No ha amanecido aún. Es Miércoles.
Viajamos hacia la Sierra de Cazorla. Las de Segura y las Villas quedan mas
arriba. Nace el Guadalquivir en esta sierra, río que sube hacia el norte y
vuelve a bajar, buscando mar. Le afluyen muchos, entre ellos el Borosa. A éste
último seguiremos buscando sus fuentes. No llegaremos. Frío. Carreteras que
serpentean entre olivos. Tractores que paran la velocidad. Pan en Cazorla
pueblo. Bajo cero. El Guadalquivir ancho, luego lo cruzaremos mas estrecho,
recién nacido. Brumas de mañana. Saldrá el sol pero no calentará hasta el
mediodía. El puerto de Las Palomas sube y luego baja hasta el valle donde
encontramos las aguas que buscamos. Puerto de montaña, de curvas que se abren
al abismo y quitamiedos de madera. Carreteras estrechas. La ruta nace en un
parking alfombrado de amarillas hojas. Llueven hojas, árboles estilizados.
Piscifactoría al lado. Los peces nadan. Se mueven. Se abre el camino, que
asciende sin saberlo, cómodo. Siempre el río y su rumor. Se cruzan puentes. Se
alcanza la cerrada de Elías, sombría y preciosa. El barranco atrapó el río,
encajonado entre rocas. Nosotros circulando por pasarela colgada de la piedra.
Madera húmeda, mojada. Casi se toca con la mano el río. Saltitos pequeños, agua
por todos lados. Ruido infinito. Se abrirá la cerrada y el camino se empina.
Aquello parece el Cares. El río queda ya muy abajo. Llegamos a la central
hidroeléctrica que se nutre de cauce del Borosa. Se acaban las bromas, el
camino terminó. Ya es senda, tortuosa y de pendientes que exigen esfuerzo y
calma, paciencia y puntos para tomar resuello. Encontramos a los primeros
habitantes de la tierra. Hasta entonces nadie. Pareja que sube también. Subir y
subir. Cascada y otra mas adelante, ésta con menos agua, sequilla. Entre medias
de las dos llegó el silencio, el río se escondió, profundo, subterráneo. La
central se llevó también una gran parte. La pendiente crece, hasta un túnel
excavado en la roca. Operarios que trabajan en su acondicionamiento, tres. Se me
olvida preguntarle al que me informa como es este trabajo. Quizás hagan noche
por allí durante esta actividad. Contiene tubería que alimenta la
hidroeléctrica y estrecho paso para montañeros. Pero se cortó la luz. No
llevamos linternas. Al final del túnel, no corto, habrá lagunas, en su fondo el
manantial, nacimientos de vida. Marcha atrás. Pedregales que se abren en
pendientes de vértigo. Se baja rápido lo que costó tanto subir pero el camino
es largo. Paisajes que se solean ahora. Rocas y piedras. Comer sobre una de
ellas. Sabe a gloria el bocadillo que sería normal en otro sitio. Es lo que
tiene el hambre, agradecida. A levantar que el cuerpo siente la piedra, siempre
fría. Algunos aventureros mas, pocos. Árboles por doquier. Mucho madroño. Mas
largo se hace el final, ya cansados. Unos 19 km en total. Fueron seis horas
después. El coche se alfombró de hojas. Desandar con el coche. El puerto no
cambió. Sol de frente en algunos tramos. Las vistas se pierden. Mejor no
apartarla del asfalto. Pero el camino tiene pueblos, uno de ellos es La Iruela.
El castillo se impone en lo alto. Volveremos luego, a encontrar su entrada. Y
la reducción de velocidad permite atisbar la majestuosidad del entorno.
Construido sobre rocas, en lo alto, oteando el pueblo. Paseo por Cazorla,
pueblo pintoresco. Iglesia abierta, a medio construir. Calles estrechas y
balcón con vistas, dedicado al pintor Zabaleta. Ideal para las instantáneas. El
castillo en lo alto, expectante. Está atardeciendo y la Iruela está en cuesta.
Castillo, iglesia y anfiteatro que no es romano, sino del siglo XX. Vistas
fabulosas desde la torre. La iglesia de Santo Domingo de Silos está abierta,
lleva así dos siglos. Reconstruida por Francisco de los Cobos en el XVI, los
franceses la incendiaron durante la guerra de la independencia. El conjunto de
castillo, iglesia y teatro es atractivo. Éste último es lugar de difusión
cultural, ideal para el verano. Vamos acercándonos a Úbeda y me pregunto que
sucedería si se iluminara un olivar con miles de bombillas. El resultado sería
grandioso. Volvemos a la Tintorera. Un tomate es solo eso, pero si es de
calidad y se aliña con aceite del bueno es otra cosa. El bacalao confitado con
salsa romesco y pisto es un manjar. Las piernas necesitan descanso.
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