domingo, 2 de junio de 2013

el romanticismo



El museo del romanticismo en la noche de los museos. Aunque es de día todavía. Calle de San Mateo, edificio antiguo, con patio para café y lectura o conversación. No hay colas para entrar, o es mínima, aguantable. No será lo mismo un rato después, a la salida. Se atisba el final de los que esperan pacientemente, en línea, para no pagar. Cultura gratuita en tiempos de crisis. Seguro que nunca conoció tal trasiego de gentes por sus salas. Se deja ver, y bien. Para repetir quizás. Colecciones de pintura por doquier, y todo tipo de objetos de antaño, de otra época. Los Madrazo exhiben pintura. Y autores para mí desconocidos como Esquivel o Cortellini, ambos nacidos a primeros del diecinueve. Del primero no se pierda “Agar e Ismael en el desierto”. Espectáculo visual. Y casi escondido, de repente, en la altura superior de la sala aparece el cuadro por el que merece la pena la visita. Retrato de niña, de Federico de Madrazo, datado en 1870. Gesto adusto, casi de enfado, en un cuadro pequeño, precioso, de ojos penetrantes, que merece un lugar más destacado.

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