El marco siempre es incomparable. En este caso conocido, iglesia de San
Lesmes, Alcobendas. La acústica no es la mejor y el entorno, mil veces
observado, sigue siendo poco acogedor, con decoración e imágenes que parecen
haber salido de una mente poco regalada en el arte de la estética. Alejados lo
suficiente del altar, donde los coros cantan, las voces se quedan a veces
relegadas, dificultando el entendimiento de las castellanas letras. La Coral de
Alcobendas acomete música popular y la Coral Magerit lo hace con música cubana.
Todo a beneficio de Cáritas que pasa el saco en el intermedio. Echo en falta
que coloquen urnas también a la salida. Ya puestos hay que pedir de verdad. El
loable objetivo justifica todo. Tango magnífico, “El último café”, lo escucho
luego acompañado por músicos y cambia radicalmente frente a la versión coral. Quizás
no todo sea susceptible de ser cantado a coro. Aplausos al final para todos,
casi lleno, y yo echando de menos mi conexión. La escucha también es un estado
de ánimo. Y a veces no salta la chispa. Es sábado, mediodía avanzado en Madrid,
ecos de manifestación antiabortista. Cada vida importa. Es el lema. Ojalá fuera
verdad. Nadie se lo cree, ni siquiera los organizadores. Un poco más de
hipocresía por parte de quién luego apoya gobiernos que se lanzan a guerras de
conquista. Quizás sea bueno refugiarse en el arte para evitar el absurdo
intelectual que no ve pajas en el ojo propio. Y Sorolla es una buena pieza. Todo
cambia en un entorno de recogimiento donde estás tú sólo enfrentado a la
inocencia o a la mirada o a los mares. La Fundación Mapfre llena para ver “Sorolla
y Estados Unidos”, obras del pintor valenciano que son difíciles de ver por la
distancia y casi imposibles de juntar. “Triste herencia” es un lienzo grande y
real, con niños tullidos, sin ojos casi, sonrosados y con muletas al borde de un
mar oscuro, como el hábito del fraile que acompaña la escena. En la segunda
planta abundan los retratos antes de pasar a las escenas de mar y playa donde
Sorolla es único. Cuerpos difuminados y casi sin rostro. El titulado “niños a
la orilla del mar” podría llamarse de mil formas. La niña de espaldas, con
traje rosa y tocada con sombrero da vida al cuadro, excepcional. De ahí a “las
tres hermanas”, de colección particular, no tenía constancia de la existencia
del mismo. Tres niñas pequeñas, tocadas con pañuelo, manos asidas, se acercan
tímidas a la orilla. La más pequeña en medio. La sensibilidad se activa. Fuera de
lo común. Descanso en mesa de coser Singer, café La Paca, calle Valverde,
acogedor y tranquilo. Los cuadros que adornan las paredes, realistas, hechos
con Bic de colores están a la venta. De ahí a la calle Montera, cines Acteon,
en el local que ocuparon los almacenes Arias, devastados por un incendio, año
87, murieron 10 bomberos. Inmenso edificio con múltiples salas, la película se
llama Relatos salvajes, argentina, de Damián Szifron. No deja indiferente. Dura,
brutal, apenas unas gotas de humor, sarcasmo para frenar la avalancha de situaciones
que se plantean, límite en su mayoría, dejando al ser humano a merced de
decisiones que valen toda una vida. Seis episodios que recrean el stress y la
tensión de una sociedad con brotes de locura ocasionales. Es ya domingo,
amanece oscuro, llueve. Correr bajo un manto de gotas es otra cosa. Es otro
deporte, otra actividad. Con lluvia se transforma en una de las mejores
sensaciones, la que guardo para mí. La naturaleza absorbe el agua, hierba y
tierra, al ritmo de un sonido monocorde de gotas que golpean. Y me piso todos
los charcos, como cuando el niño corría.
domingo, 23 de noviembre de 2014
sábado, 22 de noviembre de 2014
peña

alehop
Al estilo de una película donde se encadenan las circunstancias y la
noche se convierte en inolvidable y de cuyo título no me acuerdo se suceden en
la novela las casualidades que convierten a una pareja de ancianos de lo mas
normal en protagonistas de una increíble aventura. El tedio y la soledad de un
pueblo cualquiera dejan paso a la avidez de emociones, la avidez de explorar al
otro, la maledicencia y el rumor. Todo mezclado con el toque de realidad que
aporta la política en forma de poder, avaricia, codicia y compra de voluntades.
Por no olvidarnos del papel de la prensa como manipuladora y difusora de
engaños. Un final interesante aporta el broche a una obra que quizás debiera
haberse quedado en el terreno sólo de lo real y haber dejado de lado lo menos
creíble.
Alehop. Jose Antonio Fortuny. 2012
lunes, 17 de noviembre de 2014
arrobamiento
Con encogimiento de alma a veces, con envidia otras, con dificultad,
termino de leer el libro de la vida de la Santa Teresa de Jesús. Escrito o, mas
bien, volcado de su alma ella misma reconoce su problema para plasmar por
escrito lo que los confesores le han aconsejado. No es mujer de letras. Es por
ello difícil a veces seguir el hilo, acomodar el cerebro a frases donde las
formas se han extraviado. Enfrentado a palabras olvidadas me queda algo y a
veces en el silencio de la lectura se percibe el arrobamiento o el éxtasis del
que tanto habla la monja. Algo de su infancia aparece como cuando se escapa con
su hermano para intentar llegar a tierra de moros y ser descabezada, “para
gozar tan en breve de los bienes del cielo”. No quería ser monja, tan vanidosa
que se veía. Perpetuo sentimiento de inferioridad, de mezquindad, de ofensa a
Dios. Cuenta sus enfermedades, sus lecturas y sobre todo se centra en la
oración y los beneficios que le conllevaron. Cuatro grados desde el esfuerzo
inicial, la pelea de orar, pasando por la quietud posterior, el “desasosiego
sabroso” después, hasta llegar al agua que cae del cielo que provoca que el
alma esté muerta al mundo y “se goce sin entender lo que se goza”. La unión, la
certidumbre de estar junto a Dios, lo que hace que no se pueda dejar de creer. El
lenguaje es dulce muchas veces. Es humana. Llegan en ese último estado las visiones,
las apariciones, de ángeles y demonios, de infiernos y cielos, de Jesús y Dios.
El que enciende la “centellica” en el alma, preludio de elevarse el cuerpo y
subir el alma al cielo. Corregido posteriormente por Fray Luis de León acabo su
lectura esperando no se termine.
“No sé cómo queremos vivir pues es todo tan incierto”.
Libro de su vida. Santa Teresa. 1562
domingo, 16 de noviembre de 2014
rueda
Atxondo (Bizkaia).2008
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