa.sept24.3

Andar, buscar otras calles y otras vidas, bajar al río, cruzarlo, llegar a Cacilhas, hacer fotos, es encantadora Cecilia, brasileña ella, que junto a su familia llevan unos meses regentando Mundi Love, local que vale para un brunch o para un café y que nos pide que escribamos algo para el mural que cuelga dentro. Estamos en Almada y ahí, debajo del Cristo Rey, se habitan las naves que amenazan ruina, se monta una tienda solidaria y se abre un bar que da miedo. Los murales y pintadas se actualizaron, son de 2024, se tapa la pintura que se hizo antigua a la fuerza, capa sobre capa. Ajenos, algunos pescadores a lo suyo. Sorprende la falta de autoridad municipal para desalojar a los okupas o para tirar lo ruinoso. A unos metros, en el restaurante Punto Final, ese donde si pones mal un pie acabas en el Tajo, se come bien, hacemos cola que luego no es tanta, merece la pena esperar unos minutos por probar la crema de alubias y verduras que es antológica y por el arroz tamboril que no se queda atrás. Al regresar las olas han crecido y a pesar de eso sueño por escasos segundos, unas cabezadas desde babor en el barco que cruje pero no se hunde. Hay más espacios abandonados en la orilla lisboeta que sin ser rehabilitados se han acondicionado como espacio de ocio. Puede ser Alirari el nombre pero no, será Mirari, es lo que tiene una caligrafía rebuscada. Todo se aprovecha para sentarse, hay sombra y barras que sirven bebida, la cabina de un avión que un día voló también está ahí.
Siempre volvemos al LX Factory, nuevas tiendas, ropa bonita y de diseño, otro libro en una de mis librerías favoritas, y como no, acabamos en San Amaro, por las vistas, por la iglesia, hoy cerrada, porque se respira paz y quizás porque es ya un poco parte de nuestras vidas.