domingo, 25 de septiembre de 2011

despertar

Despertar no es fácil a veces, el sueño nos vence o nos atrapa o nos mantiene en vilo porque el desenlace estaba cerca y nunca sabremos el final o simplemente era delicioso, igual o más que la vida. Y la ducha no es suficiente, ni el breve frescor de la mañana del verano que se agota. Entonces, el azar viene en mi rescate y el ipod que suena en mi coche me trae una versión de Baby, I need your loving, interpretada por Johnny Rivers (la pueden ver en http://www.youtube.com/watch?v=pqfEQwrR5Wc, coreografía insuperable), y es difícil no despertar con ese estribillo sencillo y vibrante mientras los faros guían mi despertar. Y no sé si es parte del sueño inacabado pero recuerdo una mano que toca una espalda desnuda, y se desploma, quizás queriendo, y vuelve a posarse y a sentir, y tres palabras en mi memoria que vuelven repetitivamente, por estar contigo.

domingo, 18 de septiembre de 2011

los lunes al sol

El impuesto sobre el patrimonio trae cola, gusta a unos, disgusta a otros. Normalmente se sabe a quién no gusta, a los que tienen patrimonio o esperan tenerlo o ansían tenerlo. Descubro una película, ya con años a su espalda. Descubro que es posible plasmar realidad, sin más, con crudeza, como suele ser el día a día en determinadas circunstancias. Y hacerlo bien, no, mejor que bien, excepcionalmente. Debería ser de obligatoria visión para los muchachos del futuro. Y tras una interpretación memorable, uno se queda como queriendo más de este cine. El día a día real de muchos no es como lo imaginaron hace años, es algo diferente, tras el despido o el cierre. Y se convierte en una disputa por vivir y asomar la cabeza entre un mar de problemas, intentando aportar algo a casa, buscando el trabajo ansiado. Y es que esto debiera de ser un comentario sobre cine. Pero no pertenece esta película al género de la ciencia ficción, no hay cohetes ni navegantes interplanetarios, ni monstruos de siete cabezas, aunque éstos habiten entre nosotros, disfrazados de humanos. No, hay negrura y amargura, disfrazada bajo el sol. Y entonces el cine se convierte en arte, y en denuncia, y en escaparate de concienciación. Y por eso, cuesta oír ciertas cosas, cuando los que más tienen quieren más, y no les apetece que les pongan otro impuesto, no, y se quejan, y a mí me duelen mis oídos, por sus quejas repletas de egoísmo.
Los lunes al sol. Fernando León. 2002

sábado, 17 de septiembre de 2011

ojos verdes

“En Goya, el soporte creo que no existe” (Ernesto Sábato)
Todo empieza con un pespunte invisible. Sin soporte físico en forma de aguja, alguien parece zurcir la bandera tricolor, acercando y alejando la mano, llevándola lejos, con calma, hasta un punto donde emprende el regreso hacia la tela. Mientras, el público todavía habla y comenta, es el preámbulo, y las luces se empiezan a apagar. Y todo finaliza con la voz, interpretando La bien pagá, rodeada de llantos, emoción y coros. Y entre medias, el espectáculo, dos parejas, más guitarra y piano como escaso e imprescindible soporte. Y durante la obra, pareciera que los soportes de los humanos, esos cuerpos de edades divergentes, no existieran. Y uno imagina que son las almas las que escuchan canciones y voces, se emocionan con gestos y lamentos, con miedos y anhelos ajenos, de actores y actrices que dan vida a lo que en su día fue real. Y el espectáculo se antoja único e irrepetible, es lo que tiene el teatro, o el musical, sólo pasó hoy, y mañana será diferente, y una vez se encienden las luces, el cuerpo vuelve y se reconoce a sí mismo, y qué lástima que lo bueno sólo dure un centenar de minutos.
Ojos verdes. Miguel de Molina in memoriam, con dirección musical de Marc Sambola y Dramaturgia y dirección de Marc Vilavella, representó y representa en el Teatro Fernán Gómez de Madrid.

viernes, 16 de septiembre de 2011

neurona persistente

Una de las características de la memoria es la persistencia. Y a veces me sorprendo que en mitad de la nada surjan notas, que en común forman melodías, que ligan un punto del tiempo a sonidos familiares. Y la melodía se remonta casi al principio de los tiempos, a un salón de actos, a la antigua usanza, con techos altos y persianas inalcanzables, que nunca vi abiertas, y en el patio, de butacas, los padres y madres aplauden, no hay fotos, no hay videos, no era la época, y los niños, muy pequeños, se desgañitan en cantar. Cantar para ahuyentar el miedo, el sudor, el pudor y la vergüenza, pero la luz del escenario casi no deja ver el patio y suenan las voces, “eran tres alpinos que venían de la guerra,…”, y el más pequeño llevaba un ramo de flores, ese era yo, y la princesa no sé quién era, porque en mi colegio no había niñas, años 70. Y el rey, padre de la princesa, no quería que su hija se casara conmigo y no me acuerdo si me fusilaron o salí corriendo, o hubo boda, la persistencia tiene sus límites, y es que Google transmite diferentes letras e infinitos finales. Y quizás fuéramos vestidos de algo parecido a alpino y de eso tampoco hay conexión sináptica, y como decía, las fotos nunca existieron para poner realidad a lo que quizás sea sólo un sueño disfrazado de retazos químicos.

domingo, 11 de septiembre de 2011

las bicis

Yo estuve allí, seguro, pero no me acuerdo, año 1972, mayo, primavera, nueve años de edad. La última vez que la vuelta ciclista a España llegó a Vitoria. Hasta ayer, 39 años después, día en que la etapa finaliza en una ciudad que en poco se parece a la de antaño. Tampoco me acuerdo de cómo era entonces. Y las bicis venían y se iban. Y tras las sirenas y las motos, el ruido inconfundible del deslizamiento de los tubulares, y el silencio tras el aplauso, tanta espera para tan poco. Pasado el glamour del ciclismo, desenmascarada la realidad, veo sin ilusión a los corredores, en la tele, donde no hay silencio tras el paso, donde los comentaristas se empeñan en seguir dotando de duende a un deporte al que la inocencia mató. Y a pesar de eso, todavía hay gente en las cunetas, Euskadi siempre fue tierra de bicis, y muchos de los seguidores agitan esa pancarta que dice “presos a casa”. Sí, volverán los presos antes de que los muertos resuciten, eso seguro. Y el conflicto vasco se olvidará, será parte de la historia. Igual que se me olvida a mí el paso de los ciclistas, será por lo fugaz.
“Todo pasa y todo queda” Antonio Machado

viernes, 9 de septiembre de 2011

transparencia

Ahora que las cuentas de senadores y congresistas se hacen públicas, no parece que todos sean un atajo de ladrones. Espero que los mamarrachos que se pasan la vida acusando de robo a Zapatero y amigos se callen de una vez. No es oro todo lo que reluce en el poder, si quiere usted ser rico de verdad, métase a constructor o banquero. Los políticos trabajan mucho y tampoco ganan tanto. Espero que esto no desanime a los futuros del país.

protestas

No es la primera vez, ni será la última. La calle se llena de protestas, la educación a debate, más horas lectivas,…, parece que todo el mundo está de acuerdo en la protesta. Lo cual es falso. La realidad del voto de las últimas elecciones autonómicas de la Comunidad de Madrid muestra una abrumadora mayoría para Esperanza Aguirre, que hace y deshace con su mayoría democrática, no lo olvidemos. No sé a quién votan los 50.000 profesores que debe de haber en la educación pública de la comunidad. La educación pública se nos va de las manos y nadie le pone remedio. Unos no quieren porque la concertada/privada funciona mejor y es la suya, donde sus hijos fueron, y sus nietos irán, la mayoría de las veces, y otros porque no pueden, porque no gozan del favor del público en las papeletas. Uno se harta, de protestas incluso, de algaradas minúsculas o mayúsculas, pero irreales, porque la verdadera protesta está en las urnas, en la movilización de todos para cambiarlo todo. Y sumen la sanidad y tantas otras cosas. Esa protesta que parece mayoritaria es falsa. En mayo del 2011 dejaron de votar, es decir, se abstuvieron, 1.578.401 personas en la comunidad (elecciones autonómicas). Demasiados mirones a los que la vida les pasa de soslayo. Al frente, una nueva oportunidad para salir del ostracismo, 20-N.

domingo, 4 de septiembre de 2011

columbus

Goodbye, Columbus, novela corta, complementada con otros cinco relatos, conforma el primer volumen editado de Philip Roth. Historias donde la identidad judía persigue a los protagonistas. A unos, por la no práctica de la religión, a otros, por lo escrupuloso de su actitud, o exceso de práctica, mezcla de realidad y de oportuna mentira. A otros les persigue la duda eterna de la fe, confundida en una teoría difícil de explicar. A otros les puede el deseo y entonces aparece la infidelidad como problema. Y para finalizar, alguien bordea la locura, queriendo entender y buscar la empatía con el diferente. Todo remite a un mundo que empieza un nuevo camino, después de una guerra mundial, la segunda, con perseguidos que intentan adecuarse al siglo XX, con dudas e incertidumbres por resolver a lo largo del camino.
Goodbye, Columbus. Philip Roth. 1959

sábado, 3 de septiembre de 2011

el niño asustado

Sigue el esperpento del fútbol y todos a una, los jugadores de la selección española de futbol acuden al rescate de alguno de los suyos en una tangana al final de su amistoso contra Chile. El patriotismo es como el Guadiana, y muchos se alegran de que la roja se una contra el enemigo común y se olviden las disputas internas. Lástima que la violencia sirva para unir. No estoy yo tan seguro de que el mar sea una balsa. Y es que parece cuestión de estado el que la roja permanezca unida. Que lo añadan a la Constitución, ahora que se ha abierto la caja. Y ya hecha la paz, el de la famosa pancarta, “tu dedo nos señala el camino”, tendrá que cambiar el mensaje ante tamaña demostración de unidad. Y siguiendo con pancartas, la tele asombra a veces, y el latín llega a los campos, como en la Romareda (Zaragoza), donde se ve una pancarta que dice: “Delendum est Agapito”, dirigida contra el presidente del equipo, algo así como “váyase”. Anécdota cultural en un deporte donde es difícil encontrar signos de positividad. No sé si saben que los accesos a las gradas se denominan vomitorios. Juegue con las palabras, busque doble sentido. El espectáculo a veces conduce a la arcada, y tras la escena, aparece un niño, asustado, con un balón de cuero, que sólo quiere que le dejen jugar, como cuando el cemento era cemento, la tierra quemaba y alguien te esperaba en casa, presto a remendar pantalones y curar heridas. Pero no se olvide, de todos depende que el juego, el nuestro, no nos lo roben esos que lo están transformando en esperpento mediático.