sábado, 4 de junio de 2016

el parquet

En la misma agenda gris aparecen firmas, en papeles arrancados a las semanas. Algunas ilegibles. Otras con números al lado, resultados de partidos de baloncesto. La agenda perpetúa cambió de año y se pasó al 74. Es trece de Enero de 1974. Yo tengo once años, he ido al baloncesto y al final he bajado a la pista. Tiembla y cruje el parquet. Ellos son muy altos. Yo saco la agenda y ellos garabatean. Sudorosos. Algunas manos parecen temblar. Eso lo sé ahora. Entonces eran gigantes. Ahora son normales. A algunos se les puede ver por las calles de Vitoria. La altura todavía destaca. Para unos la firma es legible y se lee un nombre. Como Cristobal. Ganó su equipo, el Real Madrid, 113-86, al Baskonia. Dice la hemeroteca del ejemplar del lunes 14 que “el afán del lucha del Vasconia hizo menos fácil el triunfo del Real Madrid”. Jugó Cristobal, no fue titular y anotó cinco puntos. Quiero pensar que otra es del gran Brabender, 22 puntos. También tengo la del canadiense Phil Tollestrup, el primer extranjero en la historia del Baskonia, temporada 73-74. Aparecen otros, del mismo año o años posteriores. Eso duraba unos minutos, para ellos eran cientos de firmas, para nosotros únicas. La canasta, inalcanzable, la madera seguía crujiendo.

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