lunes, 4 de abril de 2011

agua

Las miles de gotas que están ahí arriba bajan sin parar, evaporadas de océanos lejanos, y se vierten durante horas seguidas, no miles, millones de ellas mojan todo lo que se pone en su camino. Incontables, aíslan a la gente en su casa. No hay nada como un paseo bajo la lluvia. Algunos, la mayoría, se lo pierde, placeres de la vida, raros. El paraguas pesa, lo noto. Tenía razón mi padre, no le gustaba, la mano se cansa, las manos, dos. Pero es grande y aísla ahí afuera dejando sentir el repiqueteo y la humedad, la que crece al mismo ritmo que baja la temperatura, la que despeja la mente mientras el agua trabaja para llevarse la mierda de las calles, patrimonio de todos. Millones de gotas, bienvenidas y primaverales, asomadas al olor de la tarde de un domingo de abril, mes de pasión tardía y de aguas mil, ojalá.

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