Francisco Grande Covián. Marino Gomez Santos. 1991.
domingo, 28 de septiembre de 2014
grande covian
Asocio a Grande Covián a programas de divulgación donde se empezaba a
hablar de lo que era bueno comer. Ciencia no exacta esa de la nutrición, donde
parece que hoy es bueno lo que mañana será malo y al revés. Hombre afable y
sonriente, creo que destacaba por su innegable hablar pedagógico. Médico e
investigador, discípulo de Negrín, eso le creó problemas para conseguir un
pasaporte al término de la guerra civil. El que le permitió ejercer gran parte
de su carrera investigadora en Estados Unidos. Las diferencias entre allá y acá
eran abismales. Alguna oferta para que vuelva acaba en el cajón. Habla Grande
de la mezquindad de algunos dirigentes de la universidad española, donde
cuentan otras cosas aparte de los méritos. Eso y la falta de medios, suficiente
para que las comparaciones fueran odiosas. Regresa a España después de la
dictadura para instalarse en Zaragoza donde continúo su actividad académica y
divulgadora. Biografía salpicada de algunos detalles interesantes, sobre todo
los relacionados con la parte de la historia, y demasiado específica cuando los
detalles de la química nutritiva aparece.
Francisco Grande Covián. Marino Gomez Santos. 1991.
Francisco Grande Covián. Marino Gomez Santos. 1991.
bianciotti
La foto presenta a un autor de aspecto juvenil aunque el libro esté
publicado a sus 55 años. Leo el libro sin saber que el escritor murió hace un
par de años, dicen que pobre y sólo, y con esa maldita enfermedad que todo lo
olvida. Argentino de nacimiento, de familia italiana, naturalizado francés,
escribe a partir de un punto en esa lengua. Inquietante la lectura así como la
obra de Balthus elegida para la portada. No sé de donde saqué la referencia
para interesarme por este libro. Pero no me arrepiento de haberla apuntado a la
lista de deseos. Un protagonista solitario, asiduo de un café de Paris. Del que nunca conoceremos más. Espectador que asiste a diferentes actos de lo que parece una
tragedia. Relator de vidas en las que parece no poder entrar. Todo fluye sin
poder hacer nada para retrasar lo inevitable. Los protagonistas parecen llevar
vidas marcadas de inicio, difíciles, con infancias desdichadas. De niñas todavía
inocentes y de adultos que se quieren agarrar al último tren. “Casi todo es
infierno en la memoria”, dice alguien.
Sin la misericordia de Cristo. Héctor Bianciotti. 1985
nobodaddy
Tres novelas en una, agrupadas en un solo volumen, guerra mundial,
posguerra y futuro de ciencia ficción tras la tercera guerra o la desaparición
casi total de la especie. Escritos a modo de diario, con entradas cortas la
mayoría de las veces, desde Alemania, con críticas al nazismo y a los
seguidores furibundos: “no es mi pueblo”. Ironía e humor para paliar lo que cae.
Con reflexiones sobre literatura y educación, y sobre vida. Protagonista, "individualista emperdenido", en búsqueda
constante, el amor como refugio ante la temporalidad o el desastre. Alejado de
los dioses y del fútbol, el protagonista parece saltar entre las tres novelas. “Tal
vez el fútbol tenga después de todo un sentido: ¿Cómo animación del paisaje?”. Magníficas
algunas reflexiones sobre la incomprensión generacional. Dramática la frustración
en la relación padre e hijo de la primera entrega. Y de fondo siempre la luna, omnipresente, parte del
paisaje al que se eleva la vista, foco de luz o de misterio, presente u oculta
por nubes viajeras. Libro para leer tranquilo, para no desesperar, y degustar
poco a poco.
Los hijos de Nobodaddy. Arno Schmidt. 1951-53
Los hijos de Nobodaddy. Arno Schmidt. 1951-53
domingo, 21 de septiembre de 2014
alberti
Prosa poética, aderezada de flores, libros escritos desde el exilio. Conocí
a Albertí cuando regresó a España en el 77, en esa tele incipiente de color,
hombre de pelo cano largo elegido diputado. Uno de los comunistas denostados
por muchos. Parte de esa división perdedora de la España que había marcado a
los exiliados para siempre. El tiempo me trajo a un poeta apartado y este libro
me trae a una persona, humana como la mayoría. Alejado en estos recuerdos de la
política, cubre hasta 1931, el poeta reconoce en el 29: “poco sabía yo de
política, entregado a mis versos…”. Pintor inicialmente, descubre la pasión en
la escritura, después de una infancia en colegio de curas donde hacer rabonas o
piras era su escapatoria para buscar el mar y la arena. Hace su primer poema al
padre muerto, en 1920. Ya en Madrid sigue pintando pero el gusanillo de las
letras le carcome. Los problemas de salud y el reposo necesario le fuerzan a
leer y a escribir. Gracias al libro conozco a su amigo y pintor Servando del
Pilar y al poeta Salvador Rueda. Las visitas a su hermana a Rute, provincia de
Córdoba, dejan episodios memorables como el de la “encerrada”. Siempre con los
bolsillos vacíos, así se reconoce. Después
encuentra el amor, el que todo lo cambia.
La arboleda perdida. Memorias. Rafael Alberti. 1959
salter
A veces la expectación es máxima. Compré el volúmen en la feria del
libro de Madrid 2013. Lo leo este verano, un año después. A veces espero nada
más que por prolongar el momento en que llegará el deleite de la lectura. Decepcionado
quizás tras acabarlo. Las expectativas sobre James Salter, autor norteamericano
de 89 años eran de las que rompen. Aclamado, desconocido hasta hace unos días
como quién dice. Me gusta pero sin apasionarme. Sorprendente sobre todos el que
da título al libro. Conjunto de relatos que giran sobre uniones, segundas y
terceras, sobre amores extraviados, sobre los que no se concretaron, aquellos
primeros, sobre escarceos e infidelidades, busqueda contínua para evitar la soledad,
para encontrar un sitio. Parece que todos los personajes comparten la frase de
uno de ellos: “Uno nunca tiene la compañía humana que desea. Siempre es algún
sustituto”.
La última noche. James Salter. 2005
sábado, 20 de septiembre de 2014
apellaniz

corbera

toy story

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