sábado, 10 de diciembre de 2016

úbeda-4



El museo arqueológico es pequeño, en casa mudéjar de coqueta entrada o porche. Da la impresión de ser poco visitado. Bonito patio y dos plantas que albergan restos de culturas pasadas. Agradable en su paz y quietud. Las estelas funerarias nunca se fueron. Una dice: Gemina, esclava de Decio Publicio Subicio, de 25 años, aquí yace, murió en el parto. Cayo Aerario hizo poner el cipo. Serías mi Parca si me llevases de donde estoy con la fuerza de una infernal amatista. Si me amaste, lleva de aquí a Tag(…). Séate la tierra leve, o STTL. Siglo I d.C. Pasó el tiempo, no para ellas, las moscas del mediodía de noviembre se posan dónde pueden, revolotean anárquicas. La única nube esconde el sol unos segundos y la temperatura cambia. Glaciación minúscula que se siente. Comemos en el mesón Gabino, refugio durante la guerra civil y aljibe árabe. El menú del día, andrajos (el potaje de hoy), caballa y trucha. Local agradable. Objetos de almazara tras el cristal. Aquí venden ropa, dice el señor que entra. Tiene razón. Fuera el poco aire nos recuerda la época del año. Hora de aprender y saber. Sobre olivos y aceitunas, sobre aceite, u oro líquido. Jaén es sinónimo de olivar. En OA, se interpreta el proceso, desde la tierra a la mesa. Visita interesante donde se habla de almazaras, de recolección y tolvas, de molturación y molienda. De decantación y bodega. De categorías, donde el rey es el oliva virgen extra. El 25% de la superficie olivar nacional está en Jaén, produciendo el 50% de los aceites nacionales y el 20% mundial. Hablan de 66 millones de olivos. Ramas y troncos, y millones de pequeños frutos, en múltiples variedades, hasta 200. Una campaña de recogida son ocho millones de jornales. Los campos se llenarán de vareadores y las carreteras de tractores y vehículos que buscan almazaras. La gran expansión se da a comienzos del siglo XX. Aceites con aromas, a naranja o a tomate…Términos como alperujo o huesos molidos, lampante, o aceite no apto para el consumo, pero que refinado y mezclado con el virgen da lugar al aceite de oliva. Ya ha habido una primera cosecha, reciente, de primeros de Noviembre. Ya están las botellas. Se puede probar, catar, y comprar. Y Machado que canta “…campo andaluz, de loma en loma rayado de olivar y de olivar”. Es de noche en la calle, San Nicolás en la oscuridad. Una Santa Cena, completa, de Amadeo Ruiz Olmos. En San Pablo preside el titular, tenuemente iluminado.  Pasos escultóricos de mediados del XX. Suena la música, coral, el tiempo se detiene, sólo unos segundos. En la calle de compras del pueblo, peatonal, se va apurando el día. Nos vamos hasta la Uned. Otra fachada de palacio antiguo. Refugio contra el frío y el cansancio. Clases en marcha y salón que alberga la presentación de un libro en el marco del certamen internacional de novela histórica de Úbeda. Hoy se presenta el libro La ciudad, el autor es aragonés, Luis Zueco. Presentaciones y charla. Muy agradable. El proceso de construcción de la novela, los personajes. Apuntes de su vida. Novela basada en Albarracín, en un contexto histórico definido y estudiado, meticulosamente analizado. Escribir pensando en el lector, dice el autor. Buscar la sorpresa, el engaño. Trama de intriga. Compro el libro, y él se lo dedica a ella. El autor regenta un hotel con encanto, castillo de Grisel. Siento envidia. El director del centro de la Uned cita un libro, la utilidad de lo inútil, de Ordine. Yo quiero serlo, inútil. Y disfrutar de eso que la mayoría considera como tal. Espera la cena, la Tintorera no es sólo una opción, quizás sea la mejor. Local pequeño, con raciones. El salmorejo de manzana y los chipirones son de categoría. Silencio, sólo pasos hasta el hotel. Dentro, el patio está en penumbra. La escalera nos lleva hasta la habitación. Parece que no viviera nadie. Ni siquiera los fantasmas.

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