sábado, 30 de abril de 2011

utilidad relativa

Suelo llevar un libro siempre en la mochila. Nadie sabe donde acecha el atasco del siglo, o la espera en el médico, o vaya usted a saber el momento donde el tiempo, que a veces nos sorprende indefensos, necesita de unas hojas para matarlo. Y los libros de visitas médicas suelen ser de utilidad relativa, livianos y suaves, asequibles al desaliento y a la impaciencia. Éste libro empezó a ser leído entre esas impaciencias aderezadas con cansancio, hasta que un día algo me impulsó a sacarlo de la mochila, una frase, algo, no sé qué, una esperanza fundada. Y mereció la pena. Escrito allá por el siglo XIX, Machado de Assis, escritor brasileño, desgrana vida por las páginas, y todo es actual, como siempre, porque lo antiguo tiene de antiguo el decorado y el vestuario. El interior de la persona gira sobre lo ya sabido. Y me encuentro con un humor e ironía que desatranca la fatalidad de la existencia y acabo disfrutando con una lectura que al final se ha transformado en impaciente para llegar a la última página. Y sobre utilidades relativas de la existencia, hasta un capítulo lleva ese nombre. Diría que imprescindible.
Memorias póstumas de Blas Cubas. Joaquim Maria Machado de Assis. 1881

por el otro

Escrito en el año 1999, Ernesto Sábato titulaba sus memorias como “Antes del fin”. Tardó en llegar ese fin, hasta hoy, doce años más tarde, cuando el autor argentino ha fallecido en la Argentina, a la edad de 99 años. Libro imprescindible que quiero releer, puntos de luz en el túnel de la vida. Apunto un párrafo: “También yo quise huir del mundo. Ustedes me lo impidieron, con sus cartas, con sus palabras por las calles, con su desamparo. Les propongo entonces, con la gravedad de las palabras finales de la vida, que nos abracemos en un compromiso: salgamos a los espacios abiertos, arriesguémonos por el otro, esperemos, con quien extiende sus brazos, que una nueva ola de la historia nos levante….” Descanse en paz.

domingo, 24 de abril de 2011

anormal

“Resignarse es una cobardía, es el sentimiento que justifica el abandono de aquello por lo cual vale la pena luchar, es, de alguna manera, una indignidad”
(Ernesto Sabato)
Definitivamente, este país está lleno de anormales. Pongamos nombre. El primero soy yo, que viaja en estos cuatro días de vacaciones, cogiendo coche y rumbo norte, nacional 1, no cualquier carretera comarcal, sino la que une el centro con el norte peninsular. Y sin saberlo ni quererlo, me encuentro de repente en lenta procesión, a más de 100 km. de Madrid, sin capuchas, ni cristos ni vírgenes a la espalda, inmerso en atascos kilométricos, no por culpa del volumen de tráfico, sino de unas obras que reducen el número de carriles al mínimo posible, recordando los gloriosos años de la aventura de viajar en automóvil. Trabajos que empezaron hace ya muchos meses, allá por el 2010 y no se acaban. Y nadie avisa ni propone alternativas. Prefiero no juzgar la falta de planificación. Ni los boletines horarios informarán porque los atascos sólo afectan a las entradas y salidas de las grandes ciudades y la meseta castellana está huérfana de cámaras, de helicópteros y casi hasta de Guardia Civil. Por no hablar de la orfandad de la señalización de tales obras, mejor no pasar de noche. Y me califico a mí mismo de anormal porque anormal es no poner el grito en el cielo por este tipo de cosas, anormal es no pararse e increpar al guardia único o al muñeco que señaliza obras con cabeza de plástico, casco de obra y banderín rojo alicaído a merced del viento. Interminable el rosario de coches en los días de máxima concentración de tráfico del año para unas obras que algún día acabarán, y entonces aparecerá la siguiente especie, cuarenta anormales con coches oficiales, que tomarán vino español a cuenta del erario público tras cortar una cinta con los colores de la enseña nacional, y regresarán a sus casas, satisfechos y orondos, contentos por el deber cumplido. Y el calificativo les viene porque anormal es que la autocrítica no exista o que un mínimo de vergüenza no sonroje algún rostro que otro. En estos tiempos donde el libro Indignación de Stéphane Hessel bate records de venta, yo voy a releer a Ernesto Sabato, también anciano, que ya hace 11 años escribió en esa línea de encontrar salidas para los futuros inciertos, incertidumbre debida a las trampas en las que todos o casi todos caemos, pobres ufanos, almas cándidas o simples y apáticos ciudadanos.

miércoles, 20 de abril de 2011

al rescate

No sé si este país nuestro necesita un rescate financiero, pero lo que sí tengo claro es que necesitaría un rescate de cabezas, con nuevas mentes producto de un trasplante de sentido común. Por ahí, por el siglo pasado, Azaña, Don Manuel, se encargó de sembrar algo de eso y de ilustrar a los que le escuchaban, que solían ser muchos. La recopilación de discursos de este libro finaliza con uno pronunciado en Barcelona el 18 de Julio de 1938. Emocionante, no dejaba lugar a dudas sobre lo que habría qué hacer si ellos ganaban la guerra. Seguro que el ejército golpista escuchó las palabras del orador, pero de poco les sirvió. Nada de ello aplicó cuando acabó derrotando al gobierno legítimo de la República. Le llamaron el discurso de las tres pes. Sólo se vivió la primera pe, la PAZ, impuesta. De la PIEDAD y el PERDÓN de los que hablaba Azaña, ni rastro. Mentes como la del autor se perdieron en el exilio, enfermas y llenas de amargura. Aquellas que hubieran hecho falta para reconstruir entre todos, no entre unos pocos, y regenerar moralmente ese maltrecho país del año 1939.
Azaña imprescindible. Sus grandes discursos. Diario Público (2010)

domingo, 17 de abril de 2011

carita feliz

Hay mucho de virtual en el mundo actual. A algunos les cuesta asumir su papel real en toda esta historia, la suya y la nuestra. Veamos si no al ex presidente Aznar, al que le cuesta asumir su temprana jubilación, y sigue asombrando a los universitarios americanos con sus exclusivas sobre su amistad con Gadafi. Y volviendo al mismo sujeto libio, qué me dicen del papel del gobierno español que se niega a participar en ataques aéreos contra objetivos terrestres en suelo libio. Una forma de pacifismo muy nuestra, no nos vayamos a ensuciar las manos. Aunque las bombas de racimo hayan salido de nuestro territorio. Por no hablar de la visita de los príncipes a los Reyes de Jordania, monarcas feudales y déspotas, pero amigos. Todo a medias, parte de la virtualidad. Es mejor no pisar tierra y sentar las bases de la realidad, y asumir eso que alguien llamó responsabilidad. ¿Se han fijado en los videojuegos? ¿En esos personajes que andan como si levitaran? Así son muchos de nuestros representantes. No quieren ver la realidad unos, y otros han perdido el juicio. Dice un chaval en la tele, después de salvar a un amigo en un arroyo: “se le perdería la vida,….” Como si la vida no fuera nuestra, como si esta fuera un ente independiente de nuestro cuerpo. Así es la virtualidad de muchas existencias, que firman con la carita feliz, ese emoticón que sirve para despedirse en el mundo donde nadie nos ve, donde nadie sabe si reímos o lloramos cuando firmamos mensajes y dejamos rastros en la web. Por eso, la necesidad obliga, les pido mucha reflexión en estos días de descanso, que no de recogimiento. Y por favor, que el pensamiento no sea virtual.

domingo, 10 de abril de 2011

tiempo de excesos

Vivimos en un mundo de excesos. De todo tipo, de velocidad, de ruido, de mensajes, de comunicación y de noticias, todo aderezado y salpicado con prisas. Los hay buenos, regulares y menos buenos. La clasificación es subjetiva, totalmente. Pero hay veces que es necesario cometer alguno que otro. Por ejemplo, hubiera sido bonito ver más gente en la manifestación que reivindicó un mejor futuro para los jóvenes. Jueves tarde/noche en Madrid. Apenas 3.000. Poco para lo que se juegan, nos jugamos, se jugarán. Así que nada, de vuelta al corral, a pacer como las vacas y a balar como los corderos, desconocedores del tacto del cuchillo del matarife. Por cierto, producto de no se sabe qué, el exceso también pasó por allí y, al finalizar la marcha, los descerebrados de siempre acabaron provocando altercados. Puestos a buscar culpables, me inclino por el calor de esta primavera veraniega, que hastía a muchos y quita la razón a unos pocos.

libertad de juicio

¿Cómo es posible que la marcha contra ETA de ayer en Madrid se transforme en una manifestación contra el gobierno? ¿Y que se pida la muerte para Zapatero, la prisión para Rubalcaba o se vean pancartas con ZP=ETA? Todo porque existe la libertad de expresión. Y que nunca nos falte. Decía Azaña, 20 de octubre de 1935, meses antes de la victoria del Frente Popular, en el célebre mitin de Comillas en Madrid, que no estaban dispuestos a renunciar a la libertad de juicio ni a la independencia de espíritu. Desgraciadamente no todos los que se expresan tienen el juicio en su sitio, es decir, no son juiciosos, es decir, no son sensatos. Poco juicio en la manifestación de ayer, poca sensatez en la presentación de candidatos, imputados por presuntos delitos, para las municipales y autonómicas, y poco juicio en los eurodiputados que quieren viajar lejos de los turistas en los aviones, es decir, dos filas más allá. Juicio y sensatez, más bien su falta, que atentan contra las más elementales normas de respeto a la sensatez de muchos ciudadanos.

viernes, 8 de abril de 2011

toca bufón

Es difícil que me tomen el pelo porque tengo poco. El tiempo puso su nota discordante antes de tiempo en mi cabeza. Pero a pesar de eso hay gente que lo sigue intentando, y hasta lo consiguen. Hace dos semanas, algunos testigos del tuto se fueron a la nieve. Y muchos se quedaron en las aulas. Una nota al margen, creo que hay un error en planificar, por parte de los responsables educativos, este tipo de actividades que discriminan a la mayoría de los alumnos. Pero a lo que íbamos, los que fueron se encontraron a la vuelta con que algunos profesores habían dado la clase durante esos cinco días. Los de la semana blanca se sienten estafados. Será que la educación gratuita es así. Como no pago, debo de asumir que se cometan equivocaciones más o menos importantes, y que los alumnos y padres se conviertan por un día en bufones de la autoridad, todo un logro educativo con el que nadie contaba.

de batallas y carreras

No sé si alguna vez se deja de ser padre. Lo descubriré algún día. Quizás sea ese momento donde tu hijo ya parece un ser responsable, capaz de enfrentarse al mundo, hijo que ya mira poco para atrás. Lo que sí sé es que es pronto para hacer balance. A la carrera de fondo todavía le quedan unos kilómetros. Todavía quedan batallas por ganar y por perder. El cómputo final llegará dentro de unos años, está por ver. Pero también sé que hay padres que parecen perder más batallas que la media. Seguro que ustedes tendrían más de un ejemplo cerca. O no las luchan o les da igual. Esta semana, el ídolo de masas, Justin Bieber, pisa suelo español y muchas jóvenes hacen noches para coger buen sitio, perdiendo clase, que no su tiempo. Seguro que han disfrutado más que en las aulas. Todo ello con la permisividad de los padres, ausentes, o incluso colaboradores acérrimos de los caprichos de las niñas y niños. Una batalla para el enemigo. Póngale usted nombre a éste. Por cierto, hace años, Anguita, en la plenitud de su vida política, alcanzó a decirlo. Pocos le hacen caso. Nunca ha gustado. Escuche, la revolución empieza por uno mismo y el alcance posible de ésta debe de ser modesto. Es decir, si usted cambia, intente transmitir su cambio a los que lo rodean, que serán pocos, pero entre ellos estarán sus hijos. Claro que hablamos de cambios para bien. Algunos padres cambian al revés, meten la marcha atrás y vuelta a empezar. El futuro pasó por nuestra puerta hace algunos años, llenos de pañales; algunos todavía nos pegamos con él, aunque he de reconocer que las fuerzas abandonan. Así que usted, padre primerizo, domador de sueños y acuñador de criaturas celestiales, tiene algo que decir, más bien mucho. Por cierto otra vez, de esto, ni tuvo, ni tiene la culpa, ni la tendrá nunca ese saco de los golpes que alguien bautizó como Zapatero, alias maestro armero. Entono el mea culpa por lo que me toca de padre.

lunes, 4 de abril de 2011

agua

Las miles de gotas que están ahí arriba bajan sin parar, evaporadas de océanos lejanos, y se vierten durante horas seguidas, no miles, millones de ellas mojan todo lo que se pone en su camino. Incontables, aíslan a la gente en su casa. No hay nada como un paseo bajo la lluvia. Algunos, la mayoría, se lo pierde, placeres de la vida, raros. El paraguas pesa, lo noto. Tenía razón mi padre, no le gustaba, la mano se cansa, las manos, dos. Pero es grande y aísla ahí afuera dejando sentir el repiqueteo y la humedad, la que crece al mismo ritmo que baja la temperatura, la que despeja la mente mientras el agua trabaja para llevarse la mierda de las calles, patrimonio de todos. Millones de gotas, bienvenidas y primaverales, asomadas al olor de la tarde de un domingo de abril, mes de pasión tardía y de aguas mil, ojalá.

domingo, 3 de abril de 2011

el viento

Se va Zapatero y se afilan los colmillos. Unos piden elecciones anticipadas, otros dicen que no. No opinaré sobre el que se va. Opinaré sobre los que se quedan, en ayuntamientos, comunidades, etc. El pasado fin de semana sentí vergüenza ajena, en esa carrera loca por inaugurar hospitales sin terminar, bibliotecas, parques, polideportivos, y aeropuertos sin aviones,… Nos toman por tontos, y a veces no se equivocan, porque si ser tonto es seguir impasible ante tal sarta de tomaduras de pelo, pues tienen razón. Las urnas nos vuelven a esperar. Si es que a usted le quedan ganas de votar. A mí si, a pesar de todo, a pesar de la injusta ley electoral que hace que a nivel nacional los dos grandes no se puedan apear del burro. Y digo que sí a pesar de esa vergüenza que hace que me considere un individuo accidental en este país. Porque también, y a pesar de muchos, se hacen cosas bien. En Marzo, el viento transformado en energía eléctrica consigue el liderato en el ranking de fuentes de energía que hace que nuestras luces se enciendan. Pues sí, alguien ha hecho los deberes, ahora, cuando nos asustan las nucleares. Noticias que pasan desapercibidas pero de las que podemos sentirnos orgullosos, en este nuestro país del viento. No sé quién tiene la culpa de que haya tantos molinos de viento, pero lo ha hecho bien, sea este gobierno, el anterior o el de más allá. En el fondo no me importa. El servicio al ciudadano, y a futuro, está por encima de todo. Se les olvida a veces. “Soy veraneante accidental en la ciudad del viento”. En la ciudad del viento (letra y música: Quique González)