
domingo, 23 de junio de 2013
sevilla-el salvador

sábado, 22 de junio de 2013
sevilla-día 2

Nos adentramos en el barrio de Santa Cruz que recibe con otro inmenso mosaico de azulejos que representa al Cristo de la Misericordia de la Hermandad de la Santa Cruz. Se antoja turística la entrada elegida, y el merchandising hace su aparición. Comemos en El Librero, con trato amable y menú frugal pero agradable. El local hace el resto, estrecho y coqueto, decorado con gusto y sencillez. Los pasos nos llevan por vericuetos y de repente el barrio deja de ser tan de postal y aparece una calle repleta de pensiones y apartamentos en casas antiguas de paredes coloridas y patios frescos y verdes.
Hay otro tipo de Iglesias en Sevilla, alejadas de fama y turismo, con otro tipo de devoción, donde las hermandades o las procesiones parecen más alejadas. Un ejemplo es San Bartolomé, donde un señor nos cuenta cosas sobre la parroquia y la labor que desarrolla. Se está tranquilo y puede uno reposar el pensamiento. Una imagen de la Dolorosa, Nuestra Señora de la Salvación, o “Estrellita de San Bartolomé”, bien merecería salir en procesión. Habita al lado de la talla del Cristo de las Ánimas al que escoltan dos de estas en llamas.
Después de más visitas, San Salvador y Hospital de la Caridad, es hora de reponer fuerzas, y de nuevo en la zona de la Alameda topamos con Los Alcores-El eneldo (plural de alcor, collado o colina) donde las carrilleras de cerdo al eneldo son sobresalientes.
sevilla-día 1
Estuve en Sevilla el siglo pasado. No sé si ha cambiado, pero apuesto a que sí. Fueron unas horas y sólo recuerdo una vista de la torre del Oro. Hoy identifico la posible terraza de la calle Betis donde estuve sentado. Rivera del Guadalquivir. Volvamos al presente. Barrio de Triana, bautizo múltiple en la imponente iglesia de Santa Ana. Parece el templo una fiesta donde todos lucen sus galas con uniformes dominicales. Las imágenes de la Virgen se suceden por doquier dentro y fuera, en naves, capillas y mosaicos. Y el Cristo acompaña. El bar Santa Ana, adyacente, exhibe todo tipo de imágenes en vez de botellas, y se define como un bar de ambiente cofrade, y de buenas tapas, añado yo. Ambiente de domingo. La devoción siempre presente, signo de todo tiempo, pero más en los difíciles. Dice un cartel del colegio Cristo Rey cercano: desconcertados estamos. Leo en la prensa que hay litigio entre la junta de Andalucía y los colegios concertados. Yo aplico otra lectura. Son tiempos de desconcierto, ¿o siempre lo fueron y lo serán? Todo ser humano lo sufre, el desconcierto, en algún momento de su vida, o vive con él, sería extraterrestre de lo contrario. Se suceden por las calles las placas homenaje a personajes ilustres, como el mosaico de Antoñita Colomé, estrella del cine español de los años 30 y 40. Cruzamos el río por el puente de Triana y topamos con la Maestranza, pequeña por fuera y blanca, blanquísima, con contrastes de colores vivos en puertas. Templo del toreo escoltada por estatuas de los grandes. Seguimos caminando y llegamos a uno de los pilares de la devoción mariana. La Basílica de la Macarena. El público venera la imagen. “La mires como la mires es que es muy guapa” dice una señora a la entrada del camarín. La belleza de la talla es inmarchitable y eterna, sin arrugas ni estrías, instantánea, puntual en el tiempo. No se puede tocar el manto y dos espejos muestran los dos ángulos idénticos de la cara, calcados, mientras suena la música y las flores a los pies dan idea de peticiones o ruegos o promesas cumplidas. A veces siento envidia, será la música, melancólica, que revuelve y desequilibra el cerebro, ideal droga para escribir. Una niña que debería estar andando sigue en silla todavía. Sus padres toman fotos y es entonces cuando el mundo pierde o toma sentido. Los desheredados, los infortunados, los buscadores de respuestas acuden aquí. En otra capilla de la Basílica encontramos las tumbas de Queipo de Llano y señora, él, hermano mayor de la Hermandad. La ciudad de Sevilla le quitó el título de hijo adoptivo hace unos años por su papel destacado en la represión tras el golpe de estado del 36. Y volvemos a la imagen de la Esperanza Macarena, se asocia al siglo XVII y se vincula con el taller de Roldán, y en especial de su hija Luisa, la Roldana.

soñar con la paz

Last night I dreamed of peace (Soñé con la paz la noche pasada). Dang Thuy Tram.2007
sábado, 8 de junio de 2013
invisibles
Ver para creer. ¿Qué sucede si no te
ven? ¿Qué hay tras la invisibilidad? Y a esta pregunta responde el documental “Searching
for sugar man”, que narra la peripecia del desconocido cantautor norteamericano
Rodriguez, desconocido durante décadas en su país y en el resto del mundo
excepto en ese pequeño mundo en el que se convirtió la Sudáfrica encerrada en
sí misma y en su pesadilla racista. Momentos para la historia de un país a
golpe de canción folk, momentos para que asomen las lágrimas en el espectador
ante las imágenes que se suceden, parte de la memoria colectiva de un pueblo y originadas
por un autor que parecía no dar crédito. En su vejez llega el reconocimiento
después del descubrimiento. Nunca es tarde. Imprescindible. Tampoco es tarde
para rendir un homenaje a una madre. Lo dice el actor Asier Etxeandía que
interpreta ante los espectadores invisibles del patio de butacas, aquellos que
no dan crédito a lo que ven, diferentes a los amigos invisibles de la infancia
del artista. Espectáculo inclasificable salvo para decir que este país ha
descubierto a un hombre espectáculo que declama, cuenta, canta y baila ininterrumpidamente
y contagia al público que vibra y disfruta con las emociones de su vida, todas
ellas canalizadas bajo la prosa o la poesía de la música, con cuerdas, teclados
y percusión vitales, con unos zapatos amarillos que calza el pianista para
combatir esa suerte de superstición contra el color que acompaña al mundillo. Pero
no olviden que sin pasión no existiría la vida y a Asier la pasión le desborda.
“El intérprete” en el Teatro La Latina.
domingo, 2 de junio de 2013
el romanticismo

a modo de adios
La prueba de que el dinero no da la felicidad tiene nombre. Se llama Mourinho. O por lo menos no la exterioriza. La fama y los euros no sirven para calmar a un ser aparentemente herido, henchido de ego y malas formas, y que no puede o no quiere ser feliz con lo que la vida le ha dado. Injusta esta vida que da tanto al que menos lo merece. Su infancia debió ser difícil o no, quizás todavía se acuerda de los insultos del colegio, quizás, o de las hostias que recibió, todo es suposición, todo es alarde imaginativo para entender lo inentendible. Ahora que el gobierno británico pone trabas a los inmigrantes intentando poner puertas imposibles al mar se les va a colar el único e irrepetible Mou. A ese no le harán exámenes ni pruebas de nada. A ese le pondrán alfombra de colores para seguir instalando el festival del absurdo en un mundo, el futbolístico, que si de algo está sobrado, es de personajes como él. No habrá pruebas de bonhomía, no las pasaría. Se va el dedo que guiaba a algunos. Pena por ellos, se quedarán huérfanos en su estupidez. Que alguien haga el apunte en la hoja de estadísticas. Este país pierde una persona. Un tonto menos.
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