viernes, 17 de septiembre de 2010

el primer día

“No buscar exactitud donde sólo una aproximación a la verdad es posible” (Aristóteles)

Empieza el tuto, los testigos hablan, las palabras surgen rudas de su cuerpo, hablan de coñazo, de mongolo, perdón por las expresiones. Es normal, el verano fue muy largo. Y el acceso al deber es perezoso. Uno de los testigos recibe la visita de un investigador educativo que busca el modelo perfecto para la educación. Le pregunto al testigo cual es. Me responde que el investigador no lo ha dicho. No existe. Ya lo decía Aristóteles. Admiro a ese investigador que camina en dirección a El Dorado. Mientras todos nos aproximamos a la verdad, la locura del verano deja su poso. Los niños crecen, se divierten, descubren el exterior y a los exteriores. Al principio del estío dejé un libro encima de la mesa del salón; ha acabado en la habitación de uno de mis hijos, lo hizo, lo leyó, El guardián entre en el centeno. Leo un párrafo y siento escalofríos. “estoy de pie,…, al borde de un precipicio de locos,..., sé que es una locura…”. Sí, la vida es una locura, a la que los niños se dirigen rápidamente, la locura de sentir, amar, buscar, soñar, mientras se pueda. Mientras deciden, se enamoran y acaban un ciclo, me quedo escuchando a Manolo García: “ruge mistral, vuélvenos locos de atar,…”

1 comentario:

FILO de MENA dijo...

Mi hijo (y los alumnos de 4º del tuto)leyeron el libro, al principio por obligación y al final con verdadero interés.