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niebla
En el Belén de la Florida hay colas
aunque la afluencia tampoco parece ser extrema. Fila para atravesar la gruta
donde el niño mira. A sus pies cesta con dinero. Dos diferencias. Ya no está el
policía municipal a modo de vigilante. Ahora la seguridad es privada. La otra y
que explica la espera. La foto, o el selfie. La inmortalización del momento.
Erase un humano pegado a un Smartphone. Niebla antes y después. Con sus grados.
Con intensidades. Con mañanas donde la respiración se acompasa al ritmo, se
queman kilómetros entre árboles que van quedando desnudos, hojas de color
castaño en el suelo y hierba mojada. Afueras de la ciudad. En la Florida
siempre hubo otras cosas, espacios abiertos, templete y recovecos para perderse
en juegos. Humedad casi siempre y verdor. Parece un jardín romántico, en
pequeño, escondido. También hay estatuas o monumentos que no se miran. Se ven y
se pasa de largo. El africanista y explorador vitoriano Manuel Iradier, obra
del Lorenzo Ascasibar, o Eduardo Dato, hijo de alavesa, presidente del gobierno
y cuya escultura data de 1925, obra de Benlliure. Árboles a sus espaldas.
Caminamos. Donde están los hombres buenos. Es una pregunta. La excelencia es
complicada. Mas de lo que parece, los hay. Anónimos, muchos, o casi todos.
Quizás los que llevan de la mano a niños grandes, que siempre lo serán. El
padre nunca será tan alto, pero grande sí. La niebla pone música en mis oídos.
Podrían ser violines. Pero el silencio hace buena pareja con aquello que oculta
todo. En San Pedro no han abierto. ¿Puede ser que nunca me haya fijado en el
pórtico? Le llaman el viejo. Del XIV. Cerrado con reja. Hermoso con restos de
color. Santa María se oculta. A su lado colores. Arte urbano, gigante. Día de
homenajes a la fiesta institucional, seis de diciembre. Es la tele, la
actualidad. Un anciano con mano temblorosa quema la constitución. En Rubí. La
suya, la de su cuerpo, parece irse por momentos. Sólo él sabrá si le han
utilizado. Se retira, aclamado. A mí, a veces, me tiemblan los dedos, es
involuntario. No quemo nada. No es para tanto. Se apoya en bastón. Le temblarán
las piernas. No de amor.
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